La contienda presidencial algunos meses atrás parecía irrelevante desde el punto de vista del atractivo público y mediático, los actores involucrados tampoco colaboraban mucho para fortalecerla, frente a una Convención Constitucional que se había transformado en la reina de la fiesta. Sin embargo, los porfiados hechos acaecidos las últimas semanas trocaron el escenario hacía una política cada vez más líquida, todo lo cual ha provocado que los contendores varíen en sus posiciones en las encuestas, echando abajo las tendencias que un par de semanas atrás parecían definitivas. Desde las primarias, donde los favoritos Lavín y Jadue perdieron como en la guerra y por paliza, hasta hoy en las noticias frescas, se augura una segunda vuelta muy confrontacional con los extremos del espectro luchando por el cetro de la primera magistratura, cosa nunca antes vista en el pasado democrático nacional.
Sin embargo, lo líquido de la situación imperante no asegura para nada que éste sea el escenario definitivo, con todo lo experimentado éste último tiempo nadie se atrevería a firmarlo. Así están dadas las cosas, el elector incluso está llegando como en la hípica, a hacer su apuesta frente a la urna, incluso cambiando de candidato por quien votará, como queriendo ratificar quién es el que manda, así como la relevancia de su decisión. Al igual como la ha estado haciendo en las últimas elecciones, dando señales distintas conforme a los mensajes que le ha interesado entregar al país y sus élites de todo tipo. Las que algunos parecen no escuchar mucho.
En los distintos lados del espectro se puede ver cómo ha sido la cosa, para la historiadora Josefina Araos en un matutino nacional: "la derecha estaba cómoda en la dinámica de la política de las últimas décadas. Tenía una postura reactiva y cada vez menos iniciativa propia. Además, no creía que existiera un malestar objetivo, real, respecto del modelo. Eso fue muy nocivo, y explica que, para el 2019, la derecha no tenía ni diagnóstico ni propuesta". No sólo no tenían diagnóstico ni propuesta lo que no es común, aunque es cierto en este sector, pero tampoco tenían, lo que es más grave, un conocimiento ni un involucramiento cabal sobre el país, por ende, mal podrían haber tenido una propuesta si ni siquiera conocen bien su país, a lo más se escarmenan, porque ni siquiera se peinan, con algunas comunas de la Región Metropolitana.
Por el sector de la izquierda, más que por aciertos del Frente Amplio, que hay que reconocer los ha tenido, han sido más los desaciertos y el abandono de la centro izquierda por parte de la Concertación y el no traspaso de poder dando espacios a la generación joven, lo que habría asegurado alguna continuidad. Producto de lo anterior, entre otros, el centro hoy ausente en el espectro nacional en las ofertas políticas que encabezan el escenario, se siente abandonado. El desfonde de la Concertación y la Nueva Mayoría bastó para que los jóvenes desafiantes, con una conducta política incluso de aficionados, les haya permitido posicionarse exitosamente en el mercado político nacional, lo cual ni en sus mejores sueños habían imaginado. Alcanzar una contienda presidencial como lo están protagonizando, hasta el momento, era una meta no cercana, a lo más para uno o dos períodos más.
Los chascarros numéricos campañeros en alguna medida muestran las debilidades de los aprendices de brujo, lo que se suma al que ahora prácticamente no importa mucho quién será él futuro ministro de Hacienda, como era hasta hace poco. La economía nítidamente pasó a un segundo lugar frente a la política, la que encabezada por líderes actuales parece ser más enredada o más confusa qué la que se acostumbraba antes.
"No importa mucho quién será él futuro ministro de Hacienda (...). La economía nítidamente pasó a un segundo lugar frente a la política, la que encabezada por líderes actuales parece ser más enredada o más confusa qué la que se acostumbraba antes".