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"Uno se pregunta qué está haciendo un Gobierno conducido por una mujer"

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Mauricio Mondaca L.

Como un problema de largo arrastre de factores estructurales y coyunturales calificó la ex jefa de la Unidad de Género de la Segpres y actual presidenta de Hay Mujeres, María de los Ángeles Fernández, el alza en la brecha salarial de 1,9% entre hombres y mujeres que acaba de registrar el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Hay Mujeres es una organización que promueve "la visibilidad de las mujeres", según su propia descripción, en los espacios y debates relevantes en los que se construye la opinión pública.

Según el INE, la brecha de ingreso por sexo llegó al 31,6% en 2015, en desmedro de las mujeres frente a los hombres. En promedio, los hombres chilenos ganan $587.800 frente a los $402.200 que obtienen las mujeres por el mismo trabajo.

Un Código Laboral vetusto y la Ley 20.348 de Brecha Salarial, que data de la primera administración Bachelet, son parte esencial de una debilidad que se ha instalado en la cultura nacional, explica Fernández, quien también se desempeña como académica de la Universidad de Talca.

- La brecha salarial llegó al 31,6%, lo que implica que los hombres ganan $184.800 más a igual labor que las mujeres. ¿Significa esto el fracaso de las políticas que se han adoptado para luchar por un trato más igualitario en Chile?

- Hace muchos años que arrastramos esta brecha salarial de género en el país. Sube y baja, pero hay condiciones estructurales y elementos más estacionales. Creo que hay un elemento estructural en la sociedad chilena que tiene que ver con una discriminación evidente que sufren las mujeres cuando quieren ingresar al mercado laboral, ya que, por factores culturales, se les asigna la responsabilidad del cuidado y la crianza de los hijos. Hay países que hablan del "impuesto a la maternidad" o el "dividendo de género". Y cuando una mujer llega a ser contratada, de alguna manera se le adosa el gasto que significa contratar sala cuna en una firma con más de 20 personas. El Código Laboral es del siglo pasado y esa disposición no se ha alterado. Hay distintas organizaciones que han venido luchando, hace bastantes años, por modificar el artículo respectivo que habla de la sala cuna. Eso castiga de manera evidente a las mujeres, porque ese costo se asocia a ellas. Luego hay otros factores como el hecho que cuando las mujeres entran al mercado laboral, lo hacen en tareas, funciones o profesiones que tienen que ver con las expectativas que se vuelcan en ellas. Y esas tareas tienen menor valoración social; por ejemplo, lo que tiene que ver con servicios, cuidados, las disciplinas de ciencias sociales y humanidades. Esas áreas no reciben la misma remuneración que las áreas duras o específicas donde están colocados los hombres. De eso ya hay bastante conciencia y se está trabajando desde etapas anteriores para que la mujer pueda romper con esta segregación a la hora de definirse por alguna vocación. Este es un trabajo que hay que hacer desde la más tierna infancia, ni siquiera esperar a la educación básica.

También hay factores estacionales. Veía estos datos que dicen que las mujeres han pasado más que los hombres desde trabajos asalariados a cuenta propia. Y ahí hay menor remuneración. Se mezclan factores estacionales y estructurales.