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Ejemplar acto de amor de carabinero que regaló riñón a su hija de 22 años

DONACIÓN. Tras estar un año en diálisis, hace un mes la joven estudiante Débora Fernández fue trasplantada gracias a la generosidad de su padre Marco.
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Carolina Torres Moraga

No fue únicamente un riñón lo que recibió de su padre. En realidad Marco le regaló a su hija Débora una nueva vida, teniendo el privilegio de verla nacer por segunda vez hace tan sólo un mes.

La culminación del extenso proceso que permitió el renacer de padre e hija ocurrió el pasado 20 de julio en la Clínica Alemana de Santiago, donde se realizó el trasplante renal de la joven estudiante de Nutrición y Dietética de la Universidad de La Frontera, gracias a la donación de uno de sus riñones efectuada por su padre.

El suboficial de Carabineros Marco Fernández (50), efectivo de la Primera Comisaría de Fuerzas Especiales de Temuco junto a su esposa Sandra Zúñiga son los padres de las gemelas Débora y Camila, quienes al año y medio de vida enfermaron gravemente como consecuencia de la denominada bacteria asesina. Pese a tener la misma información genética, ambas reaccionaron de manera distinta a la agresiva bacteria. Mientras Camila se recuperó sin mayores contratiempos, la entonces pequeña Débora debió luchar fuertemente para mantenerse con vida. Si bien venció los obstáculos que a tan temprana edad se le presentaron, la enfermedad la dejó con secuelas que hicieron crisis hace un año cuando una insuficiencia renal crónica que padecía la obligó a dializarse cuatro horas diarias tres veces a la semana.

Aunque lejana, la opción del trasplante asomó en el horizonte y fue entonces cuando los padres de Débora no dudaron en realizarse las pruebas de compatibilidad para saber si uno de los dos podía ser el donante que su hija necesitaba. Si bien, ambos resultaron ser compatibles, tras los estudios médicos, Marco reunía todas las condiciones de salud exigidas para ser el donante.

"Hace tres días volvimos de Santiago y ahora ya estoy próximo a volver a la realidad de mi trabajo y en perfectas condiciones. Fue una gran noticia cuando nos dijeron que el trasplante se realizaría y que se había completado el proceso de los estudios médicos y que era compatible. Así que pura felicidad, porque esto significa un cambio importante para la vida de mi hija por el cansancio de las diálisis. Por eso es una gran felicidad porque vemos que ella va a tener una vida normal de aquí en adelante", detalla.

Defensor del donante

Dentro del equipo médico que nos atendió existe la figura del Defensor del Donante que es quien verifica que la persona que dona no resultará con ningún tipo de daño, es decir que un donante ingrese a pabellón sano y salga de él en la misma condición.

"Tanto el donante como la receptora tienen que estar sanos mentalmente para que no exista ningún tipo de sentimiento de arrepentimiento o culpabilidad por ejemplo. Todo está súper normado y por eso es que no queda nada en el aire", comenta.

La joven trasplantada relata que en lo personal sintió algo de miedo por la salud de su padre, el que a medida que avanzaba el proceso fue desapareciendo.

"Uno de primera se preocupa, se asusta, yo pensaba qué va a pasar con mi papá y si después se enferma, me voy a sentir culpable, pero después uno se da cuenta que es parte del proceso y que todo el tiempo del estudio de trasplante en mí y en él era para que todo saliera perfecto", explica Débora, quien no oculta su emoción ante el acto de amor infinito de su padre, el que incluso debió bajar de peso y modificar hábitos para tener una vida más saludable que permitieran alejar cualquier riesgo.

"Es un acto de amor muy lindo, a mí me cambió la vida, llevo un mes y estoy feliz... No es solamente donar un órgano, es donar vida, calidad de vida y regalar la libertad que la diálisis no otorga", expresa la joven que al mismo tiempo agradece el haber tenido la posibilidad de dializarse para seguir viviendo. "Se demoniza mucho la diálisis, pero a un paciente renal esa maquinita le permite seguir con vida y esa es una posibilidad que otros pacientes que necesitan un corazón o pulmón, no tienen. Entonces este proceso es difícil pero hay que amarlo porque es lo que te mantiene con vida. Yo estuve un año y gracias a eso estoy aquí", cuenta la joven.

De vuelta

Luego de este renacer para padre e hija, ambos retomarán sus vidas que se habían detenido a raíz del trasplante.

Marco se encuentra próximo a volver al trabajo policial aunque mucho más renovado según relata su propia hija. "Él puede hacer una vida completamente normal, va a volver a su trabajo, a hacer deporte y tener una vida saludable, incluso ahora está más motivado que antes a tener una vida sana", lo acusa cariñosamente.

A la vez, Débora espera retomar el próximo año sus estudios finales de Nutrición, los que debió congelar como consecuencia de sus problemas de salud. Por ahora se dedicará a su recuperación definitiva y a practicar yoga que es una de las actividades físicas que le gusta realizar.

A partir de su experiencia de vida, Débora cree que el testimonio de ella y su padre puede servir para que otras familias se atrevan a la donación. "Esto puede motivar a los familiares a donar porque perfectamente se puede vivir con un riñón", dice. Lo mismo expresa su padre, quien afirma que "indudablemente puede servir para que otras familias con enfermos renales se atrevan a ver esta opción de donarle vida a un familiar".

Al mismo tiempo, ambos agradecen al equipo médico que los atendió y en especial a Carabineros que le permitió ausentarse por largo tiempo debido, no sólo a la cirugía sino también por los viajes a Santiago que tuvo que realizar por los exámenes previos. "La familia y la institución se portaron un siete, porque para esto se requiere harto tiempo", dice.

Afortunadamente, el trasplante renal es una de las prestaciones médicas cubiertas por el Plan Auge. Todo el proceso se hizo a través del Hospital Dipreca que derivó el caso a Clínica Alemana en Santiago.