Un verano en Brooklyn yendo de la cama al living
Francisco Díaz Klaassen, el joven escritor chileno avecindado en Estados Unidos, adelanta su nueva obra, "La hora más corta", una novela que presentará esta semana en Santiago y que narra el verano caluroso de una pareja en un departamento en Midwood. El autor recuerda además sus tiempos de colegio y su curso de escritura creativa.
Francisco Díaz Klaasse ganó el año 2010 el premio roberto bolaño con su libro "El hombre sin acción".
De paso por Chile, este miércoles 23 de marzo, el escritor Francisco Díaz Klaassen presentará en Santiago su novela "La hora más corta". En ella perfila a una pareja de extranjeros resistiendo gran parte de un caluroso verano, casi enclaustrados en un departamento en el barrio de Midwood, en Brooklyn. El autor, que actualmente cursa un doctorado en Literatura en la Universidad de Cornell, cuenta algo de su vida, de su trabajo literario y sus estudios.
Dice que nació en Santiago y que siempre vivió ahí "salvo en los veranos, que los pasábamos en Valdivia, porque mis viejos son de allá. Cuando tenía ocho años partimos con mi familia a vivir por un par de años a Barcelona. Tengo un hermano que se llama Felipe, es mayor que yo por dos años, y ahora vive en Illinois", cuenta.
- ¿Qué recuerdas del colegio?
- En el colegio mis profesores de Castellano nunca fueron una verdadera inspiración, uno de ellos una vez me dijo que yo era un fracasado y nunca haría nada en la vida. Odiaba el colegio, me escapaba siempre que podía, nunca disfruté de ninguna clase. Creo que casi todo lo que he descubierto ha sido por azar. Encontrar un libro y ver qué sale de ahí.
- ¿Qué querías hacer al salir del colegio?
- No quería hacer nada, ni siquiera salir del colegio. Terminé haciendo exámenes libres porque me echaron de un par de lugares. Sabía que quería escribir, pero intuía que no era necesario estudiar para hacerlo. Era bastante ingenuo, tenía la idea de que para escribir, más que oficio se necesitaba vivir cosas.
- ¿Y desde cuándo empezó tu gusto por la literatura?
- Desde chico, sobre todo en los veranos cuando partíamos al sur. Los viajes en esa época eran más largos que ahora, las carreteras sólo tenían dos pistas. Mis abuelos tenían libros en su casa. Además, mis viejos querían que leyéramos y nos los compraban con regularidad.
- ¿Cómo llegaste a estudiar Letras en la Universidad Católica?
- Llegué a Letras un poco por descarte y porque tenía que hacer algo. Me decidí por Inglesa en vez de Hispánica, porque esta última estaba muy cargada de poesía, y a mí la poesía nunca me ha calentado mucho. También porque quería practicar el inglés.
- ¿Barajaste la opción de hacerlo en la Universidad de Chile?
- La Chile nunca fue una opción real, porque mis viejos trabajaban en la Católica y eso me daba varias ventajas: menos puntaje para entrar, menos plata a pagar, etc.
De aquellos años, Francisco recuerda con cariño alguna clase sobre Chaucer y haber leído Shakespeare en voz alta hasta entenderlo. También "Los remedios de amor", de Ovidio, que "me voló la cabeza".
El camino de las letras
Las dos novelas anteriores de Díaz Klaassen, bastante difíciles de hallar, fueron publicadas por Editorial Forja. En el año 2009 apareció "Antología del cuento nuevo chileno" y en 2011 "El hombre sin acción", con la cual concursó y ganó el Premio Roberto Bolaño en el 2010.
La primera fue un interesante experimento en el cual mezcló géneros -conviven en ella el cuento, la novela y el ensayo- y recreó una antología de dos autores ficticios prologados, a su vez, por un también ficticio escritor. En su segunda novela entrecruzó las existencias y voces narrativas de los protagonistas sin optar por un hilo argumental clásico ni atender a lecturas moldeadas hacia un desenlace.
- ¿Cómo ves a la distancia tus dos primeras novelas?, ¿te relees?
- La primera sí, llevo años reescribiéndola y dándole vueltas, porque siempre me pareció que se había quedado corta y podía ser mejor. La segunda y lo demás que he escrito intento no leerlo, porque no ha envejecido muy bien.
En 2012 publicó su primer volumen de cuentos, "Cuando éramos jóvenes", que según él funciona también como una novela, y el año pasado presentó "Cuentos yanquis". Haciendo un recuento de su producción literaria cree que se siente más cómodo escribiendo textos que no se pueden catalogar con tanta facilidad.
Escritura creativa
Luego de terminar Letras, Díaz Klaassen partió a estudiar escritura creativa a la Universidad de Nueva York. Cuenta que en términos de estudio la experiencia no fue demasiado satisfactoria, pero que le permitió conocer gente muy valiosa y literaturas que desconocía.
"Es un programa que todavía no sabe muy bien lo que quiere, probablemente porque el concepto de escritura creativa les calza mejor a los gringos, que son más cuadrados", dice Francisco.
