Desde hace ya varios años, debido al cambio climático, la actividad productiva agrícola de La Araucanía comenzó un proceso de diversificación desde los cultivos tradicionales hacia la producción frutícola, desplazando lenta pero sostenidamente incluso los terrenos forestales, con la incorporación de arándanos, manzanos, cerezos y vides, además de avellanos europeos y castaños.

Lo anterior no sólo ha venido a modificar el paisaje rural de la Región, sino que además se ha convertido en una vía rentable y generadora de mano de obra para los productores locales.

El intendente Andrés Jouannet, acompañado del seremi de Agricultura, Alberto Hofer, recorrieron distintos predios de la Región, dedicados hoy a estos cultivos, donde capitales privados han realizado importantes inversiones con apoyo de instrumentos de fomento del Ministerio de Agricultura.

Hace cinco años la Región contaba con 2 mil hectáreas dedicadas a los frutales, hoy éstas suman 13.000. En ese sentido, Jouannet señaló que "tenemos que regar esta Región, como Gobierno vamos a tener que hacer grandes esfuerzos, no sólo con tranques, sino que también con embalses. Si queremos que La Araucanía sea productiva, salgamos de los niveles de pobreza y para que la gente pueda beneficiarse se necesitan inversiones que nos permitan contar con tranques y embalses".

En Galvarino destacan las plantaciones de avellano europeo, con más de 90 hectáreas, cuya producción en su totalidad se exporta. A eso dedican Agrícola Capricho y Llaima, que cuentan hoy con una producción de 2.500 kilos por hectárea, con 15 años de experiencia.

Otro de los grandes predios de la zona dedicados a la fruticultura es Alto Traiguén, que con 30 hectáreas el año 2012 hoy cuenta con 170 hectáreas dedicadas a la fruticultura.

Las plantaciones de vid son otro cultivo que poco a poco ha ido ganando terreno en La Araucanía. Una de ellas se ubica en Lumaco.

Carolina Nahuelpi Álvarez

Luego de trabajar en el comercio durante mucho tiempo (en Santiago, Talca, Curicó), hace 11 años Jorge Appel, emprendedor temuquense, llega a trabajar como distribuidor de la empresa Arcor, creando Comercial Hamburgo. Un paso no exento de complejidades que, según cuenta, le brindó el impulso necesario para lograr el éxito.

"Para llegar a ser competitivo y lograr los estándares de Arcor tuve que trabajar mucho. Los primeros cuatro años fueron difíciles, tocamos muchas puertas. Pero gracias a ello, hoy somos reconocidos como los segundos distribuidores con mayor crecimiento en el país", recuerda.

En todo este transitar, dos han sido los aspectos fundamentales: su familia y el equipo de trabajadores que ha logrado formar, hoy compuesto por 37 personas. Dos pilares a los que reconoció tras ser elegido Emprendedor 2016 en la Región por el Banco de Chile.

- ¿Cuáles son las claves que hoy lo posicionan como un importante emprendedor regional?

- Creo que una de las principales cosas es la relación que existe con los trabajadores. En lo ochenta cobró mucha importancia el éxito japonés, que se basa en la Teoría Z, de William Ouchi. Esta visión propone que los trabajadores deben sentirse partícipes de la empresa, deben sentir que el empleo no es sólo producir, sino que en él pueden desarrollar todos los aspectos de su vida. Eso es lo que intento practicar, porque cuando uno tiene una fuerza laboral que está contenta, la productividad llega sola.

- ¿Cómo implementa esta visión?

- Confiando en los trabajadores, conociéndolos como personas, con sus problemas y fortalezas, brindándoles las herramientas necesarias, que ellos sientan que tienen las capacidades para hacer las cosas bien y reconocer cuando así es. En esto también fue clave mi esposa, que se incorporó en el negocio y aportó en que la relación con el equipo de trabajo fuera más agradable. En la empresa todos están contentos, se sienten parte de Comercial Hamburgo.

- El éxito en un comienzo le fue esquivo. ¿Cómo se sobrepuso a eso?

- Creo que el éxito en un emprendedor está en conocer los momentos difíciles, en "bailar con la fea". Me tocó luchar en ocasiones para no caer en una quiebra y sucedió que en esos momentos nacieron las capacidades técnicas, el ingenio, la creatividad. En un momento difícil, por ejemplo, yo compraba fruta y la distribuía en los barrios altos, con lo cual podía mantenerme. El emprendimiento es una pega del día a día, en el que no hay que temer al fracaso, sino verlo como una oportunidad.

- Este esfuerzo se ve reconocido con el premio al Emprendedor 2016 de Banco de Chile. ¿Cómo vive esto?

- La verdad es que en un inicio no me lo creía, pero estoy feliz, no sólo por mí, sino por los trabajadores y por mi mujer, que ha sido un pilar fundamental.

- ¿Cuál es su visión sobre cómo se desarrolla el emprendimiento en la Región?

- Veo que estamos en una Región que está siendo golpeada. Quizás el Gobierno no se ha puesto las pilas en parar la crisis con el pueblo mapuche y los agricultores. Pero creo que en esto se debe mirar cuáles son las ventajas competitivas de nuestra Región. Por ejemplo, tenemos un potencial turístico maravilloso y falta inversión para desarrollarlo (...). Pero más allá de las dificultades, creo que hay que atreverse, sin tener miedo al fracaso.

"Cuando uno tiene una fuerza laboral que está contenta, la productividad llega sola". "Me tocó luchar en ocasiones para no caer en una quiebra y sucedió que en esos momentos nacieron las capacidades técnicas, el ingenio, la creatividad".