Hace dos años, el 5 de marzo de 2020, el Diario El Austral de La Araucanía tituló que el Hospital Regional Hernán Henríquez Aravena, en Temuco, activó un aparatoso protocolo de bioseguridad ante la aparición de cinco casos sospechosos de coronavirus.

Desde la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud se informó, aquel entonces, que eran personas que habían llegado del extranjero y que tenían síntomas similares a una gripe, como dolor de cabeza, agotamiento físico y tos, por lo que fueron trasladadas en ambulancias para que se les realizara un test.

Esa fue la noticia del día. Las redes sociales y diversas páginas web de la Región ya comenzaban a dar por hecho que el coronavirus estaba en la Región. Pero en rigor, en ese entonces, Chile solo tenía dos (sí, solo 2) casos confirmados de covid: un médico de Talca y su esposa.

Muchas cosas han pasado desde entonces. Cuarentenas, peaks de contagios, agotamiento de camas, saturación en las salas de espera para testeo, escasez de ventiladores mecánicos, etcétera. Pero ha sido el Diario El Austral que, de manera seria y responsable, ha informado con veracidad y estricto apego a la verdad todo lo ocurrido en torno al coronavirus en la Región.

La labor periodística no se ha detenido en estos dos años de pandemia, y la seremi de Salud, doctora Gloria Rodríguez, valora el trabajo de El Austral.

"En estos dos años de pandemia, el Diario El Austral ha sido un gran aliado a la hora de informar la situación de la pandemia en la Región y lo más importante, en ayudarnos a llegar a la comunidad con las medidas de prevención y autocuidado. Destacamos la voluntad, ayuda, profesionalismo y compromiso con el han plasmado en sus páginas día a día la situación de la pandemia en La Araucanía. No nos queda más que agradecer", reflexiona la seremi de Salud.

Los diversos sectores y rubros que sostienen la economía han sufrido reiterados golpes en las últimas décadas. La industria periodística, ciertamente, no ha sido la excepción. Las crisis sociales, financieras, la irrupción de nuevos hábitos de consumo de información y la aparición de nuevas plataformas que, con menos personal y menores costos de producción pueden ofertar espacios publicitarios a bajo precio, han sido las principales causas en el caso de los diarios impresos.

Sin embargo, a pesar de este escenario de complejidades, los medios escritos siguen batallando por prolongar su sobrevivencia. Y cómo lo han hecho en un mundo y una sociedad que hoy privilegia la inmediatez por sobre la profundidad; que muchas veces se queda con el titular por sobre el desarrollo de un contenido; y que con una facilidad preocupante prefiere "informarse" a través de las redes sociales, con abundantes "fakesnews" (noticias falsas), donde la verificación, la prolijidad y la responsabilidad de autoría de los contenidos brillan por su ausencia. Bueno, la tarea no ha sido sencilla.

En todo caso, como plantean algunos investigadores, el periodismo y los periódicos han sido, son y serán un campo en constante transformación, y hay que asumir que las crisis hacen parte de su historia, de su presente y futuro.

En ese sentido, los medios escritos en estas últimas décadas han tenido que reinventarse con urgencia. En algunos casos de manera exitosa y en otros no tanto. Si bien el diario impreso continúa siendo su principal eslabón, las empresas periodísticas han tenido que ampliar sus plataformas informativas y dar un viraje importante a los espacios digitales y otros modelos de información, como organización de foros, entrevistas y conversatorios online, además de agilizar sus sitios en internet. Esa ha sido la fórmula de la mayoría, aunque para muchos, como en el caso de los diarios regionales, el principal valor sigue siendo el privilegiar los contenidos locales y destacar el patrimonio humano de sus respectivas zonas y entornos.

En esa tarea compleja y hasta titánica, se ha mantenido el Diario El Austral de La Araucanía, que hoy cumple 106 años de vida. Lo admitimos, no ha sido una faena sencilla, pero quienes aquí trabajamos estamos esperanzados en que vendrán tiempos mejores para la industria, para el periodismo y para los periodistas.

El foco indiscutible debe continuar en la misma senda. Tratando día a día de mejorar la calidad de nuestro trabajo, -reiteramos, a pesar de todas las barreras y obstáculos- e insistir en modernizar y ofrecer nuevas y más atractivas alternativas informativas, sin descuidar a quienes consideramos nuestros principales aliados: los habitantes de la Región de La Araucanía.

