Recién el ministro de Salud nos informa que 700 médicos no lograron conseguir la beca para adquirir diversas especialidades. ¿Es qué estamos sobrados de ellos?
La Araucanía está compuesta por 32 comunas, una sola de ellas cuenta con todas las especialidades. Tres o cuatro de los otros centros de salud algunas pocas y, de ahí para abajo, médicos generales recién egresados. Esta realidad obliga todos los días a enviar enfermos graves hasta nuestra capital regional en la búsqueda de su solución. Este país tan proclive a las encuestas podrían hacerlas también para saber cuántos enfermos mueren en el traslado de las ciudades periféricas, algunas a más de cien kilómetros como Angol, Collipulli, Curacautín,Melipeuco, Cunco y otras, solamente por nombrar algunas.
La salud de nuestro Sistema de Salud está enferma y a ella concurren cerca de diez millones de chilenos que son de los sectores más modestos, económicamente más débiles, y la parte baja de la llamada clase media que es como un chicle que se estira, por ende, no se sabe dónde comienza y dónde termina. Así es el espejismo de este sector social.
Cuesta encontrar cifras oficiales que descubran esta realidad. Las cuentas públicas de sus autoridades están llenas de informaciones bajo las cuales se esconde que en nuestro país existe un millón ochocientas sesenta mil, entre niños, mujeres,hombres y adultos mayores en situación de espera para atención precisamente de especialistas y doscientas cincuenta mil que tienen pendiente operaciones quirúrgicas, destacando las dolorosas displasias por luxaciones de cadera que tienen un promedio de espera superior a los dos años. El sesenta y dos por ciento corresponde a mujeres y el treinta y ocho por ciento a varones.
¿Todo esto acontece solo por falta de recursos? Los hospitales públicos tienen deudas por más de ochocientos mil millones de pesos, pero también por mala administración.
Un ejemplo, en el hospital de Victoria los directores no duran más de un año y uno de ellos, aunque pareciere increíble, duró un día.
Los profanos nos preguntamos: ¿Por qué los hospitales atienden público que concurre por consulta de sus males solamente en las mañanas y en las tardes"penan las ánimas" y sus personales deambulan por pasillos en solitario caminar?
Es cierto que desde el año 1990 se han creado programas como el Auge, el GES, la Ley Ricarte Soto, programas de operaciones catastróficas y otros. Lo gris de ello es que en esos mismos males sufren duros retrasos por "falta de especialistas" entonces, señor ministro, en lugar de contarnos el problema díganos cual es la solución que usted adminisitra para solucionar esta increíble realidad.
Roberto Muñoz Barra exsenador, presidente Instituto de
Estudios Públicos Social Demócrata