PPara nadie es un misterio la feble situación de la salud pública que se vive en el país, y por cierto también en La Araucanía, con cifras rojas que se han dado a conocer reiteradamente respecto de interminables listas de espera tanto para el Auge como para los pacientes en general. Datos que se reiteran en todas las regiones del país.
Constantemente las estadísticas nos arroja una gran cantidad de personas que fallecen al año porque no alcanzaron a ser atendidas en el sistema público, pese a los complejos cuadros médicos que arrastraban. Un fenómeno que, por desgracia, continuará repitiéndose en el tiempo.
En ese sentido, hay algo que provoca consenso: la falta de recursos para fortalecer la salud pública, con un aumento sustantivo de la participación del sector en el PIB. Sin embargo, parte sustantiva de los recursos públicos se está ocupando para financiar en clínicas privadas las atenciones que los hospitales no pueden hacer, fundamentalmente por falta de especialistas. En consecuencia, se está en presencia de un evidente y nefasto círculo vicioso, en que faltan recursos para pagar profesionales, pero sí los hay para cancelar atenciones Auge en el sector privado.
El aumento del gasto en este sentido es grande y por cierto llama a reflexionar respecto de la política de remuneraciones para los especialistas, entregando los incentivos correctos para permitir que los pabellones quirúrgicos de los hospitales públicos estén ocupados las 24 horas del día y dar satisfacción a las exigencias de los pacientes Auge y, además, atender a quienes no lo son.
Que los médicos perciben remuneraciones notoriamente más altas que otros profesionales es una verdad irredargüible; no se puede desconocer ni menos pretender que cumplan funciones con estipendios que no compiten con la salud privada y que no permiten romper dicho círculo.
Urge que el país, más allá de un gobierno determinado, tome las decisiones oportunas y priorice adecuadamente el gasto público.