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y suena. Neruda estaba a años luz de nosotros. Si bien su obra parecía ser muy simple, muy poca gente se percataba lo que había por dentro…".

EN FAMILIA

Advertimos en esta historia que el Hotel Aitué aparece como el lugar donde el poeta y su esposa pernoctaron durante aquellos días. Pero la verdad, según lo confiesa hoy la familia Reyes-Herrera, fue una pantalla para desviar a los periodistas y curiosos y evitar así que merodearan por la vieja casa de calle Lautaro. Ello permitiría que Neruda y Matilde disfrutaran de la hospitalidad de la señora Lila Herrera, madre de los sobrinos Reyes, y del dormitorio exclusivamente reservado para ellos.

Del mismo modo, el arribo de Neruda a Temuco aquel domingo 6 de diciembre poca relación tenía con las Jornadas programadas para esa semana, ya que los primeros días los dedicó a grabar escenas de los documentales "Trenes" "El Sur" y "Maderas", por lo que temprano el lunes debió trasladarse hasta Imperial y Carahue a bordo de la locomotora 588, la misma en la que trabajó su padre y conducida esta vez por el maquinista Héctor Godoy.

Al fin del viaje el poeta deseó ser trasladado a Puerto Saavedra para visitar a su amigo Chito Pacheco, pero las labores del equipo no se lo permitieron y a regañadientes, como un niño taimado, debió regresar a Temuco para estar presente la mañana del miércoles 9 en el acto público de recepción en la "Plaza del Manzano" y por la tarde en la ceremonia de inauguración oficial de las Jornadas en el Teatro Central.

POETA AUSENTE

Los seis días siguientes no registraron la presencia del poeta en el programa, pues tenía previsto su regreso a Santiago para el jueves 10, en el vuelo 614 de LAN, a las 16.30 horas, aunque por la mañana viajó a Lautaro y recorrió lugares con Jorge Teillier. En tanto, las Jornadas continuaban en los actos realizados en Lautaro, Imperial, Victoria y Pitrufquén, además de los realizados en la Biblioteca Municipal y el Colegio Santa Cruz de Temuco.

Para su despedida, se le realizó en el aeropuerto Maquehue un último homenaje con un esquinazo por el conjunto de la Escuela N° 16 del sector, dirigido por la profesora Ana Rieu. Las palabras finales estuvieron a cargo del Director Provincial de Educación, don Ramón Morales, y con una cueca que el poeta cantó y bailó con una dama identificada más tarde como Raquel Riquelme.

LA FIESTA CONTINUA

Tras la partida del poeta, las jornadas continuaron y en Nueva Imperial, el joven profesor Mario San Martín afinaba los detalles para el acto del día lunes 13.

Radicado desde hace muchos años en la comuna de Las Cabras, provincia de Cachapoal perteneciente a la Región del Libertador General Bernardo O'Higgins, San Martín no olvida los contratiempos para realizar un acto poético a los habitantes de la pequeña ciudad de Nueva Imperial.

"Yo era cabro joven, tenía veinte años cuando recibí una extraña solicitud desde la Universidad de Chile en Temuco: organizar un acto que se realizaría en Nueva Imperial para recibir al poeta. Me llamaron de la universidad a fines de noviembre, pero no me enviaron ni un peso para gastos, así que tuve que arreglármelas solo para conseguir el local. Lo que me entregaron sí fue mucho material, entre ellos un centenar de folletines con poemas que hoy valen oro", recuerda en estos días el famoso nerudista, propietario de la segunda colección más completa del país de obras del Nobel.

"Ya el ambiente político en el país estaba encrespándose. El alcalde de Imperial era don Guillermo Seguel Cuevas, radical de derecha y ex director de una escuela básica de Imperial. Como la poesía abre muchas puertas, el alcalde me ofreció lo que quisiera. Y entonces me tiré por el Teatro Municipal. Cuenta con ello, me respondió entusiasta. Pero tenemos que hacer algo más -me dijo. ¿Qué te parece si mandamos a hacer medallas de oro para entregarle a las visitas? P´tas, casi me voy de espalda porque era mucho más de lo que le estaba pidiendo…".

El aporte municipal, según cuenta San Martín, concluyó con una comida en el salón del Cuerpo de Bomberos. "El acto resultó una maravilla, hasta con la Banda Municipal para recibir a las visitas. Mientras, en el teatro se proyectaba una película para las cerca de mil personas reunidas. Luego, ese mismo día, fuimos a Almagro a conocer la casa de Juvencio Valle".

