Green Cross alcanza una trabajada victoria en casa ante Huachipato
RECUERDOS EN ALBIVERDE. El cuadro temuquense tuvo que entregar su mejor esfuerzo para imponerse por la cuenta mínima.
Difícil, estrecho y táctico. Así fue el partido que animaron Green Cross y Huachipato por el Campeonato de Primera División de 1977. El duelo se vivió el 18 de septiembre de ese año en los pastos del Estadio Municipal de Temuco, fue válido por la fecha 21 del torneo y lo ganó el dueño de casa por 1-0.
En plenas Fiestas Patrias, el elenco dirigido por Gastón Guevara se instaló en el césped con la idea de establecer diferencias ante un rival reputado y lleno de figuras. Frente a su poderoso adversario trató de tomar el control de la pelota y de generar peligro desde el inicio. Sin embargo, se encontró con muchas piedras en el camino. La marca que ejerció la visita en todos los sectores de la cancha impidió que su fútbol fluyera y con eso se le hizo difícil llegar al área contraria. Bajo esos términos, el duelo se concentró en la mitad de la cancha y dejó sin protagonismo a los arqueros.
La monotonía en la que cayó el partido se rompió a los 37' cuando el arquero acerero Simón Kuzmanic derribó en el área a Patricio Romero y el árbitro Ricardo Keller sancionó penal. El cobro fue resistido por el elenco de la usina, que acusó simulación del volante. En medio de las protestas, el mismo Patricio Romero se ubicó desde los 11 metros, batió a Kusmanic y dejó las cosas 1-0.
Cambia de libreto
El resultado parcial obligó a la visita a variar su libreto y a buscar caminos para cambiar su suerte. Para tratar de revertir el resultado, Huachipato adelantó sus líneas en el segundo tiempo, presionó a los locales con más intensidad y los obligó a cometer errores.
El nuevo escenario del partido generó preocupación en la fiel hinchada local, que veía a su equipo superado en el trámite del juego. Frente a la hegemonía visitante, el Green encontró en el arquero Santos Amaya a su principal sostén.
El portero entregó seguridad a su defensa, ordenó a sus compañeros y atajó cuanto remate asedió su rancho. Amaya se encargó de ahogar una y otra vez el grito de gol del cuadro acerero y fue el gran responsable de que el marcador no se volviera a mover.