La única niña símbolo de la Región egresó de 4° medio
HAZAÑA. Se trata de Catalina Paillamilla Sánchez, quien con 17 años y un 6,3 de NEM, acaba de terminar su etapa escolar en el Colegio Bautista. Está lista para futuros desafíos académicos. Se proyecta como abogada y congresista.
Han pasado 12 años desde que Catalina Rayen Paillamilla Sánchez , con sólo cinco años y medio, fue la niña símbolo de la Teletón, el 3 y 4 de diciembre de 2004, en la decimonovena versión de la campaña solidaria que une a un país entero.
Hoy la "Cata", como le dicen de cariño su familia y amigos, ya no es una niña, sino una alegre, extrovertida y aguda adolescente, de 17 años, que mide un metro y 26 centímetros.
El viernes pasado se licenció de cuarto medio con un 6,3 de promedio. Estudió en el Colegio Bautista desde primero básico y tanto ella como sus padres, Karem Sánchez y Marco Paillamilla, están muy agradecidos con el establecimiento, pues la aceptaron sin poner traba alguna, cuando ya habían perdido las esperanzas, pues dada su situación de discapacidad ningún colegio la quería recibir.
Karem Sánchez recuerda con especial emoción ese día, cuando la directora de entonces, Erna Toro, le comunicó la noticia, luego de enterarse de la situación.
"Nos invitaron a una jornada espiritual y la directora me preguntó dónde estudiaba la Catita, así es que les conté la triste historia y me dijo, pero aquí no viniste, yo le respondí que tenía dos hijos y que no me alcanzaba para dos. Después de eso nos citaron al colegio para decirnos que querían que la Cata se fuera a estudiar becada. Como mínimo nos pusimos a llorar", relata Karem, quien es parvularia y crió a su hija dándole la mayor autonomía posible y permitiéndole vivir las etapas de su desarrollo motriz a la par de sus pares.
NO VENÍA BIEN
Catalina es la hermana mayor del clan familiar. Su único hermano, Simón, nació cuatro años después. Fue recién a los seis meses de embarazo cuando Karem, luego de una ecografía, se enteró que su hija era especial.
Catalina venía con una amputación congénita de sus extremidades superiores, más una malformación en sus piernas, lo que la obligaría a usar sus pies como si fueran sus manitos o "mapis", como ingeniosamente las bautizó ella misma.
Desde entonces, si bien no ha sido fácil llegar hasta este punto, como familia siempre le pusieron el hombro, propiciando una actitud de superación, donde el amor ha sido la base de todo.
"A los cuatro meses supimos que la Cata no venía bien. Siempre estuvo de espaldas y las piernas como que no coincidían en el largo. Luego a los seis meses llegó el pronóstico, ahí supimos que le faltaban los brazos y el fémur de la pierna derecha. Así nos enteramos de quién era y cómo iba a ser", relata la mamá de Cata.
Entre los seis meses y su nacimiento "fueron tiempos especiales y dolorosos, porque en definitiva uno se pregunta muchas cosas, pero un día nos sentamos con Marco y dijimos... suficiente, esperemos como venga, y a echarle para adelante no más", recuerda Karem, junto con consignar que Catalina fue criada con la mayor normalidad, incentivando sus capacidades y alentándola siempre a ir por más.
Dicho y hecho. El impacto del nacimiento, que ocurrió el 11 de febrero de 1999, no duró mucho tiempo. Había que ponerse manos a la obra. Y con apenas cuatro meses de vida ingresó a la Teletón en Santiago. Dos años más tarde se inauguró el Instituto en Temuco. Sería como su segunda casa y la extensión de su familia.
En algún minuto, por supuesto que Catalina se preguntó "por qué Dios me hizo así". La respuesta que encontró es fiel a su carácter, donde prima un extraordinario desarrollo cognitivo y pragmático.
"Estas son mis manos y hago todo con mis pies. Fin", sentencia Catalina para ilustrar que su condición nunca fue tema. De hecho, sus padres, profesores y amigos nunca la trataron distinto. "Si la Cata se caía, se caía y chao. Lo que pasó muchas veces, porque era bien poto loco. Y si había que retarla y lloraba, lo mismo", comenta su madre, quien nunca la sobreprotegió y, literalmente, la lanzó al mundo, ya que su premisa es que como todo ser humano "debes ser capaz de ganarse tu espacio y ella, en su situación, aún más".
