El 21 de agosto partió el juicio por el caso Luchsinger Mackay en el Tribunal Oral en lo Penal de Temuco. Por lejos, el acto terrorista con resultado de muerte más atroz de que tengamos memoria.
Al día de hoy, en este juicio hay un condenado y 11 imputados como autores directos del crimen. Eso, en los Tribunales.
Pero también hay otro juicio Luchsinger Mackay.
En este otro juicio, hay otro tipo de víctimas y nuevas operaciones de violencia, de amedrentamiento y de limpieza étnica. Este otro juicio ocurre fuera de los Tribunales, justo en nuestra cara.
En este caso paralelo, las víctimas se repiten: gente de trabajo, agricultores de la Región, camioneros, miembros de iglesias y todos quienes deseamos la paz para Chile.
Este segundo juicio, sin embargo, hace rato ya dictó sentencia. Una que no admite ningún tipo de apelación y que, se nos frunza o no, debemos aceptar cabeza gacha.
Este otro juicio Luchsinger Mackay, que no es más que el gran lobby político en que se han coludido partidos políticos, gobierno y agencias internacionales, nos ha sentenciado a vivir diariamente en el terror, a dejar la tierra por miedo al ataque incendiario o simplemente a asumir que tu nombre aparezca por ahí "acusado" de haberte "apropiado" de algo que no es tuyo.
El aviso de esta sentencia es, como lo hemos visto, toda esta oleada de acciones terroristas que se nos ha venido encima y que tiene su propio marketing en esos afiches y amenazas que han colgado en las redes sociales.
En este otro juicio Luchsinger Mackay, la justicia se ha sacado la venda de los ojos y se ha arrodillado, como lo ha hecho el propio gobierno, ante esa gigantesca maquinaria de presión política nacional e internacional, para decretar quiénes son los "culpables" de este caso.
Las pruebas dan lo mismo. Basta con que alguien de esta "máquina" te acuse, mentiras más, mentiras menos, y listo. El resto, el Poder Legislativo, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, o tanto observador internacional que ha andado por acá, toma palco.
Este tribunal ideológico ha confirmado lo que sabíamos se nos iba a venir: que las verdaderas víctimas, coincidentemente, son las mismas del caso Luchsinger-Mackay. Quemadas, amenazadas o aterrorizadas, para el caso, da igual.
Víctimas desamparadas al fin y al cabo.
Hace una semana partió este emblemático juicio al borde del Cerro Ñielol. Lo que tengo claro es que desde ese día, todos somos Luchsinger Mackay.
Marcelo Zirotti Kehr presidente Sociedad de Fomento Agrícola de Temuco, Sofo A.G.