Usos del agua
El agua representa un recurso crucial en los procesos que tienen lugar en las diferentes industrias del país, sobre todo para aquellas cuyas operaciones se desarrollan en áreas remotas y secas, y en donde contar con un suministro sostenible de agua resulta vital.
Si bien en algunas industrias se han logrado avances importantes en materia de eficiencia, muchas empresas enfrentan grandes retos en la adquisición de fuentes de agua. Tales desafíos se intensifican cuando esas compañías utilizan el agua subterránea y superficial de la que dependen las comunidades locales para su uso doméstico. Esto, a menudo, se traduce en protestas, escrutinio público y regulaciones ambientales más estrictas.
En la medida que aumenta la demanda de agua en todos los sectores que sufren escasez de ella, y sequías en curso, la desalinización emerge como la mejor opción para contar con el recurso hídrico. De hecho, el gobierno chileno ha propuesto nuevas políticas para promover el uso de agua desalada en sectores como el urbano, minero y agrícola.
Sin embargo, la ingesta de este recurso clave no es el único problema que enfrentan las diferentes industrias. Paralelamente, aquellas necesitan gestionar las aguas residuales generadas por sus operaciones de manera eficiente. Desde este ángulo, el reuso de las aguas tratadas es otro gran reto que se debe asumir, siendo fundamental contar con las tecnologías necesarias para tratar, volver a emplear y consumir aquellas aguas que ya han sido utilizadas en los procesos industriales.
Juan Pablo Negroni
Quedé corto
Nadie podría acusarme seriamente de optimista, sin embargo, todo lo pesimista que he sido frente a la Convención Constituyente y la nueva "casa de todos" ha quedado muy, pero muy corto.
Rodrigo Hernando Díaz
Intestino ¿segundo cerebro?
El intestino humano es el hábitat de un gran número de microorganismos, esta comunidad de microorganismos recibe el nombre de "microbiota intestinal", y si bien ha sido motivo de estudio desde hace bastante tiempo, en los últimos años ha adquirido mayor relevancia por su rol en la salud y la enfermedad.
La microbiota intestinal debe mantenerse en equilibrio para cumplir con las diversas funciones que tiene, como participar en el proceso de nutrición y metabolismo, regulación de la respuesta inmune e inflamación; en ella deben predominar los microorganismos que resulten beneficiosos y en una cantidad muy menor los que no los son tanto. Inicialmente se creía que existían enfermedades que provocaban una "disbiosis intestinal", alteración en el equilibrio de esta flora bacteriana, sin embargo, los últimos hallazgos, muestran que esta disbiosis no siempre es una consecuencia de la enfermedad, sino que probablemente, es parte de la causa.
Enfermedades de distinta naturaleza se han asociado con esta disbiosis, como las inflamatorias, alergias, asma, obesidad, e incluso problemas de salud mental, no por nada, en el último tiempo se le ha denominado al intestino "segundo cerebro", demostrando la importancia que tiene en la salud de las personas.
Factores como la genética, la edad y la alimentación influyen en la composición de esta microbiota y su posible disbiosis, siendo esta última un factor clave, porque es la única que se puede modificar. Se ha observado un predominio de bacterias patógenas cuando la alimentación es alta en azúcar, grasas saturadas y trans, y baja en fibra.
Entonces surge la pregunta: ¿cómo podemos mantener nuestra microbiota intestinal saludable? Las recomendaciones apuntan a cuidar la alimentación, la que debe ser variada, suficiente y equilibrada. Se deben incorporar alimentos funcionales como los prebióticos y probióticos. Los primeros tienen un alto contenido de fibra, la cual actúa como nutriente para la microbiota intestinal, y los segundos son alimentos que tienen microorganismos vivos que ayudan a mantener las bacterias benéficas de la microbiota, como el yogurt, el chucrut y el kéfir (yogurt de pajaritos). La fibra la encontramos en frutas, verduras, legumbres, cereales y alimentos integrales, por ende se debe aumentar su consumo y transformarlos en alimentos habituales de nuestra dieta. Además de ellos, se debe aumentar el consumo de pescado, consumir carnes bajas en grasas y evitar los alimentos altos en azúcar y ultraprocesados, como embutidos y snacks.
Gloria Muñoz Navarro, nutricionista, docente de la carrera de Nutrición y Dietética, Universidad Autónoma de Chile, Sede Temuco.