Preocupante es leer opiniones de periodistas, dirigentes gremiales, líderes indígenas, autoridades de gobierno, políticos y hasta empresarios a propósito de los últimos ataques incendiarios acaecidos en la región.
En la historia reciente de Latinoamérica se han levantado hombres y movimientos que han propugnado la violencia como la vía al cambio. Es por cierto la idea romántica sobre la violencia como fuerza creativa que no sólo se encumbra hoy en la Araucanía, sino que además le da justificaciones a las fuerzas dominantes para detenerla por la misma vía. Lo terrible del incremento de la virulencia es que indefectiblemente genera mas víctimas inocentes así como afecta sus bienes; y sea se consideren número o daño colateral, aumentarán negativamente los efectos de la misma.
El arzobispo Romero, tiempo antes de ser asesinado en El Salvador, en sus cartas pastorales definía diversos tipos de violencia, desde la del Estado, pasando por la organismos de extrema derecha, las respuestas insurreccionales de izquierda, las terroristas y las de la legítima autodefensa. Ciertamente era consciente de los peligros de la violencia sin control por ser ésta incontenible, y que finalmente le costó la vida.
¿Por qué en la Araucanía es tan difícil enfrentar la violencia? Entre otras razones porque como hemos visto, y planteé al principio, no importando a qué colectivo representan, muchos de los líderes que opinan y plantean sus juicios y críticas frente a los atentados de los que hemos sido testigos (si es que aun no víctimas directas), no condenan la violencia en todas su formas. Muy por el contrario, con sus análisis y opiniones como quien abre una puerta en una casa que se está quemando, la oxigenan haciéndola más peligrosa.
¿Y qué la hace tan extremadamente peligrosa? Es su dirección y velocidad - parafraseando a Levine - que puede conducir a una espiral de muerte y destrucción que se autoalimenta.
¿Qué dice la Biblia al respecto? "No aborrecerás a tu hermano (participamos de la misma familia humana) en tu corazón; razonarás con tu prójimo" (en un llamado al diálogo permanente). Pero no se queda allí, expresa además clara y taxativamente lo que Dios exige: "Basta ya gobernantes (y en esto se refiere a todo tipo de liderazgo) de violencia y destrucción, practiquen el derecho y la justicia, y dejen de robar (posesiones, sueños y vidas)". Sin duda es un llamado divino a detener toda acción violenta. Como iglesia oramos para que todos los líderes en nuestra región de una vez por todas oigan la voz de Dios, la única que nos puede orientar a lograr la anhelada paz.
Andrés Casanueva pastor anglicano