La propuesta la hizo el senador Francisco Huenchumilla: recurrir a Naciones Unidas para acercar a todos los actores involucrados en el conflicto y encontrar un mínimo consenso. "Deberíamos recurrir a la ONU, pedirles que nos mande negociadores de alto nivel y puedan sentar a la mesa al Estado, los mapuche, agricultores y forestales", señaló el legislador.
Su llamado -que no es otra cosa que reivindicar la política como herramienta de resolución de conflictos- coincidió con una agudización del problema, el incremento de la violencia y un evidente descontrol gubernamental, el peor escenario en mucho tiempo a juicio de analistas. Habría que poner atención a su idea.
El gobierno es tal vez el actor más deslegitimado. Poco y nada pasó con el acuerdo nacional por La Araucanía convocado por el primer mandatario en febrero. Pasa que los "acuerdos nacionales" se caracterizan por abordar temas sustanciales, lo contrario a lo propuesto por Piñera: un acuerdo en seguridad pública para reforzar el mismo camino represivo e ineficaz de siempre.
La contención policial del conflicto es un camino fracasado y plagado de chambonadas, como la salida del ex delegado para la Macrozona Sur, Cristián Barra. En su reemplazo llegó el abogado Pablo Urquízar. "El primer objetivo es que la violencia sea condenada por todos", agregó tajante en su primera entrevista pública.
Pues bien, la condena a la violencia es probablemente la liturgia más improductiva e ingenua de todo el conflicto. Nada resuelve. Ni siquiera sirve como un mantra. Es menos útil que el propio "delegado presidencial", un cargo sin poder real, verdadero "perro verde" de la administración pública.
Barra debió renunciar tras criticar el rol de las Fuerzas Armadas en el sur. Los militares no hacen caso y llegan con abogados a las reuniones, denunció. Tras su destemplada queja era imposible no advertir el diagnóstico que los propios "halcones" de La Moneda hacen del conflicto y del rol de las Fuerzas Armadas. Barra también habló por ellos. Por eso no cayó en desgracia: rápidamente se acomodó en otro cargo.
¿Qué hacer entonces? Hay estadistas como el propio Huenchumilla que hace años proponen un abordaje político distinto, un sabio Plan B: acercar posiciones, gestar confianzas, diálogo sin exclusiones y negociación para una salida política a la crisis que vivimos. Dicho de otro modo: un necesario proceso de paz y de reconciliación en las regiones del sur. Es un camino que de a poco gana adeptos.
"Alguien dijo: Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. La historia es generosa en ejemplos donde líderes visionarios cambiaron de estrategia. Para la solución de los temas de fondo en La Araucanía debiéramos buscar fórmulas fuera de la caja y ante ello, ¿por qué no apostar al diálogo con todos los actores, que incluya a los que están por el camino de la violencia? ¿No fue así en otros conflictos?", se pregunta el general (R) Eduardo Aldunate Herman en reciente carta a La Tercera.
Aldunate, ex comandante de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, sabe de lo que habla. Otro que también sabe es el vocero de la CAM, Héctor Llaitul. "Estamos dispuestos a buscar algún tipo de solución a este conflicto histórico con garantes u observadores en la línea de la ONU o algún organismo internacional de tipo imparcial que nos dé garantías de hablar de temas sustantivos como territorio y autonomía", señaló en días recientes. Vuelvo a preguntar: ¿Acaso seguiremos haciendo lo mismo?.
"Hay estadistas como el propio Huenchumilla que hace años proponen un abordaje político distinto, un sabio Plan B: acercar posiciones, gestar confianzas, diálogo sin exclusiones y negociación para una salida política...".