La mayoría de los estudios sobre obesidad coinciden en una realidad: la mitad de los niños del país carga con este problema, que derivará en ellos muy pronto en una serie de enfermedades asociadas a la acumulación de grasas, las que se convertirán en un grave riesgo para la salud.

El fenómeno no es nuevo, pero pese a los esfuerzos de servicios estatales para controlarlo las estadísticas siguen empeorando y en La Araucanía resulta evidente. Varios son los factores que entran en juego, aunque preferentemente se culpa de ello a la comida chatarra, abundante en grasas, sal y azúcar. Si bien tal cosa es innegable, el sedentarismo es el que culmina este proceso negativo para la salud, originado en horas y horas frente al televisor, el computador, una tableta o un celular, hábitos que han hecho más evidentes debido a la pandemia.

¿Mientras, qué ocurre con la educación física, práctica que bien llevada puede y debe convertirse en el mejor aliado para combatir el exceso de peso y la obesidad? ¿Cuál es su nivel en La Araucanía? ¿Qué ocurre en los colegios? Si bien es cierto que en los dos últimos años, debido a la pandemia, los esfuerzos se han congelado, pero ahora que se retorna a la presencialidad es una buena oportunidad para retomarlos.

No es un misterio que muchos establecimientos no cuentan con profesores de educación física, temporal o permanentemente, y las clases quedan a cargo de docentes que carecen de estos conocimientos técnicos, que van mucho más allá de un simple calentamiento previo o hacer practicar a los niños algún deporte. La especialidad existe en el país desde 1906 y los responsables de la educación deberían cautelar la obligatoriedad de que se disponga de estos profesionales, más aún si la mayoría de estos colegios reciben fondos estatales para su funcionamiento. Ahorrar algún dinero tiene serias consecuencias en la salud de los niños.

La educación física es vital no sólo en la apostura física y la salud, sino también en el desarrollo sicomotor y fomenta aptitudes como la constancia, la dedicación, la autodisciplina y el compañerismo, que serán de muchísimo provecho para el niño y el joven.

El resultado de la reciente elección presidencial en nuestra región de La Araucanía ha expresado la voz del pueblo que la habita. Con una mayoría de un 60,14% el candidato José Antonio Kast se impuso frente a Gabriel Boric, quien obtuvo un 39,86% de las preferencias.

El candidato de centro derecha obtiene la más alta mayoría en nuestra región que en las otras cuatro regiones en donde también ganó, sin duda un antecedente significativo ¿Cómo lo interpretamos?

Indudablemente, las propuestas de Kast son egosintónicas para la gente de la región. José Antonio realiza acciones que constituyen más que simples guiños al electorado local: lanza y cierra su campaña en la capital Temuco; compromete que las primeras semanas de su gobierno se desarrollarían desde La Araucanía; su programa de gobierno incluyó un capítulo dedicado a la región; y a lo largo de los años, José Antonio ha sostenido un diálogo continuo con las víctimas de la violencia reivindicatoria indígena. Kast no trepidó en desafiar a la violencia, la llama por su nombre, terrorismo, y se propone acabar con ella para que la paz vuelva. La región nunca vio un candidato presidencial que exprese tal compromiso.

Y dado que su candidatura fue truncada frente al triunfo del candidato de Apruebo Dignidad, cabe destacar que la intención del voto del electorado persiste para el nuevo período de cuatro años que se inicia en marzo. Es decir, ese 60% que manifestó su interés en las propuestas del candidato Republicano, expresan la inquietud por resolver el problema de la violencia, la reparación de las víctimas, el restablecimiento del estado de derecho y la preocupación por la economía local.

Es de gran relevancia que el presidente electo, Gabriel Boric, tome en cuenta la intención e interés de la región en su gestión presidencial. Es intolerable que su vocera, Izkia Siches, se exprese favorable a dialogar con la CAM, tal decisión no es concomitante con la expresión soberana del pueblo de La Araucanía.

Es imperativo que el presidente electo no cometa los errores del presidente saliente, que no ignore los problemas que persisten, los cuales continúan hundiendo a la región en la mayor pobreza porcentual a nivel nacional.

El presidente electo debe considerar la decisión soberana, simbolizada en su preferencia en el voto, de los habitantes de La Araucanía. Pues es la gente y sólo la gente local, quienes realmente saben cuáles son sus problemas y cómo puede colaborar el gobierno en su resolución. Recordamos que democracia implica un autogobierno, que la soberanía reside en la nación. Sea quien sea el gobernante, debe atenerse a la voluntad general de la mayoría, en respeto de las libertades y derechos de todas las personas por igual.

En consecuencia, esperamos que el presidente electo pueda adquirir un férreo compromiso con las víctimas de la violencia, que pueda trabajar para neutralizar y procesar a los distintos grupos paramilitares conforme al derecho, permita la recuperación de los predios usurpados y su devolución a los propietarios, y se comprometa con el desarrollo socioeconómico de la región. Es lo que los cautinenses y mallequinos exigimos por igual, por cuanto deseamos continuar viviendo en La Araucanía, la región más hermosa de Chile.

Felipe Martínez Reyes,

administrador público y psicoeducador.

Core electo por la Provincia de Malleco.