Prueba de ello es que usó el furgón escolar como cualquier otro niño y más grande con su silla electrónica, que maneja hábilmente con el dedo pulgar, se comenzó a desplazar sola desde su domicilio desde Avenida Alemania.
LA ESTUDIANTE
Como estudiante, Catalina siempre destacó entre sus pares. Nunca repitió un curso y académicamente es buena en el área del lenguaje como de las matemáticas. Le encanta leer y de hecho la biblioteca era uno de sus lugares preferidos en el colegio, establecimiento que, según relatan sus padres, aprendió a ser inclusivo junto con ella.
"El colegio no estaba preparado ni en infraestructura ni en la capacidad de los profesores. Lo que primó fue la voluntad", subraya su padre Marco, quien es transportista y comenta que las rampas para que pudiera acceder se fueron construyendo a medida de sus necesidades.
Usando sus "mapis", Catalina no sólo escribe y da vuelta las páginas de los libros, también maneja su celular y su computador portátil. En dos semanas más dará la PSU y sueña con entrar a estudiar Derecho en la Universidad Católica de Temuco.
Decisión que tomó racionalmente y en base a sus aptitudes y límites naturales, pues comenta que en otro escenario le hubiese gustado mucho estudiar Medicina. "Opté por Derecho, porque desde chica que soy buena para alegar y además a futuro necesitaré dinero para ser independiente. Todo ello se suma a las circunstancias de la vida, ya que no puedo optar por algo biológico", puntualiza Catalina.
En todo caso, la carrera de Derecho le deja la puerta abierta para una de sus pasiones: la política. Y aunque su etapa profesional aún está en fase de planificación, si se trata de soñar en grande, no descarta la posibilidad de convertirse en una parlamentaria.
"Me llama la atención y podría ser. Por qué no. Sería interesante ver a una persona en silla de ruedas en el Congreso. Claro, primero tendríamos que adaptar el Congreso, pero el sólo hecho de estar ya es un aporte para la inclusión", destaca Catalina, quien, por ahora, es la defensora acérrima de su hermano
Y por qué no, ser pionera y luchar por lo que quiere está en su ADN. Basta decir que hace unos tres años consiguió que el Registro Civil le permitiera sacar su Carné de Identidad usando las nueve huellas de sus pies. Derecho que, en principio, le había sido negado por una cuestión de formas legales, pero usó la televisión para denunciar. Lo que vino luego fue obtener lo que quería y abrirle la posibilidad a otros.
INCLUSIÓN
En quince días más comienza una nueva maratónica jornada de la Teletón y Catalina es bastante crítica respecto del rol que debería tener el Estado en materia de inclusión.
"No se puede negar el aporte que ha hecho la Teletón para la inclusión, pero pienso que es insuficiente, pues en Chile, una de cada seis personas es discapacitada y la Teletón por más que haga su esfuerzo alcanza a cubrir un 0,1%, entonces, es insuficiente", sentencia, añadiendo que "el Estado se lava las manos en el tema de la discapacidad, basta ver el transporte, la salud y para qué decir la educación. En el papel dice que todo es hermoso, pero en la práctica falta mucho por hacer".
La Teletón fue clave en lo psicológico
Catalina y su familia están muy agradecidos de la Teletón, institución con la que mantienen los lazos con los profesionales y voluntarios. "Lo físico podría haberlo obtenido en otro lugar, pero la ayuda psicológica y social, al menos para mí, fue clave y muy importante. Ahora viene otra campaña y mi mensaje es que colaboren con la Teletón, porque aunque la critiquen y no sea la mejor opción, sigue ayudando a 30 mil personas. Además no distingue raza ni aspectos económicos, todos tenemos las mismas oportunidades y nos atienden con la misma pasión y entrega".
2004 ese año Catalina Paillamilla con ocasión de la decimanovena versión de la Teletón en Chile, cuyo lema fue "Ellos dependen de ti", fue la niña símbolo, la única que ha tenido La Araucanía.
2001 ingresó Catalina Paillamilla al Instituto Teletón de Temuco. Ese año abrió sus puertas en la Región y así dejó de viajar a Santiago para su rehabilitación.
1.26 centímetros mide Catalina Paillamilla. Nació hace 17 años con una amputación congénita de sus extremidades superiores y sin el fémur de su pierna derecha.