La Encuesta Social Covid-19, elaborada por el Ministerio de Desarrollo Social y el INE, entre otros, reveló que antes de la pandemia el 16,5% de los hogares declaraba que su ingreso "no les alcanzaba" para financiar sus gastos, cifra que durante la emergencia se elevó a 48,8%. Además, un 59,4% de los hogares declaró haber disminuido sus ingresos totales durante la crisis sanitaria.

Un dato adicional que debe preocupar en forma particular es que el 40% de los consultados aseguró que se tuvo que endeudar.

Es sabido que en la gran mayoría de los casos, esta situación se ha agravado debido a la pérdida de empleo de algunos de los integrantes de las familias. De hecho, en el 38,4% de los hogares bajó el número de personas ocupadas. Por esto, en la pandemia, el 27,4% de los hogares encuestados no tenía a ninguno de sus integrantes ocupado, mientras que antes de la pandemia, esta proporción era de 13,9%.

Sobre los efectos de la crisis en la calidad de vida de los hogares, el 65,6% postergó tratamientos de salud en la emergencia (43,2% dentro de esa proporción, por temor a contagiarse), el 19,4% enfrenta problemas de inseguridad alimentaria y el 21,4% presenta un nivel moderado o severo de ansiedad y/o depresión.

Que la mayor reducción de gastos en el periodo asociado a la pandemia se dé en los sectores de la alimentación y tratamientos de salud es, sin duda, un dato muy preocupante, que obligará a intensificar el análisis de cómo se hará frente a las consecuencias de aquello para el futuro. Una vez que se supere la fase más crítica de la pandemia y se comiencen a retomar las actividades, habrá que pensar en planes especiales de atención y monitoreo, especialmente de la población más joven y los adultos mayores, para establecer la dimensión del impacto de esta situación en el estado general de salud de las personas.

Por eso, junto con mantener las medidas de apoyo a los más necesitados, se requiere de la responsabilidad de aquellos que pueden hacer un esfuerzo de austeridad y evitar endeudarse más allá de lo estrictamente necesario para hacer frente a este complejo momento.

Aunque ha sido protagonista de una serie de conflictos que, en muchos casos, han generado violencia, la Región de La Araucanía cuenta con un invaluable patrimonio histórico, social y natural, que es tarea de todos no solo preservar, sino también hacer prosperar.

Pese a ser la región con la mayor tasa de pobreza en Chile, son muchas las historias de ciudadanos, emprendedores y empresarios, que trabajan a diario por el bienestar y futuro de la Región. Vidas que, más allá del conflicto latente, no acaparan portadas, pero que vale la pena visibilizar como los protagonistas del desarrollo y crecimiento regional.

Un 5,8% de la población del país vive en La Araucanía. De ellos, gran parte pertenece a sectores rurales dedicados a la ganadería, industria forestal y agricultura, entre otras. Personas que no solo están unidas por el territorio, sino también por una sensación de "invisibilidad" de parte del mundo urbano, que tiende a olvidar sus necesidades, relevancia e impacto para el país.

Esa brecha es la que buscamos acortar desde el Indap. En 2020 invertiremos más de 54.000 millones de pesos en esta Región, generando programas útiles que incentivan el desarrollo sostenible de miles de productores y organizaciones, a través de la inversión y la asesoría técnica. En esa línea estamos trabajando hace tiempo en terreno, entendiendo que nuestro valor está en el apoyo concreto desde la vereda económica y social.

Desarrollar, gestionar e implementar políticas públicas exitosas y eficientes, requiere un grado de profundidad que solo se consigue conociendo al interlocutor. En eso estamos trabajando y recorriendo la Región, para ponerle caras, historias, necesidades y sueños a los miles de chilenos que son parte de la zona rural de La Araucanía y que lejos del conflicto y la violencia, buscan salir adelante con trabajo y buenas ideas.

Incidir en el bienestar y calidad de vida de las personas no se trata solo de subsidios, ni apoyo económico, empieza por "mirar" a quienes realmente debieran estar y "ser la noticia" de la Región, para desde ahí, entregarles herramientas sociales y laborales que pavimenten el crecimiento personal, colaborativo y regional de La Araucanía, donde son muchos más los que conviven en paz.

Carlos Recondo,

director nacional de Indap