Autoridades se sumaron como censistas en diversas comunas de La Araucanía
PARTICIPACIÓN. Seremis, alcaldes, cores y concejales destacaron la buena acogida que tuvo el proceso por parte de los vecinos de la Región. VOLUNTARIO. Un periodista de El Austral censó la calle Capri, en el sector Amanecer. Allí, los vecinos dieron su opinión del censo y la realidad local.
"Ha sido un agrado llegar hasta las distintas casas de la comuna y poder conversar con los vecinos y hacer las preguntas del Censo". Así reaccionó el alcalde de Temuco, Miguel Becker, tras su participación como censista en la jornada de ayer. El jefe comunal llegó hasta la villa Pomona, del sector Santa Rosa, para cumplir con su trabajo de voluntario en el Censo 2017, el que llevó a cabo junto a más de 3 mil funcionarios municipales.
"He participado en los distintos censos que se han realizado, con diversas funciones y en este caso esta labor ha sido importante, porque llevamos dos años preparando esta actividad", comentó Becker, quien se sumó a una serie de autoridades comunales y regionales que cumplieron funciones de censistas.
Misma labor que cumplió el alcalde de Cunco, Alfonso Coke, quien comenzó desde temprano en funciones de coordinación y movilización de voluntarios. "Luego me tocó censar una villa del sector urbano donde la gente nos recibió con mucha alegría. Fue una jornada tranquila donde todos los funcionarios municipales se sumaron", señaló la máxima autoridad comunal.
SEREMIS
Hasta Traiguén se movilizó temprano por la mañana el seremi de Salud, Carlos González, quien llegó a la comuna con labores de coordinación junto al alcalde y autoridades locales. "En un momento se nos informó que faltaban censistas, por lo que decidimos ofrecernos, junto al alcalde, de voluntarios para ir a censar a las localidades rurales de Santa Clara y de Bellavista".
El seremi de Obras Públicas, Luis Emilio Roa, tuvo una larga jornada como censista en Temuco. El jefe del MOP en La Araucanía llegó a las 9 de la mañana al sector de la Villa Caupolicán, donde fue recibido afectuosamente por los vecinos. "Todas las personas estaban esperando y abrieron la puerta para ser censadas", indicó el seremi, agregando que "me tocó un barrio humilde de Temuco, pero con mucho cariño por parte de la gente; no faltó el ofrecimiento de un café o un té para amenizar el cuestionario", dijo.
Marcelo Segura, seremi de Educación, llegó hasta Pitrufquén donde precisó que "el Censo 2017 es un esfuerzo que ha sido exitosísimo en La Araucanía, que nos demuestra que cuando todos los chilenos y chilenas nos ponemos detrás de un objetivo tan noble como reconstruir la geografía social, económica y humana del país nos va bien, sin poner timbre a esta acción del Estado".
LABRANZA
Hasta el sector de Rengalil de Labranza -donde censó 11 hogares- llegó la seremi de Vivienda y Urbanismo, Romina Tuma, quien evaluó el proceso de manera positiva. "La gente fue muy cariñosa, se reunió toda la familia, por lo que siento mucho orgullo de estar cumpliendo con este deber cívico", aseguró.
Sobre la importancia del proceso, añadió que "nos va a permitir saber cuántos somos en la Región y cómo vivimos; si las personas viven hacinadas o si tienen conexión a los servicios básicos. En definitiva, se harán políticas públicas más pertinentes y se distribuirán los recursos de una manera más equitativa".
Por su parte, el concejal de Temuco, Esteban Barriga, quien participó por segunda vez del proceso -la primera fue en 2002-, visitó 20 casas del sector San Isidro de Labranza, contrastando la realidad del Chile de hace 15 años con la actual. "Así como ha cambiado de color, también ha cambiado la calidad de vida", recordó.
Según añadió Barriga este censo busca saber "cuántos somos y cómo estamos viviendo, para determinar hacia dónde hay que dirigir las políticas públicas y hacia dónde se deben llevar los nuevos lineamientos de un país que quiere crecer con menos desigualdad".
Bitácora sin editar: la aventura
de trabajar como encuestador
Desde que di la PSU que no estaba tan nervioso por tener que tomar un lápiz de mina. "Como si el país dependiera de mí", me consuelo antes de salir. Faltan diez minutos para las ocho de la mañana y lo único que veo avanzar hacia el paradero de la torre Caupolicán son personas abrigadísimas, obedientes del pronóstico de lluvia, que también se asombran porque no hay ni señales de alguna micro o colectivo.
Una Neobus de la línea ocho con destino a Quepe es la premiada para cargar unas quince personas que en menos de 20 segundos repletamos su pasillo, que ya venía congestionada.
Al cabo de unos minutos, dos sorpresas: la primera es que todavía no son las ocho y llegué a tiempo; la segunda, que la fila en la escuela llega hasta la puerta de acceso de la escuela Los Avellanos, ubicada en la calle Armando Jobet, en el sector Las Quilas. Ese era mi local censal, según la notificación que me llegó al correo.
¿y qué hacemos?
"No apareces en la nómina que dijimos en voz alta, así es que tendrás que esperar para ver a qué equipo te designamos", me dice una mujer que por varios minutos se ve superada por unas 80 personas que se agolpan a consultar su nombre... de nuevo.
