Una de las características de la variante Ómicron era que a pesar del fuerte incremento en el número de personas contagiadas, esto no se veía reflejado en los casos que requerían hospitalización a causa de complicaciones producto de la enfermedad.

Sin embargo, dado el abultado número de notificaciones diarias a nivel nacional, que en las últimas semanas supera los 30 mil casos en algunos días, lo cierto es que las internaciones en centros asistenciales se han incrementado de manera sostenida, generando complicaciones en algunas regiones.

De hecho, el Ministerio de Salud informó que hasta ayer había 4.443 personas contagiadas con coronavirus internadas en la red asistencial del país, el mayor registro desde el 22 de julio pasado, cuando hubo 4.507, es decir en casi siete meses de pandemia.

Asimismo, en el desglose, hay 1.236 en camas básicas, 1.725 en camas medias, 692 en UTI y 790 en las UCI. Estos últimos, los que ocupan las Unidades de Cuidados Intensivos, son el mayor número desde el 25 de agosto (796). Además, y comparando con la cantidad con que se partió el año, se ve un incremento de 54% en las hospitalizaciones en UCI de los contagiados por covid.

En La Araucanía, en tanto, hasta ayer eran 270 las personas hospitalizadas por complicaciones derivadas del covid-19, de las cuales 53 se encontraban en Unidades de Pacientes Críticos y 25 de ellas conectadas a ventilador mecánico.

Y si bien la Región no se halla en los niveles de Atacama, donde el ciento por ciento de las camas UCI se halla ocupado (a nivel nacional el promedio de ocupación es de 92%) y ya se inició la reconversión de camas y la ampliación de aquellas UCI, lo cierto es que de no mediar un freno en la alta notificación de nuevos casos, que hoy registró 2.757 contagios, elevando los activos o contagiantes a 7.872, perfectamente se puede avanzar hacia instancias de mayor complejidad.

De ahí que estos datos deben ser un llamado de alerta para contener el avance de la pandemia. Para ello, a las medidas por todos conocidas se agrega también el testeo oportuno. Solo de esta manera se podrá frenar los contagios de un virus que parece no dar tregua en la Región.

Una semana más de nuestro tiempo dedicado por los que puedan al descanso. Hemos sido testigos de cómo muchos viven este tiempo de descanso, que ofenden la sencillez de muchos que buscan el verdadero descanso que renueva el alma y el cuerpo para enfrentar una nueva etapa de entrega y compromiso con los demás. Es por eso por lo que la Palabra de Dios de este domingo nos invita a volver a confiar en Dios: "Él es como un árbol, no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto". El actuar de un cristiano no se fundamenta en la injusticia del otro, sino en Dios. Por tal motivo las maldiciones, o "ayes", en cambio, más frecuentes en los profetas, son como un grito de dolor, de lamento, o de luto, delante de una situación que se juzga radicalmente negativa porque conduce a la muerte. Cuanta caducidad hay en los bienes que nunca llenan el alma. Por eso les invito a confiar en Dios y no en el dinero que nunca sacia nuestro espíritu y por eso se le busca más y más, ¡nunca sacia! Solo podemos descubrir nuestra plenitud en Dios, ¿cómo? Jesús lo enseña en el evangelio: ¡orar! Si no lo hacemos no podemos confiar.

El centro de interés de las lecturas bíblicas de este domingo, se encuentra en el texto evangélico de las bienaventuranzas, que delinea los grandes rasgos del reino anunciado por Jesús e invita a un radical examen de conciencia del ser cristiano. Las bienaventuranzas y las maldiciones proclamadas por Jesús son la medida de la autenticidad de nuestra existencia cristiana. Sobre todo, en la versión de Lucas, dirigida explícitamente a los discípulos de Jesús, inspirada en esquemas proféticos del Antiguo Testamento y con un contenido vigoroso de fuerte carácter social. Las bienaventuranzas demuestran que el cristianismo es la proclamación de un nuevo orden de relaciones humanas, en donde los pobres, los que sufren, los que lloran y son excluidos, son privilegiados y felices, no porque sean buenos, sino porque Dios está de su parte y ha comenzado a transformar este mundo en su favor. El privilegio de los pobres y de los infelices de este mundo no hay que buscarlo en ellos mismos, en las actitudes espirituales que se les pueda atribuir, sino en la naturaleza del reino anunciado por Jesús y en la misericordia de Dios que ama preferentemente al indigente.

Caminemos iluminados por la Palabra de Dios, que nos orienta en nuestra vida junto a los demás, para construir una sociedad más cristiana que siempre será más humana.

María, nuestra Señora de Lourdes, que recién hemos celebrado nos eduque para estar más cerca de los enfermos y necesitados. Buen domingo y semana para todos, mi oración y bendición.

Héctor Vargas, obispo de Temuco

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