Diariamente la comunidad temuquense aprecia las graves consecuencias que derivan del uso de los teléfonos móviles mientras se conduce vehículos motorizados, provocando accidentes que ponen en riesgo la vida de quien maneja, sus acompañantes y los ocupantes de otros móviles que se ven involuntariamente involucrados en estos hechos.
Este fenómeno, en pleno aumento, es visible a cada instante en las calles de la capital regional y otras ciudades y carreteras de La Araucanía; el control policial no es suficiente y jamás lo será si no hay cambios sustantivos en la conciencia de los conductores.
Una reciente investigación de una universidad canadiense concluyó que manejar y hablar por celular al mismo tiempo equivale a hacerlo bajo la influencia del alcohol, toda vez que esta nefasta práctica multiplica por cuatro las posibilidades de sufrir un accidente. En dicho estudio colaboraron además prestigiosas universidades y centros de estudios médicos.
Al hablar se agregó posteriormente la revisión de correos, del whatsapp e incluso la escritura de mensajes, agravando desde luego la situación al hacer más compleja la distracción. Lo anterior está claramente sancionado, con multas que llegan hasta los 70 mil, pero es comprensible que dada la inmensa cantidad de infractores sea imposible fiscalizar en forma adecuada.
Informes muy calificados indican que tras hablar un minuto y medio por el móvil, incluso utilizando manos libres, el conductor deja de percibir un 40 por ciento de las señales del tránsito, se pierde la capacidad de concentración y se descuida la distancia que debe mantenerse con el vehículo que lo precede, aumentando entre medio y dos segundos el tiempo de reacción ante los imprevistos.
Evitar estos riesgos depende de los propios conductores, aunque una campaña policial más eficiente aún para prevenir y sancionar sería incuestionablemente útil, evitando nuevas tragedias en las calles y carreteras.