Nuestra misión es compleja y lo sabemos. Se nos ha encargado por mandato legal y ciudadano, la investigación criminal de los delitos, además de ejercer funciones migratorias teniendo a nuestro cargo el ingreso y salida de personas del territorio nacional.

Debemos aplicar la ley en las situaciones que lo ameriten, cumplir el mandato de investigar delitos mediante la investigación criminal, levantando la información objetiva a través de criterios científicos y técnicos; garantizar el respeto irrestricto al Estado de Derecho y mantener estrechos vínculos con las diversas comunidades del país afianzando y profundizando los principios democráticos que nos rigen.

Este tipo de tareas significan para la PDI una enorme responsabilidad y cada uno de sus integrantes la asume en propiedad, conscientes que la ciudadanía espera de ellos su fiel cumplimiento.

Destaco el esfuerzo, compromiso y profesionalismo que todo el personal que trabaja en esta región policial ha puesto a diario en la forma de hacer su trabajo, una labor silente pero sostenida en el tiempo que demuestra una disciplina inquebrantable para el logro de nuestros objetivos estratégicos.

Lo anterior, me llena de satisfacción y orgullo, ya que ha permitido posicionarnos como una de las instituciones más reconocidas en el ámbito de la seguridad y justicia, así lo demuestra el último estudio realizado por la encuesta plaza pública CADEM -en junio del presente año- donde la PDI aparece como la institución mejor evaluada por parte de la ciudadanía.

Las líneas de acción son claras, nos enfocamos a lo esencial de nuestra función policial, "la investigación criminal", priorizando y garantizando que nuestro personal sea cada vez más profesional. Sabemos que el investigar está en el ADN de cada integrante de esta policía, y es por eso que hoy nos comprometemos con la comunidad en contribuir en la disminución de la criminalidad, a crear un lugar más seguro mejorando las condiciones de vida de nuestra sociedad y ayudando a que hombres y mujeres de este país tengan una vida en la que puedan gozar de sus derechos plenamente.

Víctor H. Pérez Oliva

prefecto inspector, jefe de la Región Policial de La Araucanía, PDI

La falta de respeto campea hoy por todos los ámbitos de la actividad regional y, por cierto, nacional, pero alcanza especial gravedad cuando es la propia vida -y la del prójimo- la que está en juego, sin que las múltiples y dramáticas experiencias nos hayan servido de lección.

No hay respeto por los ancianos, por los minusválidos, los niños o mujeres. El atropello en las filas de atención de público, en los estacionamientos para quienes no pueden caminar, en la locomoción pública, en oficinas públicas y privadas; en suma, el desdén generalizado por todo tipo de normas es el que reina a diario en nuestra relación comunitaria. El atropello y la falta de educación se han entronizado entre nosotros. Los otrora bienvenidos "buenos días" y "gracias" no son más que una anécdota social del pasado.

Pero, se señalaba, el punto más álgido es cuando la vida está en riesgo, en las calles y carreteras de La Araucanía, donde las tragedias de proporciones marcan una historia brutal.

La falta de respeto por las normas del tránsito, vastamente conocidas, ha llevado la muerte a tantos hogares, sembrando dolor, pero no aprendizaje.

¿Por qué lo demostrado en los exámenes prácticos no se hace realidad en el espacio público? Esta curiosa faceta de nuestra idiosincrasia -el doble estándar- lleva a muchos conductores a buscar el atropello de los derechos de los demás, para llegar un minuto antes, doblar donde está prohibido, insultar a quien sí sigue las normas, estacionar bloqueando a otros y, en especial, circulando a velocidades que terminan provocando los accidentes y la muerte.

El inmenso porcentaje de estas tragedias es de responsabilidad humana, por infringir las normas, manejando bajo la influencia el alcohol o haciéndolo a velocidad prohibida y en forma descuidada e irresponsable.

¿Qué hacer?: sólo resta trabajar con los niños, aun permeables a las buenas costumbres y un respeto razonable a las normas de vida.

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