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De Charlotte a la Casa Blanca: las mil vueltas de la convención republicana

ELECCIONES. En un principio la ceremonia de nominación sería en Carolina del Norte (Charlotte), pero por la pandemia se trasladó a Florida, donde tampoco se pudo concretar. Finalmente, será en la sede de gobierno.
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De la Convención Nacional Republicana apenas se saben detalles y ha sido objeto de innumerables vaivenes en los últimos meses. Pero algo sí que se sabe de seguro: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, estará omnipresente.

En un principio, era Charlotte (Carolina del Norte) la sede pensada para una tradicional convención, planes que se trastocaron con la pandemia del coronavirus. Durante semanas, Trump estuvo presionando al gobernador del estado, el demócrata Roy Cooper, para seguir adelante con una reunión presencial. Sin embargo, y debido a la creciente gravedad de la pandemia del coronavirus, Cooper replicó que no se podía garantizar la salud de la decena de miles de asistentes previstos en un estadio y ofreció un evento de escala reducida.

Trump, siempre atento a la proyección televisiva, criticó a Cooper y anunció en mayo que trasladaría el evento a otro estado por la mala imagen que daría una convención sin multitudes. Optó, finalmente, por Jacksonville (Florida), estado con un gobernador republicano, Ron DeSantis, quien prometió todas las facilidades al mandatario. Pero de nuevo el virus se cruzó en el camino. Florida, junto con Texas y California, vive uno de los repuntes más preocupantes de contagios y muchos delegados y participantes comenzaron a expresar sus dudas.

"Debemos esperar y ver cómo se ven las cosas a finales de agosto para determinar si podemos o no reunir con seguridad a tanta gente", advirtió Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado, en julio.

Buscando alternativas

Las autoridades locales de Jacksonville también expresaron sus reservas y el partido Republicano propuso llevar a cabo el evento en un espacio al aire libre con el objetivo de garantizar la asistencia y reducir el riesgo.

Con recelo, a Trump, que en un principio restó gravedad a la crisis del coronavirus, no le quedó más remedio que cancelar también el evento de Jacksonville. Estados Unidos se había convertido en el país con mayor saldo mortal por covid-19, más de 170.000 fallecidos, y cinco millones de contagios.

Nuevo plan

Con apenas un mes de margen, la improvisación y el nerviosismo se apoderó de los republicanos. De nuevo Trump asumió el mando y anunció con su habitual manejo del suspense que se barajaban dos opciones para dar el tradicional discurso de aceptación de la candidatura republicana para la reelección.

Vuelta a la casa blanca

Trump ya había insinuado la posibilidad de realizar el discurso desde la Casa Blanca, pero los expertos habían advertido sobre problemas legales al utilizar la sede del Ejecutivo para un acto partidista.

La semana pasada, casi en el último minuto, el mandatario tomó la decisión con la que se cerraba el círculo y culminaban meses de suspensiones, traslados, reubicaciones y planes provisionales: ofrecerá el discurso ese jueves desde la Casa Blanca. Irá acompañado, adelantó poco después su campaña, por fuegos artificiales en el cercano monumento a Washington.

Disyuntiva en torno al Correo

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Los legisladores republicanos que enfrentan duras contiendas por su reelección se encuentran en una situación difícil respecto al Servicio Postal por los recortes presupuestarios que promete Trump a uno de los pocos organismos de gobierno que gozan de más estima popular. Los republicanos dicen que sus opositores exageran los problemas del servicio, que presenta demoras en las entregas. Sin embargo, la situación puso a los legisladores en una posición incómoda. Pueden apoyar las acusaciones de Trump en contra de esta institución o también es razonable que apoyen la inyección de recursos al organismo, lo que se votará próximamente.

El opositor ruso llega a Berlín para ser tratado

RUSIA. El Kremlin justificó su demora en la aprobación del traslado del político argumentando la crítica condición en la que se encuentra.
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El disidente ruso Alexei Navalny, que está en coma tras un supuesto envenenamiento, llegó ayer a Berlín en un vuelo especial para ser tratado por especialistas en el principal hospital de la capital alemana.

"Navalny está en Berlín. "Sobrevivió al vuelo y está estable", dijo Jaka Bizilj, de Cine por la Paz, la organización alemana que organizó el traslado, a The Associated Press. Tras aterrizar poco antes de las 09:00 (hora local) en una zona especial del aeropuerto Tegel de Berlín utilizada para vuelos gubernamentales y militares, Navalny fue llevado en ambulancia al hospital Charite, en el centro de la ciudad. Los médicos sometieron al político a exhaustivas pruebas, explicó más tarde el hospital en un comunicado, agregando que los doctores no realizarán comentarios sobre su enfermedad o su tratamiento hasta que finalice.

Navalny, político de 44 años e investigador de casos corrupción y uno de los críticos más prominentes del presidente de Rusia, Vladimir Putin, ingresó en la unidad de cuidados intensivos de un hospital de Omsk, una ciudad de Siberia, el jueves. Sus partidarios creen que un té que tomó antes de embarcar estaba envenenado y que el Kremlin está detrás tanto de eso, como de la demora en su traslado a un centro alemán.