Quizás muchos no saben que el exclusivo colegio de Santiago en que estudiaba Nicolás, de sólo 15 años, que tomó la drástica y triste decisión de terminar con su vida después de ser detenido por haber sido denunciado por porte de marihuana en aulas del establecimiento educacional en que cursaba tercero medio, que lleva el nombre de Colegio Alianza Francesa de Vitacura, en realidad se llama Lycée Antoine de Saint- Exupéry, es decir, el nombre del autor de "El Principito", libro lleno de enseñanzas y de moralejas.
La muerte de Nicolás enlutece a todos los padres de este país. Como madre me ha afectado muchísimo. La pérdida de un hijo es un dolor indescriptible, sea cual sea la razón. Para una madre un hijo es un tesoro que nada ni nadie lo puede tocar. Se defiende de todo y de todos.
No me pronunciaré en esta columna respecto de lo que significa para mí el consumo de marihuana en los jóvenes, eso lo dejaré para otra oportunidad.
A lo que sí dedicaré estas líneas es a hacer una dura crítica a aquel colegio que, conocido es que lo único que busca en aquellos jóvenes que ingresan a sus aulas es un alto rendimiento académico. Su preocupación es sólo esa y olvidan lo más importante. Olvidan que los jóvenes están en plena formación, que son seres integrales, que esa formación no sólo es intelectual, que necesitan ser escuchados, que están en constantes procesos de cambio que, en definitiva, los llevarán a formar su personalidad. No son máquinas, son seres humanos con sentimientos, con emociones, con problemas, penas, alegrías. Son niños en cuerpo de grandes.
Claramente, el protocolo con que actuó el colegio frente a la problemática que se le presentó con Nicolás, al ser sorprendido con marihuana, no fue la correcta. No hubo criterio pedagógico, ni menos un actuar humanitario. Por lo mismo me pregunto: ¿qué diría El Principito si supiera que Nicolás tomó esta triste decisión de terminar con su incipiente vida por la incapacidad de los adultos de tener alma de niños? Decía El Principito que las personas mayores no son capaces de comprender las cosas por sí mismas.
En el credo de El Principito no hay castigos, no hay purgas, no hay negaciones. Decía El Principito que sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible a los ojos.
En fin, nadie en el colegio que lleva el nombre del autor de El Principito vio lo que estaba pasando con Nicolás y, por lo mismo, hubo purgas y castigos.
Nicolás, tu alma se congeló en el tiempo porque Dios quiso que no se corrompiera, así como Antoine de Saint- Exupéry lo hizo con El Principito. Para mí, eres un Principito.
Solange Carmine Rojas, concejala Temuco