El Premio Nobel Alternativo, Manfred Max Neef, sostiene que nunca había visto una contienda presidencial "más empelotada" que ésta y así la estamos percibiendo muchos chilenos. Tenemos al frente seis candidaturas y hay distancias enormes entre ellos, a tal punto que en algunos hay serias dudas respecto a sus capacidades. Los clásicos ofertones comienzan: disminuir las horas de trabajo a 40, subir los salarios mínimos a $ 400 mil pesos, dar pasajes liberados a los adultos mayores en todos los medios de transportes, etc.
Me parece que en una columna anterior señalé que el comunismo no es el principal enemigo de la democracia, de la libertad, sino el populismo.
Un cientista político internacional nos alerta que el populismo puede aparecer en Chile aunque sea larvadamente. Lo terrible es que argumenta que esta definición no es una ideología y que se pone caretas atractivas según sea el lugar y la ocasión. Más aún tipifica al populismo como una degeneración de la democracia. En este tercer mundo algunos lo esconden bajo el título de "progresismo" y ello lo escuchamos ya en el Girardismo, a lo que agrega la retroescavadora de Quintana.
En un libro que estoy terminando de leer plantean la siguiente pregunta: ¿Somos inmunes los chilenos a caer en el populismo? Hasta hace poco creíamos que lo éramos, pero esto ha cambiado porque los políticos actuales en su conjunto se hallan desprestigiados ante la ciudadanía y entonces abren el camino para que aparezca en nuestros caminos cívicos este virus social, en donde aparecen personajes que cínicamente sostienen no pertenecer a ella ni al establishment y agregan que los problemas que enfrentamos son de fácil y rápida solución.
El cientista político Ugo Pepitone relata y gráfica el populismo como: "Jefe carismático, clientelismo partidario demagogia popular-patriótica, charlatanería mesiánica, desinterés en las reglas, concentración personal de los Poderes del Estado, corrupción cortesana, atención a los más pobres como benevolencia del líder y reparto clientelar".
A poner mucho cuidado en lo que vendrá, especialmente en los candidatos presidenciales y parlamentarios. Ser ciudadano significa dos responsabilidades: el Estado debe respetar derechos ciudadanos pero éste debe aceptar sus deberes y elegir en elecciones democráticas responsablemente a sus autoridades nacionales y regionales.
Roberto Muñoz Barra, exsenador y presidente del Instituto Estudios Públicos Social Demócrata