Mabel González / Agencias
Donald Trump alcanzó ayer el número de delegados necesario para asegurar la nominación republicana para la Presidencia de EE.UU., lo que completa un ascenso sorpresivo que ha puesto de cabeza el panorama político y sienta las bases para una campaña aún más encarnizada.
Trump se ubicó en la cima del conteo de delegados de The Associated Press por un pequeño número de delegados que dijeron a la agencia de noticias que lo apoyarán en la convención. Entre ellos está la presidenta del Partido Republicano en Oklahoma, Pam Pollard.
Tras el anuncio, Trump inmediatamente enfiló sus cañones contra la principal candidata demócrata Hillary Clinton.
"Las personas que están detrás de mí nos permitieron superar la barrera", dijo Trump. "Aquí estoy viendo a Hillary peleando y ella no logra ganar".
El buen momento para Trump llega en medio de indicadores de problemas al interior de su campaña y la resistencia de muchos dirigentes republicanos a declarar su apoyo al estrafalario y controvertido magnate.
Horas antes de alcanzar el número de delegados para llegar a la nominación, Trump anunció la abrupta partida de su director político Rick Wiley, quien dirigía los esfuerzos de la campaña por contratar personal en estados clave. La campaña de Trump dijo que Wiley había sido contratado solo hasta que la candidatura "estuviera marchando a todo vapor".
California
Se requieren 1.237 delegados para ganar la nominación republicana. Trump ha alcanzado 1.238. Con 303 delegados en juego el 7 de junio en California, Trump fácilmente aumentará su total, evitando que la convención en Cleveland sea dividida.
Trump, un político neófito que durante años entregó el comentario cáustico del estado de la nación al margen pero nunca se postuló para un cargo, compitió contra otros 16 contendientes republicanos en una elección primaria que a menudo se puso fea.
Muchos en el ala derecha han tardado en acoger a Trump, desconfiados de su buena fe. Otros se preocupan por la personalidad burda de Trump y los comentarios lascivos que ha hecho sobre las mujeres.
Pero millones de activistas de base, muchos de los cuales han estado ajenos al proceso político, han aceptado a Trump como un populista de hablar franco que no tiene miedo de ofender.