Esta pandemia que mata e infecta a cientos de miles de seres humanos, pienso -al calor de ciertas lecturas en que me sumerjo en esta cuarentena voluntaria- podría ser una luz amarilla que comienza a indicarnos que se termina un ciclo de desarrollo y se viene otro cuyas dimensiones y proyecciones aún no dimensionamos.
La creación de la inteligencia artificial, la presencia cada vez más increíble de los robots, la capacidad que tendrán los científicos de crear vidas dirigidas, vegetales, especies animales darán -que duda cabe- paso a una nueva civilización.
Desde el año 1920 comienzan a aparecer, por ejemplo, los androides. Su desarrollo, en casi un siglo, ha tenido un avance que ha superado la imaginación, desplazando a gran cantidad de personas, sustituyéndolas en diversas tareas, asumiéndolas con alta precisión, con mayor productividad y menores costos.
La ciencia y la robótica van de la mano, hoy día están juntas en los laboratorios, buscando la solución a este nefasto virus, el covid-19, juntas, se incorporan cada vez más a múltiples actividades productivas y de servicios como la medicina, la agricultura, tramitaciones ante los tribunales de justicia, tareas del hogar, cajeros de bancos, callcenters.
Esta nueva era que se asoma es un fenómeno que comienza su desarrollo y que impactará las distintas dimensiones del hacer humano, en las instituciones del Estado y las empresas, donde pasaremos del estado material a lo virtual y digital.
Esto significa que se modificarán las prácticas profesionales y los oficios técnicos, eliminándose un importante porcentaje de puestos de trabajo, sustituidos por la tecnología. Hoy día se reclama el débil porcentaje de natalidad, pero la interrogante que al menos a mí me conmueve, es ¿no se caminará precisamente hacia la disminución de dicha población por otra más perfecta? la ciencia anuncia que se podrán manejar los genes de los hijos que vendrán, se trata de la biogenética, una nueva forma de eugenesia, diferente a lo de siglos pasados, que eliminaban a los que nacían deformes o con limitaciones físicas y no nos sorprendamos si recordamos que a principios del siglo XX en Inglaterra, Estados Unidos, Dinamarca, Noruega y Suecia se recurrió a la esterilización a quienes eran considerados deficientes . Y no olvidemos que el nacionalsocialismo en la década de los años cuarenta tocó la idea de mejorar la raza bajo la consideración que existían razas inferiores y superiores, esta última estaba representada por la raza aria.
Entonces ¿son necesarios los más de 7 mil millones de personas que el planeta Tierra tiene hoy? Con el desarrollo de la tecnología, con la inteligencia artificial y la creación de seres humanos, animales, vegetales, ya no creados por un Dios o por la naturaleza que serán más perfectos y que vivirán siglos, con la regeneración de tejidos ¿por qué puede escandalizar que ante esta pandemia se diga por algunos que si es necesario definir entre un viejo y un joven, se optaría, por éste último? Es duro reconocerlo, pero es lo que trae debajo del poncho la Ciencia y la Tecnología, la creación de una raza humana no tan dirigida por los sentimientos, como ocurre en el presente.
Roberto Muñoz Barra,
exsenador, presidente Instituto Estudios Públicos Social Demócrata