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"Pedro Cabrera deja un lindo legado de compañerismo y humildad"

COLLIPULLI. Su jefe directo, Ivar Iraira, relata el último día del trabajador baleado.
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Un cotidiano sábado de trabajado se quebró abruptamente para quienes a eso de las 4.20 de la tarde enfilaban de vuelta a casa, a la salida del fundo Agua Buena de Collipulli. A minutos de despedirse de sus trabajadores, Ivar Iraira Salamanca, jefe del área de manzanas de Agrícola La Selva, tuvo que devolverse por el camino tras enterarse de un atentado que acaba dejar gravemente herido a Pedro Cabrera Benavides (49), estrecho colaborador y amigo, que cerca de las 8 de la tarde fallece al no resistir su frágil estado de salud.

Con cerca de 16 años de labores codo a codo en las faenas frutícolas, Iraira describe a Pedro Cabrera como un trabajador estrella, un tractorista y operador de diversas maquinarias, avezado, conocedor de las tareas de poda, fumigación y cosecha.

Casado con Jeny Flores y padre de dos hijas: Damaris y Sofía, de 15 y 5 años, este hombre de esfuerzo había hecho un trabajo "redondo" antes de resultar herido a manos de "terroristas", como dice Iraira. Durante la jornada había tomado su tractor con una barredora para recoger los restos de las podas y luego toma el tractor de un colega que está de luto y una trituradora para chipear las ramas apiladas.

Su jefe recuerda que Pedro había descolgado la máquina barredora de su tractor para dejar listas las labores de fumigación del lunes. "Teníamos toda una logística de trabajo con Pedro", comenta Ivar Iraira, quien agrega que, como siempre ,un grupo de trabajadores abandonaba el fundo esa tarde por el camino de Curaco, cuando es interceptado por los encapuchados, en un incidente lamentable, en el que Cabrera resulta herido a solo 700 metros de su casa, dado que siempre ha vivido cerca de su lugar de trabajo.

Hoy, sus compañeros lo recuerdan y lloran, dice su jefe, porque era un hombre de buen carácter, carismático, amistoso, cristiano, que se hacía querer. "Pedro deja un lindo legado de compañerismo y humildad", recalca Iraira.

Quería cultivar espárragos

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El sábado que inesperadamente encuentra la muerte a manos de terceras personas, Pedro Cabrera Benavides acude en su camioneta participar al trabajo, porque a la salida tenía programado comprar papas y adquirir raíces de espárragos, cuenta su jefe, dado que había planificado establecer una esparraguera en su huerta. Ese era su plan cuando una bala termina alojada en su cabeza, heridas por las que es trasladado primero el Hospital de Collipulli y luego al Hospital de Angol. Desde la Iglesia Metodista Pentecostal a la que asistía, el pastor José Seguel, lo recuerda como su tesorero por largos años y un entusiasta cristiano que tocaba la guitarra y amaba a Dios.