El vaso medio lleno
Se hace necesario que quienes guían un vehículo motorizado adopten actitudes preventivas a fin de evitar la ocurrencia de más tragedias en La Araucanía. El debate entonces está presente y sobre ello deberán realizarse negociaciones.
En esta columna hay una intención positiva diferente a otras en que he deslizado algunos análisis al comportamiento de los gobiernos chilenos después del año 1989 frente a la historia y la realidad del conflicto levantado por los mapuches en nuestra Araucanía.
Para dar una dimensión un tanto general al tema digamos que el pueblo araucano era dueño de 2 millones 800 mil hectáreas desde el Biobío al sur a la llegada de la mal llamada pacificación de La Araucanía se mostraban como un pueblo rico en ganado y tierras.
Hoy día debemos mirar el tema de acorde a una realidad que está centralmente enfrascada en el dominio de las grandes plantaciones forestales mucho más que en la representación de los pocos colonos descendientes de europeos y chilenos.
Quiero ser sincero en el cometido de la comisión dirigida por el obispo de La Araucanía porque frente a la iniciativa del gobierno emerge con un saldo positivo que ha servido de base por primera vez en dos siglos para que un gobierno intente oficialmente un planteamiento integral que busca soluciones verdaderas.
El planteamiento de la Presidenta Bachelet en representación del Estado tiene un valor de justicia moral que sería absurdo no destacar.
Desde esta premisa que no es menor se establecen múltiples medidas algunas bastantes concretas y otras que habrá que mejorarlas, afinarlas y enmarcarlas en la realidad de la actual contingencia de la Región.
Lo importante es que hay un documento oficial por primera vez sobre el cual mapuches y gobierno deberán mostrar con honestidad sus cartas de buenas y justas proyecciones. No deberá extrañar a nadie que surjan voces reconociendo el mérito de la Presidenta y otras lo harán con particulares análisis que expresen cuestionamientos.
El solo hecho de posiciones, cualquiera que sean sus ideas o intereses, hará imposible para el gobierno que venga, seguir dando dipironas al conflicto que cada día se torna más violento.
El debate entonces está presente y sobre ello deberán realizarse negociaciones que busquen justicia y reparación a siglos de indiferencia irresponsable de casi todos los gobiernos democráticos.
Entonces llamo humildemente a que los participantes no tiren bencina a las llamas que vienen del pasado y que se han reavivado con las nuevas generaciones mapuches.
Aunque esta importante proposición se haga al final del actual gobierno no pierde su trascendencia y espero que caminemos a construir la tranquilidad de un pueblo de más de 1 millón 100 mapuches y de una comunidad mestiza que en la Región es mayoritaria.
Roberto Muñoz Barra ex senador, presidente del Instituto Público
Socialdemócrata René Abeliux