A la fuerza no es cariño
Desde 2010 existe la ley que hizo posible instaurar el concepto de donante universal, por el cual todos los ciudadanos son dadores. El arrepentimiento genuino es disposición interna antes y sobre la acción pública.
A la fuerza no es cariño, reza un adagio popular, dando a entender que las acciones no tienen mérito si son motivadas por presiones o intereses egoístas. Hace pocos días un grupo de ex militares recluidos en un penal por violaciones a los derechos humanos, pidió perdón en un acto ecuménico público, y fue cubierto por la prensa nacional. ¿se puede confiar en un acto así como genuino y motivado por la fe? Pensando positivamente, es posible. Si el capellán tuvo razón y el acto fue efectivamente motivado por la fe, entonces hay aspectos que debieran estar presentes. Debo recordar que los cristianos creemos en el valor del arrepentimiento y perdón pues no lo demanda el Señor, siendo condición básica para nosotros mismos ser perdonados y oídos por Dios.
Ahora bien, pedir perdón es reconocer que se ha fallado o cometido un acto indigno contra alguien. El perdón debe considerar arrepentimiento interior evidenciado en un acto exterior. En este caso, el acto mínimo esperado sería la reparación del daño causado. Si el acto fue la tortura, muerte y desaparición de seres humanos, la reparación no es posible salvo con acciones paliativas, como la entrega de información a familiares de los afectados, o a la justicia para que ésta sea quien opere intentando disminuir el daño causado a todos.
El acto íntimo que lleva al perdón es el arrepentimiento. Según la Biblia, éste es un cambio de mentalidad que motiva un giro en dirección contraria a la que se había seguido hasta entonces. Ello puede incluir o no emoción, pero siempre debe considerar voluntad y acción concretas por parte del victimario arrepentido, aunque la víctima ya no esté presente.
En el arrepentimiento y perdón el valor auténtico de lo que se pretende comunicar se puede distorsionar al publicarlo en los medios, pues deja de enfocar en lo interno obviando la acción reparatoria. El arrepentimiento genuino es disposición interna antes y sobre la acción pública. ¿Fue genuino entonces el acto? Dadas las circunstancias nadie condenaría a otro por ponerlo en duda. Sin embargo, por el bien del país deberíamos intencionalmente creer que sí.
Si aplicamos lo anterior a situaciones que nuestra patria vivió hace años, deberíamos aplicarlo entonces a situaciones que vive nuestra región actualmente. Si hoy muchos arengan a favor del diálogo, deberían considerar que sin la disposición al perdón, difícilmente cualquier diálogo dará resultados como los que anhela y requiere nuestra Araucanía hoy.
Andrés Casanueva pastor anglicano