La deuda de la Conadi
Latinoamérica parece seguir en adolescencia, lo que obliga a analizar los errores y oportunidades, como país y Región. La reciente elección demostró indiferencia como desinterés ante el proceso electoral.
La Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) está conformada como un organismo que integra, en su consejo nacional, a cuatro subsecretarios, al propio director de la corporación, tres miembros designados por el Presidente de la República y ocho representantes de las distintas etnias originarias, reconocidas de norte a sur del país, además de rapanui.
Conadi y la tarea que le corresponde, está definida en su nombre. Lo sustancial es el desarrollo de los intereses de nuestros pueblos indígenas, como uno de los tantos ensayos cuyo propósito es hacer intentos por mejorar la situación económica y educacional de las comunidades que viven en condiciones deplorables.
Los ocho representantes de las etnias ante la Conadi, deben ser nombrados mediante una elección en la que tienen derecho a participar ciento treinta y un mil inscritos, todos ellos mayores de 18 años, principalmente de origen aimara, atacameños, rapanui y mapuches.
La reciente elección demostró, como la realizada el año 2016, tanta indiferencia como desinterés ante el proceso electoral, echo que plantea una situación preocupante para la dirigencia de las distintas etnias involucradas como para las autoridades de gobierno la participación de veinticuatro mil electores, en un registro oficial de ciento treinta y un mil inscritos, muestra un marcado abstencionismo que debilita el respaldo que han resultado ganadores.
El año 1999 habían participado solo veintiún mil inscritos, un veinte por ciento menos que ahora, lo que evidencia una actitud sostenida, a un que un leve mejoramiento en el número de los participantes de ahora.
Las abstenciones como las mencionadas se explican, por algunos dirigentes, apoyándose en razones de diversa naturaleza, en que sobresalen dos: La desconfianza en la corporación, que es vista y calificada como una entidad burocrática ineficiente. Y la desinformación de los inscritos en los padrones electorales y las dificultades de transporte hacia los sitios de votación.
Estamos en el momento oportuno, así lo creo, para analizar con honestidad las razones de este fracaso en la participación electoral. Nuestra opinión esta avalada en el hecho de que el último proceso electoral parece haber repetido el mismo esquema de 1999, lo que evidencia una despreocupación para adoptar algunos mecanismos correctivos necesarios como los que debieron estudiarse en el momento oportuno.
Roberto Muñoz Barra Ex senador y Presidente Centro Estudios Públicos Social Demócrata