"Hace 51 años, me emocionó la geografía y la gente del campo"
Uno de los ciudadanos distinguidos en 2022 por el municipio de Temuco es este hombre de la salud, que gran parte de su vida ha practicado la medicina familiar como una especialidad relevante. Defensor de la fiebre como mecanismo generador de defensas, el doctor Solar llegó a la Región a comienzos de 1971 por unos días y decidió quedarse. En cinco décadas, ha trabajado con mujeres mapuche, ha formado nuevas generaciones de médicos, ha ejercido como director del Servicio de Salud, como consejero regional y ha sido pieza relevante en el engranaje del Hospital Dr. Hernán Henríquez Aravena, donde hoy lidera el Servicio de Unidades de Salud para la Atención Domiciliaria.
Recién egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde lideró la recordada Reforma Universitaria a finales de la década del 60, Miguel Ángel Solar llegó a La Araucanía para participar de trabajos de verano junto a otros jóvenes. El destino es Nueva Imperial. Allí se instala por 15 días y, sin siquiera sospecharlo, el contacto con el paisaje y la gente del lugar lo cambiarían para siempre.
"Me emocionó la geografía, me emocionó la gente de campo - en su mayoría mapuche -, me emocionó el hospital y su equipo de salud", confiesa 51 años más tarde, esta vez, instalado en Temuco, ciudad en la que echa raíces y desde la cual ha hecho aportes a la medicina, a la relación entre la salud tradicional y la mapuche, a la política y a la comunidad en general gracias a su particular compromiso y energía puesta al servicio del bienestar físico y mental.
A pocos días de recibir la distinción de "ciudadano destacado" de Temuco 2022, este hombre nacido en Santiago, temuquense de corazón, comparte algunos episodios de su vida en la también llamada "puerta del sur del Chile".
EMOCIONADO
- Doctor, a fines de marzo la Municipalidad de Temuco lo reconoció como "ciudadano destacado" 2022 junto al doctor Juan Antonio Rojo y la convencional Rosa Catrileo. ¿Qué significa para usted esta distinción?
- Sorpresa, y no por falsa modestia, porque soy muy orgulloso de cuatro cosas y muy humilde de 4 mil, pero no pensé que la gente de Temuco reconociera esas cuatro cosas de las cuales yo también creo que soy muy bueno.
- Usted comenzó su relación con Temuco y La Araucanía hace más de cinco décadas. El año 1971, luego de titularse de médico, se vino a trabajar a Nueva Imperial. ¿Cuál fue ese primer trabajo en la zona y qué impresión tuvo del territorio en general?
- En realidad vine por 15 días en enero de 1971, recién graduado de médico. Me vine acompañando un grupo de alumnas de Servicio Social de la U. Chile para un trabajo de verano en Manzanal, en el sector de estación Ranquilco, entre Imperial y Carahue, al lado del río Cautín. Aún no tenía trabajo, pues los contratos empezaban en abril en Santiago. Ahí conocí el hospital de Nueva Imperial, que en ese tiempo era el hospital rural más grande del mundo. Tenía 160 camas. Yo venía a pie por la línea del tren a pedir medicamentos para atender enfermos en la escuela. Todo me fue más fácil en del campo pues un campesino, Sergio Huincahue, de la comunidad vecina de nombre Imperialito, y quien había sido paciente mío en el Hospital de la Católica, me avaló como 'médico de verdad'. Y bueno, me emocionó la geografía, me emocionó la gente del campo, en su mayoría mapuche, me emocionó para bien el hospital y su equipo de salud; sentí que tenía que volver a Nueva Imperial de todas maneras. El destino esperado para mí, por mis compañeros de generación, era quedarme en Santiago. Fue una epifanía o como dicen los huasos: 'me hallé'. Pude alejarme de Santiago donde había tenido una vida muy intensa por muchos años. Sentí y pensé que ya ese mundo había terminado para mí. Regresé a Santiago, solicité el cargo de Nueva Imperial y volví el 15 de abril de 1971, hace 51 años.
MEDICINA FAMILIAR
- El exilio es parte de su historia. usted se vio obligado a vivir en Holanda y, luego, en Venezuela. En ese último país adquirió experiencia en "medicina familiar". ¿De qué se trata esta especialidad? Y a su regreso, ¿pudo aplicarla en Chile?