Por ello, en el marco de un nuevo aniversario, los invitamos a seguir confiando en el despliegue humano de nuestro Diario. Y es que detrás de cada página, hay un grupo de profesionales que está empeñado en hacer su mejor labor, con errores y con aciertos, pero, finalmente, comprometido con su Diario, con las normas más esenciales del periodismo y, por sobre todo, con La Araucanía y su gente.

En mi memoria y en la realidad, desde abril de 1962, el periódico local es la compañía diaria, es el registro enciclopédico, histórico de la ciudad, de la provincia, de la Región. El Diario Austral de Temuco es el acopio cultural, anecdótico, pues desde su fundación, el 5 de marzo de 1916, ha sido fiel en el registro de lo bueno y de lo malo.

Antes lo voceaban de norte a sur, de la cordillera a la costa. Llegaba físicamente, en su formato de papel, a todos los rincones de la novel ciudad, y de toda la provincia de Cautín. Los de circulación se encargaban, ya desde las tres de la madrugada, de apartar ejemplares en diversas cantidades según se tratara de suscripciones, o de los ejemplares que se distribuían en los más diversos medios de reparto, el tren que iba a Concepción y Talcahuano (06:00h), y estación por estación, hacia el norte, se dejaban los paquetes correspondientes a Cajón, Pillanlelbún, Lautaro, Quillén, Púa, Victoria, Pailahueque, Ercilla, Collipulli, Tijeral, Renaico (hoy, límite norte de la provincia de Malleco y de la Región de La Araucanía). Por el sur, tenemos que nombrar, los que se distribuían en el "tren valdiviano", Metrenco, Quepe, Pitrufquén, Gorbea, Lastarria, Quitratúe, Loncoche (hoy, límite sur de la provincia de Cautín, y de la Región de La Araucanía). Y qué decir de los ramales transversales, a la costa, en dirección a Puerto Saavedra, y a la precordillera, en dirección a Lonquimay, uno, y a Melipeuco, otro. Eso más o menos. Y hay más, otros sendos paquetes de diarios iban a los ramales de buses rurales que desperdigaban los ejemplares por circuitos insondables. ¿Quiénes hacían esa labor logística? ¡Los de circulación! Ellos hacían posible que los ejemplares llegaran a sus casillas, a sus casilleros, a sus domicilios, y también por medio de los suplementeros, mediando sonoros voceos a través de las venas de la ciudad, calles y avenidas, y en los quioscos.

Y aquí me detengo un rato, en las tareas propias circulación y de producción, hay personas que con el mayor sigilo, técnica y profesionalismo se ocupan, por ejemplo, de la distribución de los miles de ejemplares impresos. Hoy quiero traer a la memoria a don José Tobares Valdebenito, que hace unos días de febrero se nos adelantó en el encuentro con Dios Padre, y a don Joaquín Leiva Améstica, quien por largos años tuvo la responsabilidad de la producción del diario.

Y ahora llego a otras personas no menos importantes en la extensión de la información como son los suplementeros, los canillitas, o lo fueron en otro tiempo, sí, ellos voceaban por las calles de Temuco y de los pueblos de la provincia y con voz aguda o ronca gritaban, "¡Dia-rio! ¡Dia-rio! ¡Dia-rioooo! ¡El Austral dia-rioooo!". ¡Qué labor cumplían! Lo hacían desde muy temprano, en invierno (háganse esa gracia a las seis y media de la mañana), a pie o en bicicleta (y fui testigo de cómo se balanceaban con decenas y decenas de ejemplares, sobre pavimento escarchado), o en verano, todos los santos días, solo que, en el último tiempo, de los 365, menos dos, el 1 de mayo y el 31 de diciembre. Quiero mencionar a dos, a una suplementera de los años sesenta y setenta, a la señora Mercedes viuda de Quiroz, decana de una gran familia de suplementeros, a quien conocimos en su quiosco en la esquina de Prat con Portales, y a don René Zárate Carrasco, hoy ya retirado después de dos o tres anuncios graves de que su corazón quería descansar, quien siempre me sorprendía no solo por su bonhomía, sino que por sus comentarios de diversa índole con bastante asertividad y conocimiento.

No me extiendo más. Saludos cordiales a todos, a los de antes y a los de hoy.

¡Feliz aniversario! ¡Felices 106 años!

Raúl Caamaño Matamala,

profesor