Como hemos destacado anteriormente algunas iniciativas de establecimientos educacionales han buscado intruir a los pequeños en seguridad vial, con apoyo de Carabineros, con el objetivo de impulsar un cambio de mentalidad para las futuras conductas de automovilistas y peatones, intentando evitar parte de las innumerables tragedias que a diario observamos en las informaciones policiales.
El año pasado el Colegio Pumahue creo una ciudad en miniatura, suficiente como para instalar en ella las señalizaciones que se encuentran habitualmente en una urbe de verdad, con calles, veredas, rotondas, pasos peatonales, semáforos, estacionamientos, cruces ferroviarios, etcétera, y contando con vehículos a pedales para implementar las enseñanzas que posibilitarán un mejor comportamiento de conductores y peatones en el futuro, asunto hasta hoy absolutamente al debe.
El desafío es, no cabe duda, implementar infraestructuras similares o recurrir a otro tipo de tecnologías, en la mayoría posible de escuelas de La Araucanía y del país. Enseñanzas como éstas son impartidas desde muy pequeños en países desarrollados y en el nuestro constituye una deuda que ha llegado el momento de saldar.
Hoy las carreteras han alcanzado estándares de calidad y seguridad nunca antes vistos, sin embargo los siniestros se suceden unos tras otros y un altísimo porcentaje de ellos originados por impresentables descuidos de conductores y peatones. En muchos casos no existe tan siquiera desconocimiento de ciertas normas, sino el lamentable comportamiento de hacer caso omiso de ellas.
Por todo ello es tan importante que se comience a hacer serios esfuerzos en crear conciencia desde pequeños, en una forma de juego pero muy serio y responsable de la importancia de obedecer las normas del tránsito y de las consecuencias que su olvido puede ocasionar incluso en quienes son actores involuntarios.