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Colombia lista para avalar o rechazar pacto con las FARC

PROCESO. De aprobarse el acuerdo, se abrirá el camino para dar inicio a la desmovilización y desarme de los rebeldes.
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Mauricio Mondaca

Unos 35 millones de colombianos se aprestan para votar hoy en el plebiscito que avalará o rechazará los acuerdos firmados el lunes entre el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

La consulta es un paso necesario para iniciar un proceso de desmovilización y desarme de la guerrilla.

El plebiscito responderá a la pregunta de si los ciudadanos aceptan o no los convenios para la paz, firmados el lunes en Cartagena de Indias por el Mandatario y el líder de la guerrilla. Según los expertos, la abstención durante la consulta será alta, incluso entre quienes tienen una posición tomada.

Las visiones distintas

A juzgar por lo que se veía ayer en las calles, según AP, se respiraba polémica entre los ciudadanos: habían globos rosados con la palabra "sí" con los que se pedía apoyo a los acuerdos y plateados por el "no".

También se percibía la misma división en las plazas, en algunas marchas públicas y carteles en las vitrinas de comercios y casas.

"Creo en el voto del sí del domingo porque es limpio y ético", dijo a la AP Lina Chaparro, una estudiante de ciencias políticas de 29 años, quien en la víspera participó en una manifestación de centenares de jóvenes de universidades que se pronunciaron a favor de lograr la paz en el país a partir de los acuerdos logrados en La Habana.

Encuestas recientes calculan que de los votos emitidos, el 62% será a favor del "sí" y el 38% del "no", pero dado que los comicios no son obligatorios en Colombia, los mismos expertos calcularon un alto abstencionismo por lo que solo el 37% de los empadronados irían a las urnas.

"una provocación"

El máximo jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", consideró ayer que el paso rasante de cazabombarderos Kfir en la ceremonia de la firma de la paz en Cartagena de Indias fue un "acto de provocación". En una carta publicada en el sitio de las FARC agregó además que no espera que el Gobierno explique lo ocurrido.

El máximo líder de las FARC agregó que se generó una situación "inoportuna, impertinente e incluso altamente peligrosa" y recordó que en el lugar estaban personalidades como el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y "15 Presidentes en ejercicio".


Réquiem por la víctimas de la violencia

El Presidente de Colombia Juan Manuel Santos y el Comandante Rodrigo Londoño, "Timochenko", firmaron un Acuerdo de Paz que decreta el fin del conflicto armado interno más antiguo de América Latina. El acuerdo movilizó recursos geopolíticos transnacionales no sólo en la región. Noruega fue oferente de la primera etapa de negociaciones y los resultados han sido sancionados por la ONU, con apoyo de países como Estados Unidos. El acuerdo no supone la "derrota" de ninguna de las partes en conflicto, con las FARC-EP activas y el Estado dispuesto a reprimir. Como en toda guerra, el peso de la verdadera derrota recae sobre millones de víctimas. Esta guerra acusa su origen en el mito fundacional de Marquetalia (1964), cuando un contingente militar intentó exterminar los vestigios de las guerrillas liberales alzadas en armas. Sin embargo, el enfrentamiento entre guerrilleros y fuerzas estatales es heredero de las deficiencias de la institucionalidad que llevaron a los dos partidos históricos -liberales y conservadores- a numerosas conflagraciones, desde las disputas caudillistas del siglo XIX y la Guerra de los Mil Días (1899-1902) hasta hoy. La histórica persistencia de la violencia en Colombia ha supuesto inmensas pérdidas. Aunque cifras oficiales estiman que las víctimas del conflicto asciende a 220.000, las "otras" víctimas indirectas de esta y otras guerras civiles dibujan un drama humano inconmensurable. Los "balígrafos" con los que se firmaron la paz en Cartagena llevan una inscripción que grafica el tánatos de Colombia. En su discurso tras la firma, "Timochenko", jefe de las FARC, hizo extensa referencia al drama humano de la guerra. El Acuerdo de Paz en Colombia se erige, con solemnidad y respeto, sobre la memoria de los millones de víctimas de los conflictos vigentes en el mundo y - luego de su refrenda plebiscitaria - podrá representar un modelo para poner fin a todas las guerras civiles que envuelven a sociedades desgarradas por la violencia. En medio de este trance histórico se yergue, también, la oscura figura de Álvaro Uribe, presentándole oposición férrea a los términos del acuerdo. Acusa Uribe que el acuerdo promueve impunidad, mientras disfruta de un escaño en el senado tras múltiples y documentadas acusaciones de vínculos con el paramilitarismo. Uribe representa los últimos ecos de las malignas fuerzas del siglo XX en América Latina, culpables de condenar a los más desposeídos a la soledad que acusaba García Márquez, fuerzas que persisten en negarle a las víctimas una segunda oportunidad en esta tierra.