Un asesinato anunciado
Con profundo pesar, veo como seguimos perdiendo valiosas vidas en nuestra Región. La partida violenta y dolorosa de Orwal Casanova, un agricultor que nunca dudó en ayudar a sus vecinos y que por muchos años convivió con la violencia y el terrorismo, nos deja con un sabor amargo sobre el rol que están cumpliendo las instituciones. Orwal fue muchas veces atacado por violentistas armados, fue amenazado en innumerables oportunidades solo por defender lo propio. Fue valiente, o bien lo tuvo que ser, porque nunca recibió soluciones por parte de los organismos que están obligados a brindar seguridad.
Así como Orwal, hay cientos de agricultores que deben defenderse solos con el riesgo que eso conlleva, porque nadie hace nada. Los 6 asesinatos del 2020 pasan a ser parte de la estadística, remueven y tensan el ánimo solo unos días, después todos lo olvidan. Lo mismo pasará con Orwal y el funcionario de la Policía de Investigaciones, ambos abatidos con armas de grueso calibre. Ha quedado demostrado ya que las recetas policiales y las estrategias de los distintos gobiernos no son efectivas, no sirven.
El Estado debe asumir que Chile no tiene la experiencia para combatir delitos en zonas rurales y de difícil acceso. Solo desde esa premisa podrán tomar decisiones que permitan a las policías, fiscales y autoridades de gobierno a capacitarse para lograr resultados efectivos. Eso es un trabajo de largo aliento, sin embargo, en el intertanto, es urgente aplicar otras medidas, como solicitar la cooperación de la inteligencia, recursos técnicos y humanos de las Fuerzas Armadas.
Los hechos ocurridos vienen a reforzar el diagnóstico: La Araucanía y parte de la Macrozona Sur son territorio tomado por un grupo de terroristas que ejercen el tráfico de armas, droga, madera y otros delitos violentos, que se amparan tras una causa, mientras el Estado y sus autoridades miran pacientemente cómo estos grupos se establecen y toman fuerza, matando a quien se interponga en sus objetivos.
Miguel Mellado, diputado RN
Viernes negro
Mientras escribo esta carta para protestar por el terrorismo desatado, la violencia descontrolada y la impune desobediencia a la autoridad que hoy se vive en Chile, un periodista, frente al asesinato de un oficial de la PDI, habla de "montaje en La Araucanía". Al mismo tiempo, por las redes sociales, algunos desalmados con claros instintos criminales, se alegran por el asesinato del agricultor Orwal Casanova.
Todo ello ocurrió este viernes negro del 8 de enero, el cual no podría haber terminado peor. Esa misma noche, un suboficial del Ejército, mientras realizaba control del Toque de Queda, es atropellado por un vehículo, sufriendo la amputación de sus dos piernas.
En resumen, (solo son los ocho primeros días de este año 2021), un Estado de Derecho inexistente, por culpa de un Gobierno incapaz de imponer el orden. Al contrario, han hecho todos los esfuerzos, hasta los más impensables, con el objeto de lograr que los terroristas y delincuentes tengan la seguridad de que nunca se enfrentarán a una legítima fuerza que les impida lograr la lesión, el daño y el miedo, que ellos quieren causar.
Con todo el respeto que les tengo, creo que ya es hora de que las Fuerzas Armadas, Carabineros de Chile y la Policía de Investigaciones, a través de los ministros de Defensa y del Interior, exijan los cambios necesarios para impedir que esa falta de voluntad política siga cobrando víctimas en las filas de quienes son los responsables del orden y seguridad de la Patria. Algo bastante más amplio que el Gobierno de turno.
Christian Slater Escanilla, Patriotas por Chile, Partido Político en formación
Violencia
No sigamos estirando la cuerda porque se puede cortar.
Rodrigo Hernando
Declaraciones
Difícil saber qué declaraciones fueron más inverosímiles e inoportunas: si las de Trump insistiendo en que le robaron la elección, o las del subsecretario del Interior diciendo que en Chile no hay territorios en que no rija el Estado de derecho.
José Luis Hernández Vidal
Comunismo
Muchas veces se ha dicho que si el comunismo solo ha traído muerte y miseria al mundo es porque ha sido mal aplicado. Si así lo fuera, lo lógico sería que los comunistas de hoy fueran los primeros en rechazar ese pasado tan oscuro. Pero no, hacen todo lo contrario: reivindican Cuba; la RDA ¿y si fueran más cultos harían lo propio con Rumania o Albania?; envían condolencias a Pionyang cuando muere un Kim y felicitan a Maduro cada vez que gana una de sus elecciones irregulares.
Esta pacífica convivencia con un pasado y un presente que han costado más de cien millones de vidas en los últimos cien años debe seguir siendo un aviso a navegantes para todos aquellos que defendemos las instituciones democráticas, porque hay una cosa peor que cometer errores: no aprender de ellos.
Juan L. Lagos