El deterioro de la salud mental ha afectado a toda la población mundial durante este año marcado por las medidas de emergencia adoptadas debido al coronavirus. De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, al menos el 4% de la población puede sufrir trastornos severos, mientras que el 20% podría padecer trastornos de leves a moderados, y el resto, se ve expuesto a un fuerte estrés psicosocial, aunque no alcance a ser patológico.

El encierro prolongado y la incertidumbre respecto del futuro, así como las consecuencias económicas y laborales que se han derivado de la situación de emergencia, han afectado a las personas, por lo que han sufrido un desgaste significativo. Es cierto que ha sido propio de la sociedad moderna llevar una forma de vida competitiva, que no siempre permite identificar lo que pasa con la salud mental de la población, pero se han ido agregando nuevas situaciones, como los temores y las angustias que surgieron durante los meses del estallido social y este año, las medidas de prevención por la pandemia de coronavirus, que han llevado a las personas a quedarse en casa, trabajar a distancia, tratando de salir a realizar las compras de productos necesarios, lamentándose por haber perdido sus empleos y tener incertidumbre acerca del futuro personal y de sus familias.

Hace años que el Ministerio de Salud ya había advertido la alta incidencia que tienen las depresiones como causal de licencias médicas de los trabajadores. Y ahora todo se ha ido acrecentando con la pandemia.

Es obvio que la ciudadanía ha estado expuesta a momentos difíciles y tal vez no estaba preparada para enfrentar de la mejor manera todas estas situaciones que provocan temores e incertidumbres. Es por eso que los expertos del área psicológica han llamado la atención sobre la necesidad de abordar este desafío a gran escala. Las personas están requiriendo terapias por enfrentar sentimientos como el miedo, la rabia, frustración y depresión. Y se estima que las consultas por el deterioro de la salud mental continuarán aumentando, lo que refleja la vulnerabilidad psicológica en que se encuentran las personas.

La violencia sigue golpeando a la Región de La Araucanía, la escena resulta repetitiva: quema de maquinarias y amenazas contra la vida y la integridad de las personas.

Esta vez los hechos ocurrieron este fin de semana en el sector Coi-Coi, en la comuna de Carahue, donde resultaron destruidas tres maquinarias y dos estructuras tipo conteiner.

Las acciones son desplegadas por grupos extremadamente ideologizados, que creen que por medio de la fuerza, la amenaza o el amedrentamiento pueden hacer surgir un pensamiento basado en el buen vivir.

No vamos a ahondar en las cifras del Plebiscito, pero resulta evidente el horizonte que se ha trazado por la mayoría de los habitantes de nuestro país, inclusive gran parte del mundo mapuche que concurrió a las urnas.

Sea lo que acordemos en la futura Carta Magna, el hecho de que se comience conversando de participación indígena, resulta un principio básico, fundamental y un paso importante que viene a mitigar o reparar la ausencia o invisibilizacion que por siglos ha formado parte de nuestra historia.

Es por ello que, destruir el trabajo del otro, amenazar o atentar contra la vida de las personas, despreciar las opiniones o visiones, o simplemente la acción intolerante, no pueden en ningún caso ser aceptado por la gran mayoría.

La democracia debe ser el camino por el cual deben transitar las demandas o reivindicaciones de la sociedad. El camino de las amenazas, la intolerancia y la destrucción de las fuentes de trabajo solo refleja incapacidad de diálogo, carencia de ideas y en definitiva un constante, o una perpetua existencia en medio de la agresión, ya que el agrede para llegar, lo más probable es que también agreda para quedarse e imponerse.

Como lo decía Einstein, "mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado". Todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia.

Richard Caifal,

gobernador de Cautín