En la fila, alguien bromea diciendo que la colación -un jugo, una leche, una barra de cereal y una bolsa de cereales- es a lo que más se puede esperar, de acuerdo al pago de 15 mil pesos por el día. Nadie lo toma en cuenta.
Los problemas silentes
Los nueve que no aparecíamos en la nómina somos destinados, finalmente, a los pasajes del área oriente de la esquina de Francisco Salazar y Recabarren.
Termino de censar la primera casa a las 10:03 de la mañana y luego avanzo a una en la que el antejardín está repleto de chatarra y bicicletas antiguas.
"¡Siempre escriben mal mi apellido!", me advierte lanzando una carcajada Nelson Ehijos, al interior de la casa en la que envasa condimentos y aliño que luego comercia en la Feria Pinto. "Hace muchos años que no sé qué es un sueldo, yo como cuando caen moneditas no más", me cuenta.
El reclamo de las pensiones bajas también lo hace su vecina octogenaria Emiliana Bustos, quien en compañía de su familia recuerda que su esposo "trabajó toda una vida para después ni disfrutarla".
La entrega
Después de hablar con una pareja de abuelos -tranquilo, don Ciro, me quedó claro que sólo son amigos- dejo dos citaciones y vuelvo a la escuela.
Al llegar, le pregunto a un hombre mayor si es censista, para que me guíe sobre dónde entregar la carpeta con los cuestionarios.
"No pierdo mi tiempo en porquerías", me responde indiferente al proceso que busca saber cuántos somos.
Yo no perdí mi tiempo. En calle Capri, gané 21 amigos.
Brunilda Tapia es profesora de una escuela particular. A su juicio, el censo es útil porque "cualquier dato es importante", aunque dice que "las encuestas producen personas de primera y segunda categoría. "Quiero creer que el censo ayudará a distribuir los recursos de manera más justa, porque hay que financiar mejor la educación. Me voy a jubilar y me voy convencida que allí está el futuro, en mis alumnos".
La edad no fue impedimento para que Emiliana Bustos se levantara a responder el cuestionario junto a su familia. "Si yo no viviera con ellos, yo no podría resistir sola con la pensión tan mísera que tengo. Ojalá esto sirva para ver qué recursos faltan, aunque más parece que es solamente un conteo que no logra averiguar las necesidades de las familias como nosotros", comentó la octogenaria.
Sin dejar de sonreír respondió el cuestionario el matrimonio de Armando Pacheco y Verónica Torres. "Creo que más que preguntar dónde vivía mi mamá cuando yo nací, deberían consultar sobre si hay alguna persona con discapacidad, cuál es el sueldo líquido que gana en total la familia, si hay un adulto mayor a mi cargo...", opinó después Verónica, acompañada de su esposo Armando.
"Que los políticos apoyen a los pobres y no para los puros ricos, que son ellos mismos" reclamó Nelson Ehijos, quien a sus 67 años recibe una pensión que describe como "una miseria". "Ningún problema las preguntas pero no sé qué tanto cambiará el país con el Censo. Ojalá se arregle la cosa, no más", sostuvo.
Apoyado en la puerta de salida de la mitad de la casa que arrienda, Christian González evalúa el censo como una serie de preguntas "básicas y sencillas". "Espero que sea un reflejo, que sea algo beneficioso para los que trabajamos 13 o 14 horas diarias y estamos a merced de nada más que el mercado para obtener ingresos", argumentó.
La simpatía en el rostro de Olinda Curiqueo cambió a una expresión de desconcierto cuando escuchó la frase: "Estamos listos con el cuestionario". "¿Y la pregunta de cuál es mi religión?", preguntó. "Eché de menos que preguntaran eso porque en los otros censos siempre hacían eso. Pero está bien, lo importante es que sea preciso", concluyó.
Margarita Aqueveque dice que está satisfecha porque "por fin" la censaron. A pesar de eso, dice desconfiar de la utilidad del censo.
"Yo creo que el censo no sirve, porque aunque nos cuenten bien, la ayuda es muy poca. Contar cuanta gente hay no vale de nada. A mí no me va ni me viene, porque mañana tengo que seguir sacándome la mugre igual, trabajando, sin la esperanza de que me van a ayudar en algo", comentó. "Al menos estuvo divertido. Nunca antes me habían censado, así que ahora sí existo", bromeó.
"¿Para qué van a preguntar más?" se pregunta Fernando Campos Barrera, luego de terminar el cuestionario. "Ya sería entrar a ahondar en lo íntimo", asegura entre bromeando y en serio. "Con esto vamos a ver que actualmente en Chile está llegando mucho inmigrante. Debería regularse más ese tema, no dejar entrar a mucha gente", reclama.
Se vino de Santiago a Temuco hace dos años por el simple hecho de que en su época de juventud había hecho amigos. Ahora, a sus 72 años, Ciro Antillanca vive solamente con la pensión solidaria. Dice que el censo estuvo "bueno" porque "las cosas tienen que ser cortitas y precisas". "Yo me vine de Santiago porque allá era muy inseguro para vivir. Acá tengo que arreglármelas para vivir y comer, pero me ayuda harto tener de vecina a la señora que me arrienda la pieza. Así que a pesar de todo, soy feliz", contó Ciro.