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"La revolución culinaria ha sido en los restaurantes"

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-¿Qué plato de comida o alimento lo lleva al pasado?

-Los caracoles. Son muy tradicionales de la zona rural de mi infancia, Bellcaire d'Urgell en Catalunya. Comemos los caracoles de diversas maneras, pero la más utilizada y tradicional es ponerlos en una plancha de metal bien ordenados, con sal y aceite de oliva, y al fuego con leña. Me gustan muchísimo, los sigo tomando habitualmente y los hago también en mi casa donde vivo cerca de Barcelona.

-¿Cómo un químico se interesa por la cocina?

-Son disciplinas que tienen muchas cosas en común y las dos ejecutan recetas. Hay diferencias: lenguaje, ritmos de trabajo y la más importante, una cocina, que es mucho más complicada que un laboratorio de química. En el laboratorio todos los productos son únicos. En la cocina solo el azúcar, la sal y algún otro son una misma molécula. Toda la revolución culinaria que hemos tenido en el último tiempo se ha producido en los restaurantes, que se han vuelto centros de investigación gastronómica. Así se está gestando una nueva disciplina académica: la Gastronomía o las Ciencias Gastronómicas.

- ¿En qué momento usted hizo el link entre la química y la cocina?

-En el año 2001 fui a cenar al restaurante El Bulli y quedé fascinado por todo lo que degusté. Intenté regresar en el 2002, pero no pude, me decían que estaba lleno. Hasta que regresé y al final de la cena conocí a Ferran Adrià y le comenté que en mis libros de química para alumnos de bachillerato nombraba una de sus elaboraciones. Le envié el libro y me propuso un encuentro en el restaurante El Bulli. Subí al restaurante con mucha ilusión. Me preguntó sobre la esferificación que estaban haciendo y lo que les propuse funcionó. A partir de allí me propuso que regresara y fui durante varios otros fines de semana.

Castells conectó la química y la cocina el año 2001, cuando en una cena conoció a ferrán adrià.