- ¿Y en qué se diferencia la escritura creativa de la literatura?
- Es solo una forma burocrática de diferenciar literatura de otras escrituras más prácticas, como la académica, periodística, etc.
-¿Por qué decidiste encaminarte hacia allá?
-Irme para allá fue una decisión fácil, porque tenía ganas de salir de Chile, que como país siempre me ha desesperado. Además sentía que lo que yo escribía no le interesaba a nadie allá y no parecía ser afín a nada de lo que se estaba escribiendo.
- Allí tuviste de profesora a Diamela Eltit, ¿cómo eran sus clases?
- Sí, la tuve dos años. Hacía un taller de ficción, así que clases a la vieja usanza nunca tuve. Pero Diamela es genial, siempre está dos pasos adelante del resto.
La hora más corta
La novela elabora el ir y venir de un hombre y una mujer: ella a diario se ausenta para ir a un trabajo que detesta; él intenta escribir una tesis que no avanza y explora los límites del tedio. De noche, surgen los cuerpos y su intimidad en medio del sueño; de día, aparecen los vecinos, el aburrimiento y la peste en los rastros de ratas en la cocina. Avanza el tiempo y algo parecido a un cansancio abismante se intercala con dosis de delirio y vagos recuerdos en el relato.
Elogiada por Edmundo Paz Soldán y Diamela Eltit, la novela nació en una versión preliminar como la tesis final del curso de escritura creativa. Fue tomando forma por etapas, primero con algunas imágenes o viñetas aparentemente inconexas que se le fijaron hasta que terminó conectándolas "casi por inercia".
- ¿Qué imágenes gatillaron la novela?
- Vecinos que hacían orgías, ratas que se entrometían de madrugada en la cocina y un par de libros que estaba leyendo sobre el duelo. El proceso fue extraño, porque en esa época me estaba separando y me resultaba difícil no confundir la ficción con la realidad.
- ¿Estás conforme con lo obtenido?
- No sé si estoy conforme, es un libro que se me antoja sobrepensado, sobreditado.
- Te permitiste escribir una historia de amor y fracaso.
- Es que creo que siempre he escrito de esas mismas cosas.
-¿Y qué gusto te dejo?
-Es que siempre estoy escribiendo varias cosas a la vez, así que casi no hay una transición emocional a la hora de terminar algo.
- ¿Y qué hay después del fracaso?
- Lo mismo que hay después del fin del mundo: una paradoja.
El invierno en ithaca
Ya de lleno en su tercer año en la Universidad de Cornell, Francisco Díaz Klaassen cuenta que vive en Ithaca, "una ciudad pequeña, en la mitad de un bosque, en la punta de un cerro".
- ¿Cómo es la ciudad, qué hay en ella?
- Hay tres o cuatro bares, dos o tres supermercados, cinco o seis restaurantes. También hay venados, marmotas y zorrillos en cada esquina.
- ¿Qué es lo que más te gusta de ella?
- Es perfecta para estudiar, para escribir, para pololear, para alimentar un alcoholismo precoz (en invierno oscurece a las tres de la tarde). Perfecta también porque se sabe atemporal como todas las ciudades universitarias gringas, y uno vive ese proceso de ese modo también, asumiendo que se está de paso.
- ¿De qué va tu tesis?
- Estoy escribiendo sobre cómo afectó el fin de las revoluciones latinoamericanas a la literatura del post-boom; postulando que la ausencia de los futuros utópicos se tradujo en incursiones en géneros como la ciencia ficción, el policial, etc.
- ¿Has pensado alguna vez en llevar una vida lejos de la literatura, trabajar en algo alejado de las letras?
- Lo he pensado. El mundo de la literatura es muy mezquino y deprimente, y la academia no se queda atrás; entre uno y otro le van quitando el encanto a los libros. Pero creo que soy tan inútil que no sabría hacer otra cosa.
- ¿Qué temas te fascinan, qué asuntos llaman tu atención?
- Nada me fascina mucho estos días salvo el fin del invierno que ya se anuncia y que aquí puede llegar a durar siete meses.
- Nómbrame a un hombre y una mujer, protagonistas literarios, que te conmuevan.
- Saleh Omar de la novela de Abdulrazak Gurnah, "Junto al mar". Es un tipo que llega a Londres desde Tanzania, en el ocaso de su vida, y establece una relación platónica con la oficial de inmigración que ve su caso. Entre lo bien que escribe Gurnah, y lo patéticos que son todos los exilios tardíos, resulta imposible no conmoverse. Como mujer puede ser la mística medieval Margery Kempe, que si bien es desesperante, y no para literalmente de llorar, es genial y perturbador lo bien que describe un mundo de hombres para hombres en el que sólo queda ponerse a hablar con Jesús para no suicidarse.
Por Amelia Carvallo
"Un profesor una vez me dijo que yo era un fracasado y nunca haría nada en la vida. Odiaba el colegio, me escapaba siempre que podía".