Mario San Martín fue una de las 60 personas que acudieron al aeropuerto a despedir al vate. "Lo recuerdo hasta el día de hoy. A última hora consiguieron una micro y pude llegar con un par de libros y algunos folletos para que me los firmara, hasta que Matilde se interpuso, le arrebató los textos de la mano y me advirtió ¡el poeta está cansado!".

Desde entonces, San Martín es un obseso por conseguir todo documento que contenga la firma del Nobel. Su última adquisición es el "Canto General", dedicado con tinta verde a su amigo Salvador Allende…

Tres registros de tiempos aquellos…

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Juan Manuel Fierro, Omar Lara y Jorge Aravena recuerdan detalles de este magno evento literario.

Pocos testigos de las Jornadas Nerudianas de 1970 están para recordar detalles de aquella semana en que la poesía recorrió calles y lugares de la provincia de Cautín, produciendo un primer acercamiento cultural entre los poetas y el mortal común.

Uno de los testigos de esta vorágine de poesía fue el joven estudiante de Pedagogía en Castellano de la Universidad de Chile, sede Temuco, Juan Manuel Fierro, actual decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades de la Ufro, que además conserva un cancionero impreso para la ocasión con el auspicio de la Asociación de Ahorro y Préstamo de La Frontera, titulado "Tengo un pacto de amor con la hermosura, tengo un pacto de sangre con mi pueblo" con diseño del profesor Humberto Rojas.

"Eso fue un acontecimiento cultural en el Temuco de esa época, que deberíamos recordar por lo que significó en el contexto del desarrollo cultural y patrimonial en esta ciudad. Fue una jornada que concitó visitas del poeta a distintos lugares propios de su niñez, a sitios específicos en la ciudad, a convivencias de escritores en espacios muy patrimoniales muchos de los cuales no existen y en un tiempo donde se vivía con mucha imaginación, tolerancia y mucha mística con todo lo que tenía que ver con la poesía y la cultura".

"Fuimos muchos los alumnos universitarios que participamos allí. La vida, después, nos desperdigó por todo el mundo…".

PARA DECIR Y ESCUCHAR

Desde la Universidad de Concepción, el poeta Omar Lara, dos veces candidato al Premio Nacional de Literatura, recuerda estas jornadas como un hecho importante para la generación de aquella época.

"Para todos quienes éramos jóvenes poetas chilenos del sur, el impacto de estas jornadas fue decisivo, pues no sólo escuchamos y compartimos con los poetas invitados, sino también pudimos decir lo nuestro y escuchar igualmente a los estudiantes de liceos, a los pobladores y a los campesinos que se sentían parte de un proceso mayor en la historia del continente americano…".

"Lo que aprendí de esas jornadas tienen que ver con la reiteración de la poesía como un ejercicio profundamente ligado al destino de un pueblo, de la gente, de sus esperanzas. El poeta es un creador, pero es primeramente uh hombre de su tiempo, de su historia y de su geografía. La palabra es bella, pero también es peligrosa. No de otro modo se entiende la persecución de quienes la usan por todos los tiranuelos ignorantes y crueles. Es cosa de recordar los libros quemándose, los poetas asesinados. Es cosa de recordar a Víctor Jara…".

UN INQUIETO FOTOGRAFO

Personaje clave en esta historia e integrante del equipo que acompañó a Neruda -invitado exclusivo del poeta- fue el fotógrafo y músico Jorge Aravena Llanca, cuya tarea de registrar cada imagen del evento resultó en una colección de casi mil fotografías que en 2017 traspasó a la Universidad de La Frontera y que hoy permanecen en la Biblioteca de la Casa Central de esta entidad.

Hoy, Jorge Aravena reside en Berlín y desde allá nos cuenta que la invitación para acompañar a Neruda surgió del propio vate. "El me la envió a través de otro amigo, Hernán Bravo Moreno, con quien me citaba a tomar fotos cuando me necesitaba. Con esa noticia fui a contárselo a Teillier (Jorge) que a través de amigos consiguió también ser invitado. Guillermo Quiñones había enviado al poeta una terna con todos los intelectuales que participarían y la de un grupo de músicos para que le acompañara. Neruda borró de la lista a todos los músicos y me incluyó a mí".

"El poeta viajaba también junto a un cineasta de apellido Arévalo y un equipo de canal 13. Me recuerdo muy bien pues en un momento me interpuse entre el personaje y la cámara y me sacaron a garabato limpio".

"Estuvimos con Jorge (Teillier) toda la semana, juntos en el mismo hotel, y no se apareció en ningún foro porque se levantaba y se tomaba hasta tres tom collins y quedaba listo para el día. El poeta disfrutó más de los amigos que estuvieron cerca, como Hugo Montes, Venancio Lisboa, Altenor Guerrero y otros de mayor edad".