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"Y aún sin bailar cueca"

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En plena inauguración de las Fiestas Patrias comienzan a sonar las palmas, guitarras y acordeones; mi señora saca su pañuelo y mira fijamente a mis ojos. Como un viajero del tiempo me traslado a la Avenida Amazonas con La Carrión a 2.800 metros de altura. Tengo 30 kilos y años menos, camino despreocupadamente disfrutando de los gratos 18 grados de esta hermosa capital sudamericana. En cada rincón de este barrio se puede escuchar aquella palabra terminada en "on" tan característica de los chilenos. Ya estoy cerca de El Manolo, punto de encuentro para esperar al Mico y al Rerro.

Allá en la tierra de los Quitus, nos reunimos un grupo de chilenos y añorando nuestra patria, sobre todo en septiembre. El olor inconfundible de la primavera, aquella que no podrían conocer aquellos que siempre han habitado un país tropical, las empanadas, el mote con huesillo, la chicha y por su puesto bailar cueca. ¿Bailar cueca? Bueno, en ese entonces ninguno de los que ahí estábamos sabía bailar cueca, pero nos propusimos que teníamos que aprender.

En un estudio reciente realizado por el Diario El Austral y la Facultad de Ciencias Jurídicas y Empresariales (FCJE) Ufro sobre hábitos de consumo y preferencias de los temuquenses en Fiestas Patrias, los resultados que se observan no difieren mayormente de aquello que soñábamos con mis amigos hace tres décadas a 6 mil kilómetros de distancia; no obstante los profundos cambios que ha vivido nuestra sociedad en este mismo tiempo. El 18 sigue siendo la fiesta de Chile con toda la carga simbólica que esto significa y además coincidente la proximidad de la tan anhelada primavera.

Pero ¿cómo celebramos el dieciocho en La Araucanía? De acuerdo con el estudio de la Universidad de La Frontera; los encuestados declaran que comiendo lo que siempre hemos comido y bailando cueca, por supuesto. Aunque solo el 16,5% indica saber hacerlo, y al mismo tiempo un 89,3% opina que nuestro baile nacional no puede faltar.

Regreso al presente, me encuentro en la plaza de Armas de Temuco, hace un poco de frío y mi señora ha dejado de mirarme, pues está esperando que algunos de los huasos asistentes a la inauguración la inviten a bailar. Después de 30 años no he cumplido mi promesa y al igual que el 83,5% de los consultados, aún no sé bailar cueca. Tendré que esperar que empiecen las cumbias para recuperar los puntos perdidos.