Desarrollo ciego
Estimado Director, le escribo a propósito del reportaje aparecido el día miércoles 10 de agosto recién pasado titulado "Venta de Casas Céntricas: Espacios que ceden al comercio y a la edificación" donde el arquitecto Henry Jaspard, especialista en patrimonio, menciona que "todo apunta a que pronto las viviendas céntricas llegarán a su fin definitivo", a lo que agrega que "éste es un buen síntoma porque muestra que Temuco tiene fuerza, tiene una gran vitalidad, que hace que vaya renovándose", declaraciones que remata afirmando que "este fenómeno es natural al desarrollo de las ciudades grandes. La familia busca, en general, espacios urbanos más tranquilos, más periféricos, con más áreas verdes. Los centros, en tanto, son habitados por personas que viven solas, adultas, a veces profesionales jóvenes, a quienes el departamento les es muy funcional". Mi inquietud con respecto a estos dichos apunta a la segregación de la ciudad, cuya regulación no se encuentra establecida y está entregada a la especulación inmobiliaria que hace que no tan sólo cualquier tipo de vivienda sea destruida para que sea el mercado el único ente que dirija los destinos urbanos de nuestra ciudad, desconociendo absolutamente que una ciudad inteligente, como esperamos sea la nuestra, implica, por ejemplo, considerar que debemos proteger las áreas verdes y detener los procesos de deforestación, todo lo contrario a como ha actuado nuestro municipio en los eventos de construcciones como la ciclovía de Av. Pablo Neruda o la extensión de la Av. Javiera Carrera, ambas completamente inconsultas y de espaldas a la ciudadanía en sus diversas etapas de proyección y ejecución. Lo que queda claro es que debemos cuestionarnos el modelo de progreso de nuestra ciudad, el valor de nuestro patrimonio y las consecuencias de servir ciegamente al desarrollo inmobiliario. Necesitamos un municipio y una ciudadanía más activa en estos temas.
Ramiro Villarroel Cifuentes, gestor cultural
El juego del cambio de hora
Hasta cuándo la población va a tener que soportar estos cambios de hora que de acuerdo a algunos especialistas no sirven para nada y sí sirven para generar una serie de situaciones que provocan mucho malestar en padres, niños y gente de la tercera edad preferentemente.
El día martes se veía por televisión un Santiago con algo de luz natural; mientras en nuestra Araucanía era de noche cerrada, con mucha lluvia y las calles llenas de vehículos tratando de abrirse paso para llevar a los niños al colegio en una penumbra que obliga a ir con luces y calefacción encendida. Si hay algo molesto es esta situación que al parecer les produce algún tipo de goce a quienes toman estas determinaciones porque ya es el colmo. ¿Cuándo nos van a dejar en paz y van a permitir a la naturaleza que actúe? El cambio, que no dejaba de producir malestar, se hacía por allá por octubre, pues no, hoy a algún geniecillo o a varios, se les ocurrió adelantarlo ¿Quién entiende todo esto? Se dice horario de verano y estamos en invierno ¿? El año 2015 con esta medida del cambio de horario, el ahorro de energía fue del 1%, esto fue lo bueno, no sé cuánto; pero fue bueno, en cambio el ausentismo escolar aumentó considerablemente. Con estos cambios el problema que se crea al transporte, especialmente a las líneas aéreas, es de proporciones, pues se afecta la programación de vuelos, es necesario reprogramar los equipos electrónicos de todo tipo, empresas de vuelo incluidas. Sobre 4000 vuelos se ven afectados, dentro de otras situaciones indeseables que crean los cambios de hora. El horario está definido de acuerdo al meridiano correspondiente y ahí debe quedar para siempre. Déjenlo ahí, que no intervengan los semidioses.
René M. Cifuentes Bobadilla
Fantasmas del lucro
Las recientes cifras entregadas respecto al apoyo que posee la Presidente Bachelet son muestra de la distancia entre los intereses de las personas y los intereses ideológicos de la coalición gobernante. Mientras, las comunidades escolares persiguen la calidad y el éxito académico, el Gobierno se dedica a perseguir al fantasma del lucro. La Ley de Inclusión anota que los colegios deberán constituirse en personas jurídicas sin fines de lucro, debiendo ser dueños de los inmuebles donde operan, estableciendo además una serie de disposiciones respecto al uso de los recursos originados en la subvención. Lo anterior no hace más que entorpecer la gestión de las escuelas y abocar gran esfuerzo en cumplir los requerimientos del Gobierno. Por su parte, alumnos y apoderados se preguntan si podrán seguir estudiando en sus colegios, si aquellos serán gratuitos o no, a lo que se suma la incertidumbre que genera la comúnmente conocida tómbola, a saber: los software que asignarán a los alumnos a las escuelas cuando exista más demanda que cupos. Lo indicado claramente no repercute en el rendimiento que se obtiene en las aulas y se aleja de los anhelos de los que mes a mes son consultados respecto a su apoyo a la Presidenta.
Iván M. Garay Pagliai, director Ejecutivo Cheque Escolar