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Cochayuyeros de Tirúa viven su Navidad trabajando en Temuco

ESFUERZO. Seis familias de la costa del Biobío trajeron 100 matas de alga comestible, pero han vendido la mitad. Los niños no conocían al Viejito Pascuero, hasta esta semana.
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Camilo Garrido

A las 20 horas del 24 de diciembre, malls y supermercados no podrán seguir trabajando por ley. El día siguiente será feriado irrenunciable para los trabajadores por lo que podrán quedarse en casa a pasar una grata Navidad. Sin embargo, para estos otros comerciantes no habrá hora de cierre, tampoco descanso ni mucho menos retorno a casa. Son los cochayuyeros de Tirúa, quienes llegaron a vender el fruto de su trabajo. De eso depende su Navidad.

Seis familias se dedicaron a recolectar algas comestibles de la costa de la Región del Biobío. Al completar 100 matas de cochayuyo, las cargaron en sus cinco carretas hechas a mano y viajaron 120 kilómetros para traerlas a la capital de La Araucanía.

Son los Meñaco, un grupo de 15 personas, habitantes de la localidad tiruana de Casa de Piedra, que a las 9 de la mañana salen a recorrer la capital para vender 10 paquetes a 5 mil pesos cada uno.

"Llevamos más de 200 kilómetros andando con los animalitos. Empezamos el día 9 de diciembre y todavía no se termina la carreta", dice José Meñaco, quien a sus juveniles 22 años trabaja junto a su esposa y una hija de tres años.

Esfuerzo

A las 9 de la mañana comienza su jornada laboral, pasando por las calles de la capital, ofreciendo su alimento rico en minerales y fibra. Nutritivo por su casi inexistente grasa y muy apreciado en la mesa chilena por medio de budines, empanadas, pastas, ceviches y ensaladas, pero que tiene una difícil entrada en el mercado.

A Cleria Meñaco, de 37 años, al igual que al resto de su familia, le preocupa no poder vender sus productos con la misma tranquilidad que antes. Inspectores municipales y personal policial los fiscalizan periódicamente durante su estancia en el centro de Temuco. "No nos permiten estar ahí en el centro para vender nuestros productos tranquilos, que nadie nos moleste, que no nos digan nada, o nos dicen 'saquen su carreta, váyanse'. No necesitamos eso. Necesitamos que nos dejen vender lo que trajimos", dijo la trabajadora.

Esta actividad es una antigua tradición que sus propios protagonistas se niegan a permitir que se acabe. David Meñaco, el mayor de los tres hermanos (42 años), recuerda su niñez viajando junto a sus padres. "Yo empecé de chico. Tenía como 8 o 10 años. Ya no me acuerdo, pero he recorrido harto, con mi papá. Hasta Curacautín llegaba, me acuerdo yo", rememoró.

Pero no es fácil ser un Meñaco. El trayecto equivale a entre cinco y seis días de puro viaje en acarreo de carreta. Esos 120 kilómetros en vehículo equivalen a una hora y media de trayecto, pero al ritmo de los bueyes, se convierten fácilmente en una semana: 26 horas sin parar a velocidad de caminata.

"Uno se sacrifica para salir adelante con los niños para que ellos no sigan lo mismo que nosotros sufrimos. Uno como pobre sufre para mantener a los hijos", dice Cleria Meñaco, una de los tres hermanos Meñaco, quien arribó a Temuco con sus seis hijos y esposo. Ella es la que posee la familia más numerosa.

Con esta cantidad de pequeños y la escasez de recursos, festejar la Navidad ya no es un día más en el calendario: se vuelve un deseo en sí.

Pero esta semana Patricio Saavedra, un colectivero de la línea 21 de Temuco, se encargó de reducir esa distancia: llevó su propia tradición que ya cumple 26 años, de alegrarle el mes de diciembre a niños de los cochayuyeros. "Visitábamos hogares, y desde hace como dos años, escuché a Carlos Martínez, el 'Farkas de los pobres' (que hizo un llamado) y de ahí que nació esto", indicó.

En una gran bolsa roja como su traje, llevó juguetes y pelotas de goma para los niños, quienes no dudaron en correr con ellas por todo el peladero.

No contento con esto, el "Pascuero" Saavedra hizo su propio llamado para atraer donaciones, y así fue como respondieron más personas, como Erwin Riedemann, de Comercial Hamburgo de Temuco. "Vine por los niños que vienen viajando de muy lejos. Trajimos bolsitas con caramelos, galletas y confites", dijo.

Los Meñaco observaban con sorpresa a los niños jugar en el lugar. Los pequeños sólo habían escuchado hablar del "Pascuero" de sus padres, pero nunca lo vieron en persona. Tampoco los mayores. David Meñaco se sincera: "Nunca, desde que tengo recuerdo, nos había saludado el Viejito Pascuero ni entregado regalos. Es algo muy bonito para los niños", reconoció.

Pero luego de los festejos, aún quedan cosas por hacer. De las 100 matas de cochayuyos que trajeron, los tiruanos han vendido cerca de 60. No volverán a su hogar hasta haber vendido todo y no creen que esto ocurra antes de la Navidad.

"Pido al municipio que nos dé el espacio para vender la mercadería, el producto que trae uno del mar. No vinimos a robar", dijo José Meñaco.

El mayor de los hermanos, David Meñaco, está disponible al teléfono (09) 59657421. Patricio "el Pascuero" Saavedra, en tanto, está disponible en el número (9) 68099490.