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Entre el temor y el orgullo: las emociones por las que transitan las familias de los brigadistas

RIESGO. Son parejas y madres que, pese al miedo, apoyan sin condición a sus seres queridos.
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Carolina Nahuelpi Álvarez

Fue a fines del 2015 cuando Elsa Pichun conoció de voz de su hija Katherine Reñinqueo, de 19 años (ver fotografía), que aquel verano dejaría de lado el descanso para dedicarse a combatir incendios forestales, como brigadista de Conaf.

Recuerda que en ese entonces desconocía el escenario al que se enfrentaría su hija -única mujer entre cuatro hermanos y una de las dos brigadistas de la Región-, situación que cambió drásticamente desde que comenzó la ola de incendios que han afectado a gran parte del país, cobrando la vida de brigadistas.

"Antes no teníamos tanta noción del riesgo como ahora. Con lo que está pasando hemos tomado el peso y nos preocupa día y noche su situación (...). De todos modos, como familia la apoyamos mucho y nos sentimos muy orgullosos por su valentía y por el aporte que realiza al país", manifiesta Elsa.

Como ella, son cientos los padres y familias que cada verano ven partir a sus seres queridos entre el temor ante el peligro que revisten los incendios -sensación que se ha acrecentado con el panorama actual- y el orgullo por la arrojada labor que realizan.

Así también lo grafica la victoriense Tatiana Escobar, pareja hace ocho años de Daniel Salinas, con quien tiene una hija de tres años de edad.

"A mí me da miedo el trabajo que realiza Daniel, porque es muy peligroso. Yo prefiero que trabaje en otra cosa, pero a él también le gusta mucho ser brigadista. De hecho, lleva como seis temporadas trabajando y cada año es difícil para mí", relata la joven.

TURNO

Tatiana sostiene que, además del temor por el riesgo, la extensión del turno es otro aspecto difícil de llevar, sobre todo para su pequeña hija.

"Todos los días conversamos telefónicamente, pero igual es complicado que esté lejos 10 días, porque la hija lo echa de menos. Yo trabajo de temporera y el otro día me decía 'yo no quiero que trabajen más'", cuenta.

Sin embargo, Tatiana admite que esta fecha es clave para la economía doméstica, porque parte de los recursos obtenidos en el trabajo de la Brigada de Combate de Incendios Forestales los destinan al resto del año.

Desde Melipeuco, Vanina Juanico vive una situación similar. Hace tres temporadas, cada diciembre su pareja Mauricio Carrillo deja el hogar -que hoy comparten también con su hija de nueve meses- para trasladarse a Temuco y sumarse a las labores de Conaf.

"Se vive con bastante temor todo el periodo, sobre todo por lo que se ve con los incendios. Es un trabajo muy arriesgado, pero que también es muy necesario y valorable", expresa Vanina.

Además de compartir el sentimiento de orgullo, Teresa Fuentes también resalta el crecimiento que ha experimentado su hijo Nicolás Alfaro en sus seis años de servicio.

"De repente uno siente susto, sobre todo cuando le toca salir a las emergencias, pero sé que es algo que a él le gusta, que lo llena, y eso nos pone muy contentos. Él ha cambiado mucho con este trabajo, ha desarrollado su personalidad y ha madurado", manifiesta Teresa.

VALOR

Cabe destacar que son más de 200 los brigadistas que se desempeñan en la Región, combatiendo incendios no sólo en las comunas locales, sino también en puntos críticos del país, tal como ha sido el caso este año.

Se trata, en su mayoría, de jóvenes que ven en esta experiencia una forma no sólo de reunir recursos, sino sobre todo de aportar a la comunidad.

En este sentido, el director regional de Conaf, David Jouannet, señala que "queremos destacar el arduo trabajo de nuestros brigadistas forestales. Han sido semanas intensas ante el resguardo y combate de incendios".

La autoridad agrega que "extendemos nuestro afecto y palabras de orgullo a sus familias, sus señoras, sus esposos, madres e hijos que quedan expectantes del trabajo de alto riesgo que realizan los brigadistas, un oficio que los apasiona y que por lo general, retoman cada nueva temporada".

Sernapesca fiscaliza en el río Allipén e incauta aperos ilegales

PESQUISA. Lograron detectar la presencia de pescadores furtivos en la zona que va desde Radal a Cunco.
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En un nuevo operativo de fiscalización coordinado por Sernapesca Araucanía y Carabineros, realizado en la ribera del río Allipén desde Radal a Cunco, se logró detectar la presencia de pescadores furtivos, es decir, sujetos que pescan en aguas continentales con aparejos de pesca extractiva, lo que está prohibido por la ley de pesca recreativa que resguarda la actividad para fines turísticos y recreacionales.

Durante la fiscalización efectuada fueron avistados y fiscalizados pescadores dejando citados a 3 infractores al Juzgado de Policía Local. En el mismo operativo se logró sacar una red desde uno de los extremos de la ribera, la que era custodiada por pescadores furtivos que dormían, indicaron desde la institución fiscalizadora.

"El hecho provocó la molestia y reacción airada de los furtivos, quienes trataron de repeler el accionar de los funcionarios de Sernapesca y Carabineros mediante piedras lanzadas con hondas. Una de las cuales dio en uno de los funcionarios lo que hizo que Carabinero lanzara un disparo de advertencia. A pesar de ello, los furtivos siguieron lanzando piedras hasta el punto de cruzar el río para continuar con su accionar en contra de los inspectores", relató Richard Honores, jefe de Fiscalización de Sernapesca Araucanía.

A pesar de la resistencia, se logró retirar la red de un valor de $ 450.000 pesos, quedando en poder de Sernapesca y se evitó la acción de los pescadores furtivos que se dieron a la fuga por el río al ser perseguidos por Carabineros.