Correo
La otra cara del 18 de octubre
Para algunas personas el 18 de octubre es sinónimo de celebración y reivindicación social. Sin embargo, pasan por alto la otra cara de las manifestaciones.
Entre el 19 de octubre de 2019 y el 24 de marzo de 2020, se produjeron 2.897 eventos graves de violencia y delincuencia. De las 136 estaciones de metro, 118 fueron quemadas o vandalizadas, cuyo costo de reparación ascendió a US$255 millones, sin contar el costo social para 3 millones de personas afectadas. Hasta el día de hoy, hay personas que no han podido recuperar su fuente laboral y Pymes que no han podido reabrir por estar ubicadas en las zonas que abarcaron las manifestaciones. Esto sin contar los cientos de ciudadanos que tuvieron que cambiarse de vivienda por ser constantemente asediados por "manifestantes".
Datos reales que muchos prefieren omitir.
Renata García.
Uso legítimo de la fuerza
El Estado no solo tiene el monopolio de la fuerza, sino que tiene el deber de usar dicha fuerza para protegernos.
La obligación esencial de los gobernantes de un Estado es la conservación del orden público.
La paz social solo puede alcanzarse mediante la imposición del orden recto; lo que ordinariamente lleva consigo la necesidad de aplicar violencia, para impedir la acción de quienes subvierten ese orden.
La doctrina de la Iglesia Católica reconoce que si hay una violencia, un uso de la fuerza que es la expresión del pecado, hay también un uso de la fuerza que puede ser expresión de la virtud y liberación del pecado. El Papa Pío XII, en su mensaje de Navidad 1943, dijo: "En realidad, la paz no puede lograrse sino mediante algún empleo de la fuerza. Necesita apoyarse sobre una normal medida del poder. Pero la función propia de esta fuerza, si ha de ser moralmente recta, debe servir para protección y defensa, no para disminución u opresión del derecho".
Lamentablemente la "defensa de los derechos humanos" es usada como un arma para quitar legitimidad al uso de la fuerza y desarmar sicológica y moralmente a quienes, por deber de autoridad, están obligados en justicia a emplear la violencia para reprimir a quienes subvierten el orden natural, único fundamento válido para una verdadera concordia social.
Adolfo Paúl Latorre
La honra del país
En su acusación constitucional contra el Presidente Piñera, los diputados de izquierda señalan como una de sus causales que algunos actos de su administración "comprometieron gravemente el honor de la Nación", algo sumamente subjetivo.
Si algo ha dañado la honra del país y el prestigio institucional de Chile en el último tiempo, y esto es un dato objetivo, es el populismo reinante en el Congreso.
La muestra más reciente es la indicación impulsada por Gabriel Boric y sus compañeros de bancada para permitir un "retiro" del 10% a los pensionados por rentas vitalicias, lo que ha provocado un airado y comprensible reclamo de las aseguradoras, que nos están acusando en EE.UU. y Reino Unido.
Susana Rodríguez
Una fecha dolorosa
Se cumplen dos años desde el estallido de violencia que marcó el inicio de una etapa muy compleja y dolorosa para el país, donde miles de chilenos han resultado gravemente afectados por la insurrección callejera que les destruyó sus sueños y proyectos de vida, y que hirió de forma grave la convivencia y el alma nacional.
Por la gravedad de lo ocurrido desde esa fecha hacia adelante, no se trata de un acontecimiento que merezca ser conmemorado, como algunos grupos pretenden; muy por el contrario, esta es una fecha que debemos recordar para tomar mayor conciencia de la importancia que tiene fortalecer el sistema democrático como mecanismo para resolver nuestras diferencias en paz y con diálogo.
Lo más grave de todo esto, es que esa violencia se está comenzando a volver crónica, como se puede observar cada viernes en Plaza Baquedano y sus alrededores, y en las expresiones de terrorismo que tienen en vilo a los habitantes de la denominada Macrozona Sur de Chile. Peor aún, hay sectores políticos de la izquierda radical que con su silencio u omisión continúan avalando estos hechos, pero discursivamente mienten de forma descarada al afirmar que están por la vía democrática.
Estamos en plena campaña presidencial, y sería bueno que a dos años del estallido, los candidatos de izquierda se pronuncien de manera clara si están o no en contra de la violencia, y cuál es su nivel de compromiso con la democracia y con la mayoría de chilenos que queremos resolver los problemas urgentes del país de forma pacífica y civilizada.
Enrique García A.