Negacionismo
En una reciente columna publicada en El Mercurio, el historiador e influyente intelectual de derecha Joaquín Fermandois apuntó contra el posicionamiento del tema indígena en la escena pública nacional. Se trata de un posicionamiento "sobredimensionado", señaló.
A su juicio ello se sustentaría en un "auténtico racismo al revés" (la heroización de las etnias) y en una realidad étnica "inflada por la autoidentificación, el imperio de la moda" y también por "Hollywood". Sí, leyeron bien. "No da para [un estado] plurinacional", agrega, ya que es el "mestizaje" -y no la existencia de naciones indígenas- lo que constituye "nuestra realidad".
No es nueva la cruzada de Fermandois. Hacia fines de 2018 ya insistía con lo mismo, ello a propósito del conflicto no resuelto entre el Estado y los mapuche en la zona sur.
"El grueso de la población mapuche se fundió con la sociedad mestizo-criolla. Una minoría, que conserva elementos culturales de una tradición precolombina, es la que vive en la Araucanía pero con una muy amplia mayoría mestizo-criolla", escribió. La fuente de su furor, agregó, "se condensa en el estribillo de la deuda histórica, falacia acatada cual consigna".
Duro, aunque nada original, su discurso. Por medio siglo lo ha expuesto -y con mucho mejor pluma, hay que decirlo- el nonagenario historiador Sergio Villalobos, hoy ya retirado de la escena pública. Si Fermandois pretende tomar la posta de su relevo le recomiendo estudiar sobre el tema. Su campo de estudio, lo sabemos, han sido las relaciones internacionales. Créanme se nota demasiado.
Lo subrayé más arriba, lo suyo no es nuevo. Tampoco un fenómeno puramente local fruto de la ignorancia sobre las naciones originarias y los derechos que les son reconocidos a escala global. No, no se trata solo de Chile. Recientemente, de visita en Nueva York, la derechista presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, comparó los movimientos indígenas nada menos que con el "comunismo internacional".
En la misma semana en la que el Papa Francisco reiteró sus disculpas a México por los "errores muy dolorosos" cometidos allí en tiempos de la conquista europea, Díaz Ayuso realizó una defensa a ultranza de la hispanidad, reprochando al Papa, católico e hispanohablante, que hablara en tales términos de la "Madre Patria".
Sin una sola mención a las decenas de millones de personas que murieron tras la conquista de América, Díaz Ayuso tildó las luchas indígenas como "revoluciones populistas" dirigidas a poner en entredicho "el mestizaje y la fusión de culturas", sinónimos, a su juicio, de "libertad, prosperidad y entendimiento". Sus dichos, por cierto, tuvieron inmediato eco en Madrid. Un eco de respaldo.
"Quiero reivindicar con orgullo nuestro legado histórico. No creo que seamos colonizadores ni conquistadores ni nada parecido. Yo creo que España cuando llegó a aquel continente lo liberó de un poder brutal, salvaje y caníbal", disparó Toni Cantó, ex diputado del PP y miembro del gobierno de la capital española.
Los dichos de Díaz Ayuso y Cantó están en la línea de la postura negacionista del genocidio indígena cometido en América. Distinto es el caso de Fermandois. Él no niega la conquista, tampoco la existencia de los mapuche como pueblo, infiero solo le incomodan nuestras luchas y, sobre todo, el protagonismo de los precolombinos en la Convención. Lo suyo en verdad ni siquiera es historiográfico, lo suyo es político, la defensa de una idea. Es lo que esconde el columnista tras el ropaje de historiador.
"(Fermandois) no niega la conquista, tampoco la existencia de los mapuche como pueblo, infiero solo le incomodan nuestras luchas y, sobre todo, el protagonismo de los precolombinos en la Convención".