Comando Jungla... Todo mal
Con el respeto y aprecio a mis camaradas y amigos Carabineros de Chile, quisiera hacer un humilde comentario y aporte.
Primero, una unidad antiterrorista como la que acaba de crear el Gobierno, no puede llamarse "Comando Jungla", nombre muy propio de una selva densa de imposible acceso y de un clima cálido lluvioso y tropical. Algo que no es así en las latitudes en que se encuentra la IX Región de La Araucanía y menos Temuco.
Segundo, realmente creo que fue un error que el Presidente hiciera una presentación de esta unidad, mostrando todo el material, para conocimiento detallado del potencial enemigo. Para disuadir no hay que ser tan obvios. Una mala estrategia comunicacional que pone en riesgo la unidad y sus integrantes.
Tercero, por dos años fui Comandante de una Unidad Mecanizada de carros MOWAG (8X8), similares a los que vi en dicha presentación. Conozco muy bien sus ventajas y restricciones. Espero que quienes van a operar esos carros también lo sepan.
Cuarto, y lo peor de todo; esa unidad antiterrorista, hasta donde se sabe, no tiene ningún respaldo legal. Me gustaría saber y creo que todos los que cuidamos y queremos a nuestras instituciones uniformadas, también lo quieren saber, ¿bajo el amparo de que Ley y su Reglamento Interno actuará esta Unidad antiterrorista? O sólo será, como les sucedió a muchos exuniformados, hoy detenidos en Punta Peuco, que su actuar fue sólo bajo el Juramento a la Bandera y la estricta obediencia de órdenes, en su mayoría verbales. Tranquilizador sería saber cómo se cumplirán las órdenes que recibirá el comandante de esa unidad y quiénes deberán ejecutar lo que disponga el Gobierno. Eso de "cumplan la orden que yo apechugo", ya no es de estos tiempos.
Quinto y último, para aquellos que tienen mala memoria, les recuerdo que el Ejército tuvo una Unidad antiterrorista, la "Unidad Cobra". La vimos en motivantes y diferentes presentaciones y simulacros que demostraban su alto profesionalismo, pero nunca la vimos actuar de verdad. Nunca lo pudieron hacer porque no había una ley y menos un reglamento interno para operacionalizar y autorizar su acción. Una unidad creada para combatir terroristas oficialmente declarados no para combatir cuatro pelagatos que desprestigian diariamente al pueblo mapuche, tan chilenos como todos nosotros y que sólo quieren vivir en paz.
Christian Slater Escanilla, coronel (r)
Dramas internos sin resolver
Me refiero a dos aspectos vigentes en nuestro país, relacionados con discriminación: la inmigración haitiana y el rechazo de vecinos al proyecto del alcalde de Las Condes, de construir un edificio para gente trabajadora ya arraigada en el barrio alto.
Me parece que la inmigración de haitianos carece de un elemental estudio respecto al problema que se desea mitigar: si es Chile quien necesita cubrir algún déficit laboral o el país desea ayudar a otras nacionalidades en graves problemas de existencia vital, como sucede en Haití y Venezuela, dramáticamente. Chile también mantiene casos dramáticos.
Nuestro país no ha podido resolver sus casos internos sobre supervivencia de su población desamparada, pese a los esfuerzos democráticos de los últimos gobiernos. Si la caridad comienza por casa, en Chile equivocamos el foco porque mantenemos problemas discriminatorios internos pendientes, como el de Las Condes. Y si un alcalde desea abordar el problema interno, es rechazado.
Conociendo la idiosincrasia de nuestras propias poblaciones desamparadas, mi temor es que aquellos que reciban un bien raíz a costo muy bajo, prefieran venderlo y retornar a su estado abandonado junto a sus auténticos vecinos, y disfrutar su lotería ganada. Asumo que los departamentos aludidos no pueden venderse ni traspasarse sin el control municipal.
Observo con temor la invasión de haitianos intentando integrarse con la dificultad de su idioma tan propio que a los franceses les dificulta entender. Y su falta absoluta de especialidades.
David Benavente
Taxistas y Uber
Al subirse a un taxi techo amarillo, las personas presienten que están asumiendo un alto riesgo físico y psicológico producto de la mala experiencia propia y ajena, situación que no les sucede con los Uber y similares.
A diferencia de los Uber y similares, si los taxis techo amarillo dieran la certeza que su taxímetro no es fraudulento, que el taxista no es un delincuente o que no tiene antecedentes penales por drogas, acoso o violación, manejo en estado de ebriedad, u otra falta o delito que puedan poner en peligro la integridad del pasajero, donde poder reclamar por una mala atención, que exista una rigurosa fiscalización y fuertes sanciones a los infractores, no tendría problemas de que desaparecieran los Uber y similares.
La verdad es que los Uber y similares, llegaron para satisfacer una necesidad no satisfecha por los taxis techo amarillo.
Dr. Jaime Manuel Ojeda Torrent