No una, sino tres retroexcavadoras
Todo indica que es mejor meditación y prudencia para los tiempos que vivimos.
Cincuenta y cinco días vamos a cumplir con manifestaciones de miles de chilenas y chilenos en pro de un más equitativo y justo sistema social, el que en los treinta años que llevamos viviendo en democracia, cruelmente acentuó las distancias entre unos muy pocos controladores del 75 por ciento de toda nuestra riqueza nacional y entre los muchos que deben enfrentar uno de los costos de vida más caros de nuestro continente, solo nos queda el aire que respiramos a pagar.
Entonces hay que reconocer que las movilizaciones de los muchos son de absoluta justicia y que por ende hay que ubicar y rechazar a los grupos ultristas y anárquicos que aprovechando el "a río revuelto" dan paso a sus instintos delicuenciales, enturbiando las demandas que ya no es posible desoir y no satisfacer.
Nadie puede quedar insensible a lo que informó una institución absolutamente técnica como lo es el Banco Central, respecto a que en marzo del año que está a pocos días de distancia, se puede configurar una cesantía superior al diez por ciento, o sea una masa no inferior a los dos millones de personas.
Todo indica que para enfrentar esta cruda realidad, los sectores políticos todos, deben dejar pasiones y cálculos electorales pequeños; la demanda es demasiada fina y delicada, dogmas y sectarismos no tienen cabida, los aportes de nuestras autoridades deben estar a la altura de sus responsabilidades, por eso resulta incomprensible que una alta autoridad del Senado declare extrañamente que se quedó corto cuando ofreció al país una retroexcavadora para demoler los cimientos de un sistema político social, y entonces a esta altura ofrece tres retroexcavadoras: Con ellas llegó Chavez y ahora Maduro en Venezuela, y conocemos sus resultados, todo indica que es mejor meditación y prudencia para los tiempos que vivimos.
No hace muchos años atrás, personeros de la derecha se constituyeron y tendieron puentes para sacar de una conflictiva situacion al Presidente Ricardo Lagos, incluso oponiéndose a las intenciones exaltadas de personeros de sus propios partidos. También vale la pena recordar gestos de Estado de nuestros políticos, dignos de imitar con ocasión del grave conflicto que vivió la Democracia Cristiana cuando el presidente de ella no inscribió las listas de sus candidatos a parlamentarios en los plazos legales, lo que la dejaba fuera de la contienda a esos representantes. En pocas horas se creó la ley que ampliaba el plazo y nadie sacó mezquinos intereses del tema.
Hoy día el país responsable mira sin entender la acusación constitucional contra el actual Presidente que ganó su cargo limpiamente; el que su gestión no haya sido ni sea como él ofreció, "de los tiempos mejores", habilita para producir una brecha de tal magnitud en que indudablemente "el remedio puede resultar peor que la enfermedad".
Peligrosamente en su resolución, la Cámara de Diputados determinó la admisibilidad de la acusación; ellos están en su derecho constitucional, pero tal vez hubiere una determinación en contrario devuelto la esperanza a una solución a más corto plazo, acompañado por aportes concretos del Gobierno.
Y, por supuesto, las retroexcavadoras déjenlas para reconstruir lo que torpe y equivocadamente se destruyó en bienes materiales. El alma ciudadana y la construcción de destinos más justos no las necesitan.