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ENTREVISTA. PATRICIO MARDONES SANDOVAL, EMPRESARIO AFECTADO POR ATAQUE INCENDIARIO EN VILCÚN:

"Estoy haciendo todo lo posible para seguir trabajando... no voy a dejar solos a mis viejos"

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Juan Carlos Poblete González

Pisando el suelo lleno de cenizas, que son restos de su inversión, Patricio Mardones (58) cuenta que su empresa se formó a punta de pala y sudor en el año 1980. Los camiones que se cargaban a pala fueron dejados atrás a medida que la demanda aumentó, cuando más constructoras le pedían material y forestales le pidieron que le mantuviera los caminos. Aquello le permitió alcanzar una flota de 16 camiones, además de maquinaria que incluía cargadores frontales, dos excavadoras y dos máquinas chancadoras, instalados a pocos metros del río Cautín.

Esta es la historia y las reflexiones del dueño de la empresa Áridos Mardones, que vio destruida casi la totalidad de su flota producto de un ataque incendiario ocurrido en la madrugada de este lunes, en el kilómetro tres del camino Cajón-Vilcún.

-¿Cómo llegó a trabajar en este lugar?

-Bastante años atrás, mi padre conoció este terreno y se dio cuenta que desde acá podía comprar producto (ripio), para mantener los caminos del fundo. Cuando partí con mi primer camión, suscribimos un contrato a mano y luego, hace ocho años, lo hicimos oficialmente ante notario. Por eso, nosotros conocimos desde chicos a los comuneros de acá, los Antinao. Ahora conozco a los hijos de los que jugábamos, porque mantenemos contacto siempre. Por eso que nunca hemos tenido problema con ninguno de ellos, ningún reclamo. Al contrario, cada semana paso la motoniveladora en los caminos interiores de la comunidad, cuando necesitan riego, les mandaba el camión aljibe... y así. Ellos son amigos míos. A mí me invitan a sus reuniones sociales, cuando muere algún miembro de la comunidad, paramos la faena y con los trabajadores armamos una caja de víveres para aportarles como amigos que somos. No se trata de beneficencia, sino actos de buena convivencia como vecinos y amigos. Porque nos conocemos y nos vemos siempre, así que hemos formado una amistad.

-¿Nunca pensó que podía ocurrir algo así?

-Por estar en un lugar a la que le llaman "zona roja", temíamos... pero como siempre habíamos tenido buena relación con la gente de la comunidad, creíamos no había mayor riesgo.

-¿Cómo se enteró del ataque?

-Con mi familia habíamos llegado a nuestra casa en Vilcún, después de haber ido al funeral de la madre de uno de mis conductores, cuando un cuarto para la una de la madrugada, me llamó el cuidador -que es mi cuñado- y me avisa que un grupo había entrado disparando contra la oficina, diciéndole que lo tenían rodeado y que se entregara. Él se parapetó, vio que andaban con el rostro tapado, sintió que dos se quedaron debajo de la escalera de la casa mientras el resto fue a quemar. Esta gente estaba muy preparada. Había un liderazgo, incluso, en el grupo y sabían el horario en el que venía Carabineros.

-¿De qué forma funcionaba la protección?

-Nosotros pedimos medidas de protección en el 2014 junto al dueño de una constructora que queda por camino Santa Rosa, a pocos kilómetros de nosotros. Desde ese año, hasta el 2016, estuvimos con punto fijo acá en la base, pero luego la sacaron. Ahí fue cuando fuimos a la Fiscalía a pedir que se nos viniera a resguardar, pero nos dijeron que Carabineros estaba para otras funciones y nos dejaron con un patrullaje rotativo, en la mañana y en la tarde. Esta gente sabía aquello. Sabían la hora en la que venían a sacar la firma, conocían el terreno.

Salir adelante

-Los camiones eran el trabajo de toda su vida...

-Sí. Por eso, son sentimientos muy fuertes... es complejo... (se emociona). Conmigo trabajan 70 personas. A la mayoría de ellos se le quemó su fuente de trabajo. A los choferes les dije que se quedaran en la casa porque no tienen a qué venir. Estoy ordenando el tema de los seguros para ver cuánto voy a sacar en limpio. De verdad que estoy haciendo todo lo posible para que podamos seguir trabajando, porque a mis viejos no los voy a dejar solos. Con ellos tengo aprecio y ellos saben. Me da mucha pena que esto afecte a personas como yo, gente de trabajo, que no tiene que ver con política. Es cruel, menos cuando jamás hemos tenido siquiera una discusión con nadie de este lugar.

-¿Cuántos camiones y máquinas contaban con seguros?

-De lo que quemado, habían nueve camiones y dos excavadoras con seguro. El resto, sin seguro: la motoniveladora, el aljibe, el del petróleo, un camión tolva y el carro de tolva. Son mil millones en pérdidas. Hoy anduve en el trámite de las pólizas y espero que entren en acción. Por mientras, las empresas están enteradas de lo que pasó y nos han comprendido.

-¿Qué le han dicho sus trabajadores?

-Mis viejos están nerviosos porque se puede terminar la pega. Yo les comenté que no voy a cerrar la cortina, no me voy a dejar amedrentar por gente mala, imprudente.

-¿Espera alguna ayuda?

-No necesito que me metan plata al bolsillo. Creo que con mis viejos seremos capaces de salir adelante, a punta de trabajo, con el rigor de siempre. Pero necesito que se recupere el respeto y el derecho a trabajar. Anoche Carabineros ni siquiera vino, por gentileza, a resguardar lo quemado. El intendente me dijo que tenía que ver si se podía acceder a algún tipo de fondo de ayuda. No sé... creo que no van a encontrar a nadie de los que hizo esto.

"Lo que hicieron acá fue un acto terrorista. Acá vinieron a quemar todo directamente, amenazando a una persona que quedó choqueada". Carabineros se comprometió que se quedaría en el día y en la noche acá, después de lo que ocurrió, pero no han aparecido...". Es terrible que tengamos que estar pidiendo que nos vengan a cuidar. El Gobierno de turno tiene que tomar acciones para recuperar el derecho a trabajar"."