- Así es, viví un año y medio en Holanda, pero ahí ejercí como obrero en una gran siderúrgica, Altos Hornos Hoogovens y viví en el pueblo de Berverwijk. Después viajé a Venezuela donde estuve 12 años y medio en el distrito rural de Carache. Allí practiqué medicina familiar porque veía todos los componentes de la familia, desde el embarazo hasta el final de la vida, desde el buen nacer hasta el buen morir. En el año 1987 volví a Chile y a Temuco, y ahí el doctor Ronald Gebert me contrató en la Universidad de Frontera para iniciar el programa a Salud Familiar a nivel académico. He pasado 34 años dedicado al desarrollo de esa medicina, haciendo asistencia y docencia; obviamente, con todo el equipo de salud.
- Pero, en esencia, ¿de qué se trata?
- La Medicina Familiar como especialidad es la única que no hemos importado y la estamos inventando en Chile. Aún no tiene estatus. Cuando alguien me pregunta cuál es mi especialidad y digo Medicina Familiar la reacción es ¿'aah''? Y, después, un silencio que leo como '¿eso no más?'. Por eso, el reconocimiento de Temuco a mi persona significa que estamos avanzando en la construcción de una especialidad que aporte una mirada de la enfermedad, diagnóstica y terapéutica, e integre la dimensión anímica en cada caso. Dando vuelta el dicho romano: es mejor decir 'cuerpo sano en mente sana' y la mente sana depende de relaciones humanas sanas. Hoy, el medico familiar se integra a la gran Atención Primaria en Salud que tiene Chile y es responsable de sus éxitos sanitarios.
- Usted es identificado por quienes lo postularon a la distinción municipal como un "médico social". Su currículum hace mención a algunos hechos que confirman esto. De partida, a su regreso a Temuco se instala con una consulta en el Barrio Estación y luego trabaja para una ONG. ¿Cómo y por qué se fue dando este lado suyo?
- Mi consulta en el Barrio Estación aún la tengo, pero la he ocupado por tiempos como un Centro Familiar Comunitario de libre elección. Al llegar a Chile en 1987 fue el principal lugar de trabajo donde 'parar la olla'. Después mi consulta ha estado 'dormida' y espero que tal vez algún día 'despierte', pero todavía no encuentro otros profesionales que me acompañen, porque debo ofrecer continuidad de atención, principal característica de la medicina familiar. Trabajé en una ONG, Paz Araucanía, que después se llamó Trafkin, contratado por Santiago Araya y con ellos iba todos los miércoles a la comuna de Cholchol, a los lugares Cuyinco, Deuco Repocura y Piuchen, a ver enfermos junto con las madres del lugar; aprendía de ellas y su vinculación con la medicina mapuche y ellos aprendían de la medicina moderna que yo practico. En ese tiempo escribí el primer Manual para la Medicina Casera.
- Llama la atención su acercamiento al pueblo mapuche y a esta suerte de encuentro entre ambas medicinas. ¿Cómo fue esa experiencia?
- Consistía en ver enfermos con madres mapuches. Obviamente, a la distancia, las Machi relacionadas con los mismos enfermos estaban presentes. Ocasionalmente, nos entrevistábamos en reuniones para complementarnos. Machi y doctor compartíamos un mismo saber: la relación que tiene la enfermedad con el ambiente humano de las personas, con la interacción social, con el mal o bien que nos hacemos los unos a los otros. Aquello que la medicina científica llama estrés en sus diversas fases y las machis hablan de lo mismo cuando dicen: "le hicieron mal", como una mala relación interpersonal que uno se busca o no elude.
AL SERVICIO
- Don Miguel Ángel, usted no solo ha entregado sus esfuerzos al ejercicio de la profesión, en los años 90 asume la jefatura del Servicio de Salud Araucanía Sur. ¿Cómo fue para usted tomar ese rol y qué lecciones que quedaron?
- La tarea en la Dirección de Servicio de Salud ha sido la etapa más difícil de mi vida. Ejercí el cargo por 18 meses con autonomía, pues los S.S. de Salud son jurídicamente entes autónomos. Recuerdo que con el senador García Ruminot, de quien tuve mucho apoyo, hablamos de que debían tener presupuestos propios dictados por el parlamento en ese tiempo. Casi siempre que me llamaban de Santiago era para hacer algo que a mí me parecía equivocado, pero también recibí apoyo del Minsal, para un ciclo de formación médica propio de Araucanía Sur.
