Investigadores Ufro estudian bacterias de la Antártica para desarrollar nuevos antibióticos
DESDE HACE TRES AÑOS. El proyecto, que concluye su primera etapa en 2021, es financiado por la Red de Investigación en Ambientes Extremos y la Dirección de Investigación de la casa de estudios.
¿Es posible encontrar en un territorio tan hostil como la Antártica una solución a un problema médico tan frecuente como la resistencia a los antibióticos? Investigadores de Universidad de La Frontera (Ufro) tienen la respuesta.
Desde hace tres años trabajan en la búsqueda de bacterias con potencial antibiótico en la Antártica chilena y ya han recolectado más de 300 bacterias -denominadas actinobacterias- en zonas protegidas de las islas Shetland del Sur, en el territorio antártico, donde solo se permite el acceso a investigadores con un permiso del Instituto Nacional Antártico Chileno (INACH).
¿Por qué trabajan en esta zona?
"La Antártica es el continente más remoto de la Tierra, y considerado como un gran desierto. Para los científicos, este continente proporciona un laboratorio natural para el estudio de los procesos geológicos, el cambio climático y la adaptación de la vida", explica la directora del proyecto e investigadora del Núcleo Científico Tecnológico en Biorrecursos de Ufro, Leticia Barrientos.
Las características de la Antártica han potenciado los microorganismos existentes- señala Leticia Barrientos-, y que pueden ser la base de los futuros antibióticos. Ello, dado que las bacterias se adaptan a las condiciones ambientales extremas, como temperaturas promedios de 17ºC bajo cero, una marcada aridez del suelo debido a las escasas precipitaciones anuales, una baja disponibilidad de nutrientes, una alta salinidad y una alta radiación ultra violeta.
"Las bacterias de ambientes extremos son capaces de producir hasta diez veces más metabolitos de lo que se estimaba, lo que significa, por ejemplo, que tienen una mejor defensa ante las condiciones ambientales", resume la directora del proyecto.
SUELO ANtártico
Las muestras han sido tomadas directamente desde el suelo antártico, de hielos de la zona, de lagunas con agua dulce y de mar, tanto en superficie como en profundidad. También se recopilan bacterias de sedimento marino, gracias a la colaboración de algunos buzos, y se levantaron microorganismos desde lugares prístinos y sitios contaminados por la presencia del hombre.
La investigación se produce en circunstancias que los efectos mortales por la resistencia a los antibióticos crecen año a año.
Etapas
El trabajo de los científicos de Ufro, que cuenta con la colaboración de profesionales de la Universidad de Queensland, Australia, se encuentra actualmente en una etapa destinada al cultivo de las actinobacterias -en el laboratorio de Biología Molecular Aplicada de la casa de estudios en Temuco-, con el objetivo de analizar sus capacidades antibióticas. Los análisis realizados han permitido medir el potencial de los microorganismos para ser utilizados, por ejemplo, en la industria farmacéutica y biotecnológica de alimentos.
Sin embargo, las actinobacterias no solo tienen un posible uso antibiótico, según Leticia Barrientos. "Algunos metabolitos aislados de estas bacterias mostraron ser activos biosurfactantes (grupo de moléculas que intervienen en procesos de limpieza), que permitirían descontaminar derrames de hidrocarburos; otras producen la enzima lactasa, que ayudaría a las personas intolerantes a la lactosa, entre varias otras propiedades que estamos determinando como laboratorio", afirma.
El proyecto, que concluye su primera etapa en 2021, es financiado por la Red de Investigación en Ambientes Extremos y la Dirección de Investigación de Ufro.
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"Para los científicos, este continente proporciona un laboratorio natural para el estudio de los procesos geológicos, el cambio climático y la adaptación de la vida".
Leticia Barrientos,, directora del proyecto e investigadora del Núcleo Científico Tecnológico en Biorrecursos de la Ufro
Actinobacterias
Las actinobacterias no solo tienen un posible uso antibiótico, según Leticia Barrientos. "Algunos metabolitos aislados de estas bacterias mostraron ser activos biosurfactantes (grupo de moléculas que intervienen en procesos de limpieza), que permitirían descontaminar derrames de hidrocarburos; otras producen la enzima lactasa, que ayudaría a las personas intolerantes a la lactosa, entre varias otras propiedades que estamos determinando como laboratorio", afirma.