Hemos sido testigos, en estos días, como muchos estamos esperanzados en lo que puedan realizar diversos aviones y helicópteros que llegan a nuestra patria para ayudar a combatir los incendios forestales. La gente, mirando al cielo, los espera, los aplaude, les pone nombre, los filma con sus teléfonos celulares, se abrazan y lloran de emoción al verlos pasar y realizar sus descargas.

No obstante, sabemos bien que no basta con el trabajo de ellos solos, sino que en tierra igualmente debe "darse la batalla". Que esta "batalla" tampoco es muy eficaz cuando cada uno la realiza por su propia cuanta, muy por el contrario, debe llevarse a cabo en forma coordinada y en equipo, dicen los expertos que es como una orquesta en donde no puede cada uno tocar su instrumento sin tener en cuenta a los demás. ¿No es ésta imagen; de la gente en tierra "dando la batalla", abrazados y con su mirada en el cielo, en la esperanza de que desde allí descienda "la lluvia divina" la actitud que debería caracterizar a la Iglesia que espera el regreso de su Señor? Estas imágenes me han llevado a reflexionar las hermosas palabras del profeta Isaías: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié"(Is 55,10-11).

No es el hombre quien, por iniciativa propia, busca de Dios, sino que es Dios quien nos busca en cada instante y espera nuestra respuesta generosa. No somos nosotros quienes, con un esfuerzo similar al de la construcción de la Torre de Babel, nos encaminamos al encuentro con el Señor. La revelación divina siempre es recibida como la lluvia que cae del cielo y que hace que la semilla germine y produzca abundantes frutos. Dios nos conceda la gracia de dar "la batalla" en tierra, como consecuencia de una respuesta personal y generosa, pero que se vive en forma comunitaria, coordinada, solidaria y fraterna. En televisión contaban que una señora ha dicho algo así: "Para nosotros no es sólo un avión que pasa, para nosotros es como un ángel". Pues bien, de la misma manera Dios envía cada día a sus ángeles a "descargar", en el corazón humano, su Palabra que es lluvia y que es también semilla y cuando ellas (lluvia y semilla) se unen producen un gran fruto espiritual, fruto que no atañe sólo a la forma, sino también al fondo, al corazón del hombre.

Héctor Vargas Bastidas, obispo de Temuco

El 15 de febrero llegará Julio Iglesias a Temuco

En el despacho del presidente del Green Cross y alcalde de Temuco, Germán Becker, se firmó el documento que permite que el cantante internacional, Julio Iglesias, llegue el próximo 15 de febrero a la ciudad. En la firma del contrato estuvo presente el representante del destacado artistas internacional.

Expectación por el regreso de Bachelet a Caburgua

La noche del sábado, tras un repentino viaje realizado a Valparaíso producto de la tragedia que sacudió a esa ciudad, habría regresado la Presidenta a continuar sus vacaciones en la localidad de Caburgua. El antecedente surgió luego que la escolta presidencial llegara hasta el aeródromo de Pucón.

Molestia por cobro de peaje ilegal en Curacautín

Molestos están los vecinos por el cobro de peaje ilegal en el sector de Curacautín. El problema se arrastra desde el 2009, fecha en que unos colonos alemanes decidieron cerrar un camino de uso público que se encuentra en el sector de acceso al Parque Nacional Las Nalcas, adyacente a la Reserva Nacional Malalcahuello.

Hace ya casi siete años que la Presidenta Michelle Bachelet promulgó la Ley Nº 20.422 que establecía normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad. Este nuevo marco modificó y actualizó las regulaciones que existen en Chile respecto a un tema que tiene una sensibilidad y un alcance muy especiales y que, sin embargo, no siempre es percibido por la comunidad.

La Ley propuso la promoción, participación y acceso de personas con discapacidad en los diversos ámbitos del quehacer social, político, cultural y económico del país. Y aunque esto es algo que parece casi de sentido común, los hechos muestran que la sensibilidad muchas veces no se encuentra a flor de piel respecto a estos temas, y la sociedad en su conjunto tampoco llega a ser lo suficientemente empática.

La antigua Ley de Discapacidad data del año 1994 y correspondió a la primera regulación existente en Chile, de este tipo, pero ha sido necesario actualizarla. Sin embargo, el tema de fondo radica en la manera en que cada uno de nosotros entendemos y empatizamos con quienes presentan alguna discapacidad. Sólo de esa manera, sabremos integrarlos o colaborar en su diaria integración.

Por ejemplo, llama la atención que aun cuando han transcurrido siete años desde que esta ley fuera promulgada, incluso actualizando la antes mencionada de 1994, todavía existan empresas, servicios y en general, infraestructura pública que lejos de incorporar y ayudar a las personas con discapacidad, les dificulten la vida.

Aceras sin accesos o tan estrechas que son imposibles para una persona con problemas de desplazamiento, edificios sin accesos no inclusivos o hasta la imposibilidad de tomar locomoción colectiva, son sólo algunos de los problemas que diariamente se observan.

Nuestro país debe seguir trabajando para ser más inclusivo con quienes experimentan alguna discapacidad.