- También fue candidato a concejal por Temuco y resultó electo core. ¿Qué lo llevó a involucrarse en la política y cómo ve esta en los tiempos que corren?
- Fui consejero regional de La Araucanía durante cuatro años, porque quise cooperar a lo que llamo el 'acuerdo huinca - mapuche'. Así que en ese tiempo me dediqué a apoyar proyectos de empresas que pudiesen hacer algo que los mapuches saben hacer y que los huincas necesitamos. Ejemplo: a los recolectores de Boyeco en su capacidad de reciclar ya una vez cerrado el vertedero; resucitar el Lechuga como un Liceo Reformado con un currículo pertinente al barrio de la Feria Pinto y al campo; expandir el bosque Rucamanque (500 hectáreas de bosque nativo) que por lo demás es parte de un cordón que protege las capas freáticas de Temuco, y refundar el Psiquiátrico de Nueva Imperial empezando como un Hogar Protegido en un sector apoyado por un liceo técnico profesional con mención en salud.
- En la actualidad lidera el equipo humano que lleva salud a domicilio desde el Hospital de Temuco. ¿Cuán relevante es este programa y cuánto ayuda a las personas?
- El Servicio de Unidades de Salud para Atención Domiciliaria fue la primera fundación en Chile de una hospitalización en el hogar. Fue llevado a cabo por una enfermera, María Isabel Araneda, hace más de 27 años, acompañada de la TENS Carmen Velozo. Es un servicio no solo menos costoso que la cama del hospital para la misma complejidad somática, sino que agrega atender en domicilio patologías en que, además de aplicar lo que el hospital hace, suma la intervención en la dimensión psicosocial de la persona: familia, trabajo, recreación, comunidad; allí están los estresores que en último término son causa importante del enfermar.
- Usted ha sido un férreo defensor de dejar actuar la fiebre bajo observación para que se generen las defensas en el organismo. Ha sostenido que frenarla es un error. ¿Cómo le ha ido con esa campaña?
- Es un concepto de enfermedad distinto. Cuando un médico ve una enfermedad, una gripe, está viendo dos cosas: la causa, que es el virus, y la reacción. Por alguna razón, más bien de orden económico-social, bajamos la reacción, y la agresión aumenta. La medicina entera está en ese mundo (…). No hay duda científica que todo lo que se ve en una persona con gripe, el lagrimeo, la secreción nasal, la congestión faríngea, las secreciones bronquiales y la fiebre, son la respuesta del organismo contra el virus. Cuando usted quita eso el virus avanza. Y a la pregunta ¿por qué hacemos eso? La respuesta es porque usted tiene que trabajar al día siguiente o porque el dolor es malo. En el último tiempo esta campaña ha ganado terreno dentro del propio Hospital. Hoy, nadie la critica. Ya nadie puede decir que esta teoría está equivocada. Y esto no pasa porque el virus muera con la fiebre, sino porque con esta se produce la inmunidad.
DEBER DE SALUD
- Usted no ha estado ajeno a la formación de nuevas generaciones de médicos. De hecho, ha trabajado como académico de la Ufro. ¿Qué aspectos esenciales ha procurado transmitir a sus alumnos?
- A los estudiantes siempre les intento compartir mi experiencia en el tratamiento etiológico (tratar el estrés crónico) de las enfermedades y no anti sintomático. Les enseño, por ejemplo, a no bajar la fiebre pues ella ayuda a construir inmunidad y también a respetar el desvelo como el 'caldo de cabeza' que permite claridad sobre el 'aquí y el ahora', tiempo que nos presenta amenazas y oportunidades.
- Doctor, Chile está en un proceso constituyente. ¿Cómo le gustaría que quedara establecida la salud en la futura carta magna?
- Me interesaría mucho instalar el concepto de deber de salud porque el derecho a la salud es solo un derecho a la atención, pero el deber de salud es una ética de vida que va desde la buena comida, el buen ejercicio y evitar los maltratos, tanto ejercerlos como recibirlos; por lo demás, el que lo ejerce termina también recibiéndolo.