El paso del tiempo está demostrando, afortunadamente, que el trabajo de la Mesa Asesora Presidencial para revisar los problemas de La Araucanía está dando frutos esperanzadores, pasando del lamento presente por tanto tiempo a una etapa propositiva, la que, desde luego, no está ni estará exenta de vastas complejidades.
Hoy, al menos, hay propuestas de acuerdo en aquellos puntos de mayor dificultad, entre ellos el tema indígena, asuntos que el Gobierno deberá sopesar y arbitrar las medidas pertinentes, considerando que el deseo conjunto es tanto el desarrollo de la Región como traer una generosa dosis de paz, tan imprescindible para seguir avanzando.
A este esfuerzo no debiera restarse nadie, aunque, en palabras del académico Jorge Pinto, "lamentablemente algunos grupos se negaron a participar, eso nos exige generar procedimientos diferentes para que la gente se sienta convocada e interpretada y se sienta parte de la solución de este conflicto". Se rescata esta frase porque es precisamente el talón de Aquiles de dicha mesa asesora el hecho de que los acuerdos provistos de racionalidad y buena voluntad no sean acogidos y ni siquiera respetados por grupúsculos que disientan de los mismos.
La labor, al tenor de la opinión de los participantes, ha sido fructífera y existen acuerdos concretos u otros en vías de serlo, además se cuenta con la voluntad política del Gobierno para implementar, seguramente en la medida de lo posible, aquello que deba legitimarse legalmente. Avanzar en esas materias, entre las cuales aparece la participación legislativa indígena, es un paso gigante dado en pro de La Araucanía, la región más pobre pese a sus potencialidades.
Una vez concluida la labor de la mesa será tarea de la bancada regional parlamentaria cuidar que este largo y exhaustivo trabajo intersectorial no caiga en el vacío, aunando las voluntades políticas para potenciar el desarrollo económico, productivo y social en la Región.