Acogedores con la migración
Abramos los brazos a inmigrantes: merecen oportunidades y en general hacen bien a los países por la fuerza, creatividad e ideas nuevas.
El explosivo arribo de extranjeros -fenómeno que se extiende por al menos un par de décadas pero en los últimos años se ha intensificado-, tomó por sorpresa a todo un país ya que no se lo esperaba ni el ciudadano común y corriente ni tampoco el Estado, que no fue capaz de prever este enorme flujo desde países hermanos primero, pero últimamente provenientes del Caribe.
Hace un par de meses el Presidente Sebastián Piñera acompañado de varios ministros de su gabinete, firmó el nuevo proyecto de la Ley de Migración, con el objetivo de garantizar una "migración segura, ordenada y regular". En ese momento, el mandatario afirmó que "Chile ha sido, es y seguirá siendo un país abierto y acogedor con la migración".
En buena hora avanzamos como país en regular ingreso y permanencia de peruanos, venezolanos, haitianos, españoles, etcétera. Sin embargo, no hay que investigar demasiado para establecer cierto prejuicio social con esta nueva oleada migratoria que ha llegado a Chile y se ha expandido por gran parte de su territorio.
La desconfianza y malestar de una sociedad de acogida como la nuestra; los sesgos de algunos sectores sociales y de los medios de comunicación o la estigmatización por el color, la raza y la idiosincrasia, hacen que este tema sea recurrente y por lo mismo quede en evidencia el (escaso) grado de tolerancia e integración de nuestra sociedad.
En definitiva, los flujos de personas que cruzan de un país a otro han crecido de manera exponencial. Lo relevante es que depende de nosotros reducir este fenómeno únicamente a un análisis cuantitativo. La determinación de abandonar su propio país buscando nuevos horizontes, con los costos en salud, educación o vivienda que esto signifique para nuestro país va muchísimo más lejos.
La migración está cargada de símbolos y características. Porque las personas no se mueven únicamente por razones de tipo económico-financiero. Abramos entonces los brazos y las puertas a los inmigrantes: merecen oportunidades y en general le hacen bien a los países por la fuerza, empuje, creatividad e ideas nuevas. Superemos las fricciones, practiquemos la tolerancia y podremos convivir mucho mejor en sociedad.