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Margo Glantz revive a las ballenas de los libros

Editan en Chile el encuentro de dos obras de la escritora mexicana que reunió a los cetáceos de la literatura universal junto a los caballos de una exposición.
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La escritora mexicana Margo Glantz celebró durante 2020 noventa años de vida. Ahora, parte de su extensa obra llega a nuestras librerías con un breve volumen editado en Chile por "Los Libros de la Mujer Rota". El volumen enlaza dos trabajos de su cantera: "Doscientas ballenas azules" y "Cuatro caballos", prosa dispersa entre cetáceos y equinos.

Suyas son las novelas "De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos", "El día de tu boda", "Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador", "La polca de los osos", "Las mil y una calorías" además de una prolífica obra crítica y ensayística.

La han premiado con una medalla por 55 años de docencia en la UNAM y ha sido condecorada como Doctora Honoris Causa por la UNAM, la U. de Guadalajara y la U. de Alicante. También recibió la beca Rockefeller y la Guggenheim, entre muchas otras distinciones.

Glantz responde estas preguntas desde su casa en Coyoacán y confiesa que, a diferencia de los navegantes y las ballenas, sus viajes por el mar se reducen a uno, cuando cruzó el océano Atlántico a bordo de un barco de carga. "El resto los he hecho a pie, en avión, en tren o coche".

-¿Cómo ha estado?, ¿cómo ha vivido este último tiempo con el covid 19 rondando?

-He estado paralizada por la pandemia. Ha sido mi principal problema porque no he podido viajar. Tampoco escribir lo que quisiera, apenas participar eternamente en ruedas de zooms, que parecen otra pandemia.

-De cuándo en cuándo se la ve en Twitter, ¿qué le provoca esta red social?

-Me divierte, escribo diario, de uno a diez tuits. Necesito decir algo todas las mañanas, creo que es un medio útil para improvisar y muchas veces para pergeñar fantasmas de haikus. También sirve para informarse, verificar la literalidad de las lecturas y la falta de ironía y de jerarquización de que adolecen ¿casi? todos los tuiteros.

-¿Está leyendo, releyendo?

-Leo y releo muchas cosas.

-¿Prepara algún libro?

-Pienso escribir un libro sobre don Pedro Calderón de la Barca y el pelo, ya está en gran parte escrito, pero le estoy agregando una sombra.

Ballenas y navios

Ensayista, traductora, investigadora y profesora, Margo Glantz se doctoró en La Sorbona en Letras Hispánicas y vivió en el París de comienzos de los años '50. Como cuenta su compatriota Ana Negri en el prólogo de la presente edición, este fue el segundo libro publicado por Glanzt en 1978, "un libro pequeñito sobre enormes asuntos".

El texto con que abre "Doscientas ballenas azules" se clava como un arpón en la página, sin ninguna coma, pulido e hipnótico en sus cuatro puntos seguidos: "Antiguamente las señoritas se achicaban la cintura poniéndose ballenas en sus fajas. Los balleneros recorrían los mares buscando la esperma del cetáceo. Melville hizo que Ahab cantara sus terribles alabanzas y los perfumeros usaron semen de ballena para fijar en las esencias el suave afrodisíaco. Hoy sólo quedan doscientas ballenas azules en el mundo y cada año pasan por el Golfo de Cortés anunciando como Jonás una inútil Babel de surtidores blancos".

Parte de las voces que afloran es la del protagonista de Moby Dick. Además, la invención de Margo Glantz también incluye a Jonás y Pinocho.

"Cuando la pluma se convierte en arpón el rojo que se escribe pierde su color bermejo, coagulado y la viscosidad se estrella en la letra que apenas alcanza la dimensión de un ojo de ballena colocado a un lado del inmenso cuerpo ciego", dice más adelante la autora.

-Cuénteme, ¿cuándo empezó "Doscientas ballenas azules"? ¿Qué la impulsó a escribir?

-El origen se remonta al año 1966 cuando estuve en Monterrey, California, dando un curso como profesora visitante en un instituto de lenguas. Uno de los profesores me dijo un día, justo a la orilla del mar, en un sitio privilegiado donde se veía pasar a los cetáceos: "Sólo hay doscientas ballenas azules en el mundo, es necesario preservarlas" y me pidió que lo ayudara a hacer gestiones con el gobierno de México para crear un Parque Nacional de Ballenas en Baja California Sur, sitio que él consideraba ideal y que mucho más tarde visite especialmente con el objeto de ver pasar a las ballenas. En ese momento me pareció absurda la proposición, ¿cómo podía yo, humilde mortal, conseguir algo tan maravilloso y tan remoto?

-Pero quedó resonando…

-Sí, la frase quedó impresa en mi memoria. Muchos años después, releyendo Moby Dick, que había leído de jovencita como libro de aventuras, acostada en una hamaca en una playa y viendo el mar, se me antojó escribir el libro. Decidí hacer un texto marítimo sin arriesgarme a navegar.

-¿Cómo se unió a este texto el de "Cuatro caballos"?

-Los caballos se me aparecieron varios años después, cuando publiqué la segunda edición de "Doscientas ballenas azules". Por un azar del destino, uno de los cuatro caballos de la Catedral de Venecia empezó a cabalgar por el mundo. La constante exposición a las inclemencias del tiempo estaban dañando irreparablemente las esculturas, y se decidió sustituirlas por réplicas, y conservar las originales en sitios protegidos. Ese caballo llegó a México y se organizó una bella exposición para exhibirlo, junto con varias esculturas antiguas con restos de caballos y fragmentos de emperadores romanos. Entonces decidí unir los caballos con las ballenas ya que ambos viajaban por el mundo.

-Coménteme esta frase que pone en el libro: "cada animal nace con el dolor debajo de su pata"

-No sé muy bien por qué escribí esa frase, me imagino que porque las ballenas eran asesinadas a mansalva para utilizar su grasa, el combustible fundamental del siglo XIX, como hasta hace muy poco tiempo era sólo el petróleo.

-¿Cómo se conecta este libro con el resto de su obra?

-No sé bien, supongo que quizás por la escritura fragmentaria, por la relación entre lectura y escritura y el tipo de asociaciones que hago.

-¿Qué piensa sobre la relación entre humanos y cetáceos?

-Un sobrino mío es amante de las ballenas y construyó un pequeño submarino para captar su canto. Él dice, y otros también lo aseguran, que es canto más armonioso del mundo. Yo no he podido comprobarlo.

-¿Supo de la pequeña ballena Minke que varó en el Támesis y tuvo que ser sacrificada?

-No. He sabido de muchas otras ballenas varadas en muy diversas playas del mundo, sé de las ballenas que se suicidan, y sé de las ballenas que los japoneses sacrifican para devorar su carne. Suena melodramático, ¿no?

Margo Glantz ha escrito ficción, ensayo y crítica literaria.


"Doscientas ballenas azules" y "Cuatro caballos"

Margo Glantz

Los libros de la mujer rota

92 páginas

$10 mil

Por Amelia Carvallo

Nadja Massun